La FIDE aclama a Dvorkóvich como presidente por 157 votos contra 16 a pesar de ser ruso
La oposición al reelegido dirigente, secundado por el pentacampeón Anand, ha porfiado sin éxito para su inclusión en la lista internacional de sancionados
El argumento de que Arkady Dvorkóvich fue presidente adjunto de Rusia, entre otros cargos de muy alto nivel, no ha impedido que sea reelegido presidente de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), que aglutina a 199 países, con el pentacampeón del mundo Viswanathan Anand como adjunto. Y además por aclamación: 157 a favor, 16 en contra, cinco abstenciones y un voto nulo durante la Asamblea General en Chennai (India). Sus partidarios valoran que, a pesar de la pandemia, la FIDE ha generado más dinero que nunca en los últimos cuatro años, ha organizado casi todos los torneos importantes y ha promovido las aplicaciones educativas, sociales y terapéuticas del ajedrez.
Para el asombro de cualquiera que entienda algo de comunicación, ninguno de los dos candidatos opositores puso el foco principal de su discurso en el único argumento que Dvorkóvich no puede rebatir: es ruso, lo que puede ser un problema serio para multinacionales interesadas en promover el ajedrez, que ahora está de moda en gran parte del mundo, por la pandemia y la muy exitosa serie Gambito de Dama (Netflix). Precisamente por eso, Dvorkóvich eligió esta vez como número dos a Anand, indio, cuya imagen es impecable. Pero la cabeza más visible de la FIDE es él, ruso.
La intervención del candidato que logró 16 votos, el ucranio Andrii Baryshpolets, y la de su mano derecha, Peter Heine-Nielsen, quien fue entrenador de Anand y ahora lo es del campeón, Magnus Carlsen, fue un modelo de mala comunicación y rebasó en algunos momentos la frontera de la demagogia. Además de leer a toda velocidad, sin tener en cuenta que eso hacía casi imposible una buena traducción simultánea, Heine-Nielsen recalcó que Dvorkóvich había sido presidente durante un decenio de la Fundación Skólkovo, lo más parecido que hay en Rusia en materia de tecnología innovadora a Silicon Valley, salvando las enormes distancias. Y recalcó que Skólkovo está muy ligada al ejército ruso. Pero no dijo que Dvorkóvich dimitió de esa presidencia inmediatamente después de condenar la invasión de Ucrania: “Las guerras son lo peor que uno se puede encontrar en la vida, incluida esta guerra”.
También es cierto (aunque Heine-Nielsen tampoco lo citó) que después, sometido a “muy fuertes presiones” según fuentes cercanas a él, Dvorkóvich publicó o fue obligado a publicar un artículo en el que condenó la ideología nazi en general, sin llegar a vincularla directamente con el Gobierno de Ucrania, como hace el Gobierno de Rusia. Un jurista muy próximo a Putin, Andréi Turchak, lo calificó de “traidor” y “quintacolumnista”, además de pedir “su inmediata caída en desgracia”.
Dvorkóvich fue presidente adjunto de Rusia (2012-2018) con Dimitri Medviédiev y asesor económico de Putin (2008-2012), así como director del Comité Organizador del Mundial de Fútbol. no ha querido emigrar de Rusia con su familia, como han hecho varios grandes maestros y dirigentes de la Federación Rusa de Ajedrez que firmaron un manifiesto contra la agresión a Ucrania. Basándose en el hecho de que siga residiendo en Moscú y en que fue el número dos del presidente Medviédiev hasta 2018, Barishpolets fue aún más lejos que Heine-Nielsen y conectó al presidente de la FIDE con unas declaraciones recientes de Medviédiev en las que se mostraba favorable a que Rusia invada Georgia.
La otra candidatura era la del francés Bachar Kouatly, de larga y brillante trayectoria como organizador y directivo, quien la retiró durante su discurso. Probablemente, porque apostó a una sola carta: que Dvorkóvich fuera incluido en la lista internacional de sancionados por su conexión con la invasión de Ucrania. La Fundación Skólkovo sí entró en esa lista hace una semana, pero no su expresidente.
Dvorkóvich también cometió errores elementales de comunicación en su discurso, reconfirmando que ese ámbito es el gran agujero negro universal del ajedrez, un mundo endogámico y aún bajo la influencia de la era soviética. La enorme pantalla que presidía la sala no dejó de emitir un vídeo de ritmo muy vivo y con muchos mensajes escritos mientras él leía su alocución sin comentar las imágenes. Demasiada información simultánea, imposible de asumir y procesar para un cerebro normal.
Sin embargo, los argumentos que fue desgranando son irrebatibles. Una gran parte de los ingresos que ha logrado la FIDE durante su mandato -los más elevados de la historia a pesar de la pandemia- proceden de fuentes no rusas. El calendario de competiciones se ha cumplido en un porcentaje muy grande, con excepción de las competiciones que debieron cancelarse por el covid, como la Olimpiada de Moscú en 2020. Y son numerosas y contrastables las acciones de la FIDE para promover el ajedrez más allá del ámbito puramente deportivo: herramienta educativa en las escuelas, campos de refugiados, cárceles, niños con autismo, retraso del envejecimiento cerebral, etc.
A Dvorkóvich se le notó nervioso cuando abordó el momento más delicado de su disertación preelectoral, quizá por el riesgo de represalias que entraña: “Permítanme que me haga eco de las preocupaciones que algunos de ustedes han manifestado sobre los riesgos de reputación de la FIDE basados en que soy ruso y he trabajado para el Gobierno de Rusia. Sí, soy ruso. Y he servido a la gente de mi país, incluida la comunidad del ajedrez como presidente de la Federación Rusa. Lo he intentado con profesionalidad y con el máximo nivel posible de integridad. Y tomé una posición muy fuerte en las tragedias de Ucrania. También apoyé las decisiones del Consejo de la FIDE para reducir la implicación de Rusia en la FIDE (…). Todo eso está lejos de ser fácil para mí en el ámbito personal”.
La escasa habilidad comunicativa de sus opositores sorprendió incluso a Dvorkóvich, quien reaccionó así cuando EL PAÍS le preguntó si esperaba ganar por una goleada tan abrumadora: “No, de hecho creo que esa diferencia es excesiva, incluso embarazosa para mí”. Pero quizá sea más embarazosa aún la inmediata reacción del Kremlin a su éxito. Dimitri Péskov, secretario de prensa de Putin y directivo de la Federación Rusa de Ajedrez, dijo: “La elección del presidente de la FIDE es un acontecimiento global, muy importante para nosotros. Por supuesto, apoyamos a Dvorkóvich como ciudadano ruso. Por desgracia, la política invade todo lo que tiene que ver con el deporte y la cultura. Eso es muy, pero muy, indeseable e inaceptable para nosotros. Pero no significa que no debamos luchar”.
Leontxo García es, además de experto en ajedrez de EL PAÍS, asesor de la FIDE para ajedrez educativo.
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