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Las reservas británicas de gas pizarra son mucho mayores de lo estimado

En una de las zonas se estima que hay 40 billones de metros cúbicos El Gobierno apoya el polémico sistema de extracción mediante ‘fracking’

Las reservas de gas pizarra o no convencional (conocido como shale gas en inglés) del norte de Inglaterra son muchísimo más importantes de lo que se estimaba hasta ahora, según un informe publicado este jueves. El Gobierno británico, que apoya abiertamente la explotación de ese tipo de gas a pesar de que su extracción puede causar pequeños terremotos y considerables daños medioambientales, ha publicado una serie de directrices y prepara medidas fiscales para incentivar la extracción y compensaciones a las comunidades locales para conseguir su apoyo.

Según el British Geological Survey, un organismo creado en 1835 que asesora al Gobierno y a las empresas privadas, las reservas totales de ese tipo de gas oscilan entre los 23 y los 65 billones de metros cúbicos, con una cifra central de 37,6 billones de metros cúbicos. Solo una pequeña parte de esas reservas es en la práctica extraíble y eso depende de las condiciones concretas de cada bolsa. Pero si se toma como referencia la media del 10% con que suelen trabajar las empresas extractoras, las reservas potencialmente utilizables se acercarían a los cuatro billones de metros cúbicos.

El gas pizarra ha transformado la industria energética en Estados Unidos, donde se explota desde hace cuarenta años sobre todo en Dakota del Norte. En Europa, sin embargo, los hallazgos de yacimientos son muy recientes y su explotación es más complicada por razones geológicas y de densidad de población. El haber empezado más tarde tiene sus ventajas porque los europeos, muy sensibles a las cuestiones medioambientales, saben ya los problemas de esa índole causados en Estados Unidos, sobre todo en forma de pequeños temblores de tierras, uso masivo de agua potable, contaminación de las aguas subterráneas y escapes de gases de efecto invernadero, como el gas metano.

En España, el Gobierno aprobó en marzo un anteproyecto de ley para introducir controles medioambientales en la explotación de este gas no convencional. Las zonas con mayor potencial son la cuenca Vaco-Cantábrica, el macizo Cantábrico, la cuenca Surpirenaica y la cordillera Ibérica. En total se cree que hay en torno a 1,74 billones de metros cúbicos en estas áreas, que podrían equivaler a 39 años de consumo.

En Reino Unido, lo zona con mayor potencial es la formación de los Bowland, que se extiende por zonas del noroeste, el centro y el Este de Inglaterra. El perímetro estudiado por el British Geological Survey incluye algunas de las ciudades más pobladas del país, como Leeds, Sheffield, Manchester, Liverpool o Nottingham.

El gas pizarra se encuentra en yacimientos protegidos por zonas rocosas virtualmente impermeables y su extracción es mucho más difícil que la del gas convencional. Se utiliza una técnica llamada fracking en inglés que consiste en inyectar agua y productos químicos a gran presión. Eso supone utilizar grandes cantidades de agua potable, el peligro de contaminar aguas subterráneas, de liberar a la atmósfera gases de efecto invernadero y también el riesgo de provocar pequeños temblores de tierra.

Dos terremotos registrados en 2011 en la ciudad costera de Blackpool, en el noroeste de Inglaterra, obligaron a detener los trabajos durante un año a la firma de capital-riesgo Cuadrilla Resources, la única que está intentando explotar el gas pizarra en Reino Unido. Los terremotos deformaron también la cubierta de una de los pozos por los que se realizaba el fracking. Aunque no hubo escapes de gas, Cuadrilla ocultó durante meses el incidente a las autoridades.

Pese a esos riesgos, el Gobierno británico está muy interesado en incentivar las extracciones de ese gas en un momento en que el declive de los pozos de gas y petróleo del mar del Norte y las dificultades para sustituir las centrales nucleares plantean un serio interrogante sobre el futuro a corto y medio plazo del suministro de energía.

La decisión de Centrica, propietaria de British Gas y otras distribuidoras de energía, de adquirir hace dos semanas un 25% de la licencia explotadora de Cuadrilla y el informe que confirma la importancia de las reservas británicas de gas pizarra han dado un espaldarazo a los deseos del Gobierno, que prepara medidas a tres niveles. Por un lado, regular la explotación para acallar las críticas de los grupos ecologistas. Por otro, compensar a las comunidades locales, que podrían recibir 100.000 libras (117.000 euros) por cada pozo extractor y un 1% de los ingresos generados por las ventas de gas. E incentivar la inversión del sector privado con desgravaciones fiscales.

Pero la carrera acaba de empezar. David Elmes, experto de la Universidad de Warwick, opina que “aún es pronto” para saber si Reino Unido puede emular el éxito comercial que el gas pizarra ha tenido en Estados Unidos. “Primero hay que estudiar con cuidado cuanto gas hay y solo entonces sabremos cuál es su potencial. El gas pizarra es al mismo tiempo un asunto excitante y polémico porque sencillamente no sabemos ni qué posibilidades de suministro nos ofrece ni a qué precio, tanto financieramente como socialmente”, opina el profesor Elmes.

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