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La heroína regresa a España por la masiva oferta mundial de esta droga

El regreso silencioso de esta sustancia enciende las alarmas y destapa que Holanda es el gran supermercado de estupefacientes en Europa

Un agente muestra un paquete de heroína decomisada en una operación en Cataluña en 2014.Vídeo: J.S (EFE)
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Durante décadas se la llamó “caballo” y dio pie a multitud de metáforas. Recientes señales han alertado a la policía y a la UE, ante la amenaza de que el consumo de heroína en España vuelva a desbocarse. Sigue estable, pero por primera vez en la historia se han desmantelado laboratorios —en Valladolid y Cuenca— y se han producido sucesivas incautaciones: 56 kilos en abril en Tui (Galicia), 27 kilos en diciembre de 2015 entre A Coruña y Portugal, otros 16 a un grupo arousano en julio de 2015. Ese año se aprehendieron un total de 256 kilos, 12 más que el anterior. El origen de todo: Holanda, “el gran supermercado de la droga de Europa”.

Esta misma semana la Agencia Europea sobre Drogas (OEDT) alertaba, durante la presentación de su informe anual en Lisboa, sobre el peligro de “un efecto dominó” provocado por la entrada de la heroína procedente de Afganistán: “Según los últimos datos, ha crecido también el número de muertes por sobredosis. No está claro si ambos fenómenos están relacionados, pero la cuestión ha de ser investigada”.

El perfil del nuevo yonqui

Frente a la imagen deteriorada del yonqui, otra nueva está surgiendo en torno al submundo de la heroína, según señalan los expertos en la lucha antidroga y los representantes de asociaciones contra el narcotráfico.

"Es gente joven, que no conoce lo que pasó en los ochenta", dicen; que no se inyecta la heroína sino que la fuma, por lo que no tiene esa percepción del riesgo ligada al sida; que lo hace además para paliar los efectos de las otras drogas que consume, como la cocaína o el éxtasis, mucho más psicóticos; "En realidad, consumen heroína para compensar y relajarse". Ese podría ser el perfil del nuevo yonqui.

Aquellos laboratorios se desmontaron en 2015, con químicos turcos que procesaban la morfina para hacer heroína. Y después el goteo de cargamentos en Galicia, una tierra vapuleada por esa droga pero donde los canales de los narcos siguen intactos, engrasados incluso por las horas compartidas por los capos en prisión.

Cuando la heroína parecía ya una droga del pasado, asociada a “una generación perdida” de jóvenes enganchados en los ochenta, y a los estragos causados por el sida, los expertos en la materia —desde ámbitos policiales, judiciales y sociales— coinciden en señalar “un repunte” preocupante, aunque de momento en España no se ha llegado a la “epidemia” que sacude algunas ciudades de Estados Unidos como Ohio. “Ahora, aunque no hay datos de un mayor consumo, usan la heroína como relajante, para compensar los efectos de otras drogas más excitantes como la cocaína y las sintéticas”, comenta el jefe de la Fiscalía Antidroga, José Ramón Noreña. Y así se percibe también en las asociaciones y fundaciones contra el narcotráfico en Galicia.

“Hay pruebas de innovación en la oferta de heroína en los mercados europeos y es posible un resurgimiento de esta droga”, advierte con contundencia el informe europeo. Las razones de la mayor presencia de heroína en el mercado son variadas, pero básicamente tienen que ver con la ley de la oferta y la demanda. “Desde que se fueron los soldados americanos y los cascos azules de  Afganistán, las plantaciones de amapolas se han disparado junto con la producción”, señala un responsable de la Brigada Central de Estupefacientes. “La entrada a Europa es desde Turquía, los turcos son los grandes comerciantes y tienen desplegada una tupida red de contactos”, asegura.

Lo cierto es que, según señalan agentes de enlace de la policía española en Holanda, son precisamente los clanes turcos los que controlan la recepción —por tierra y por mar— y la salida de la mercancía en el puerto de Rotterdam, el más grande de Europa. “El puerto y las barriadas colindantes, habitadas por una mayoría de inmigrantes de Turquía, son las que almacenan y dan salida a la droga y ahora mismo hay stock y está tirada de precio”, coinciden los expertos, que calculan que a un kilo de heroína (20.000 euros) se le pueden sacar 10.000 de beneficio, solo con el transporte. Este periódico quiso recoger la versión holandesa a través de su embajada y de su policía pero no se atendió la petición.

Lo de Holanda ya era así desde la época del tabaco, toda la parte logística se llevaba allí, todas las investigaciones acababan allí. Por su forma de trabajar se les da muy mal la delincuencia organizada, ahora tienen también el terrorismo islámico y es que no se enteran”, dice el juez José Antonio Vázquez Taín, conocido por su lucha contra la droga como “el Garzón gallego”. “Para ellos la droga no es una prioridad”, coinciden especialistas de la Guardia Civil y de la Policía. “En España somos mucho más activos, ellos hasta que no lo ven…”, subraya el fiscal Noreña.

La heroína llega a España en dobles fondos de camiones de mercancías y oculta en vehículos. “Es más fácil de mover, son cantidades más pequeñas, no hablamos de contenedores como con la coca”, comenta un policía con años de experiencia en estupefacientes. “El único punto de mayor control lo encuentran en Francia por el temor yihadista, pero van y vienen de pillar a Holanda con mucha facilidad”, explica.

Galicia es lugar de destino principal, junto con Barcelona, Madrid y Zaragoza, porque los canales ya están abiertos desde los años del contrabando de tabaco y porque es frontera con Portugal. “Ahora se han detectado grupos de albanokosovares que la distribuyen a los dos lados de la frontera, desde Tui y Porriño hacia Portugal”, señala un responsable de la lucha contra el narcotráfico gallego. “Incluso usan los pueblos portugueses vecinos como guardería (almacén) porque saben que, aunque la colaboración policial es buena, dificultan las investigaciones”, apostilla un capitán de la Guardia Civil de Pontevedra. En Barcelona actúan grupos paquistaníes, etnia más numerosa en Cataluña, que recibe la mercancía desde su país en avión e incluso por paquetería postal.

En Galicia siguen siendo los mismos los que manejan el negocio, ante la mirada impasible de sus vecinos, que incluso frecuentan sus tiendas y bares. “Las grandes familias de narcos continúan activas”, señala un jefe de los Grupos de Respuesta Especial para el Crimen Organizado (GRECO) en Galicia. “Muchos están saliendo ahora de la cárcel y vuelven al negocio, incluso con los contactos que han hecho en prisión: nunca dejan de trabajar”, bromea. Y, también “como siempre”, de la llegada al consumidor se encargan “los mismos gitanos”. Son ellos, con los sobrenombres de “príncipes” y “reyes”, los que la reparten por los llamados en todas partes poblados de la droga.

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