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“Por cinco minutos he salvado la vida”

Ánima Marrero vive en el edificio derrumbado en Canarias, donde también tiene una floristería, pero en el momento del desplome había salido

Los bomberos caminan sobre los restos del edificio derrumbado.Foto: atlas | Vídeo: AFP / ATLAS
J. J. Gálvez

Cinco minutos es el tiempo que le faltaba a Ánima Marrero, según calcula ella, para llegar a la floristería que regenta en el edificio que se ha derrumbado este jueves en la pedanía canaria de Los Cristianos. Un bloque de pisos donde también vivía sola: en el número 11 de la segunda planta. "Pero, como todas las mañanas, a las seis menos cuarto me había ido a una finca de unos amigos a dar de comer a los perros y a las gallinas", cuenta esta mujer de 73 años, antes de explicar que, "siempre", sobre las nueve y media solía regresar. "Me faltaban unos cinco minutos para abrir la tienda y dejar el bolso. Por cinco minutos he salvado la vida", repite, aún conmocionada por una tragedia que ha causado la muerte de dos mujeres, mientras que 10 vecinos siguen desaparecidos.

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"Cuando estaba llegando al edificio, una chica me llamó para preguntarme dónde y cómo estaba. Fue entonces cuando me enteré de lo sucedido", cuenta Marrero. "Lo he perdido todo: los muebles, las escrituras, el dinero... Todo estaba allí. Gracias a Dios, me encuentro bien. Pero, trabajar toda la vida para comprar un local y un apartamento... y, al final, perderlo todo...", añade de inmediato la mujer, con palabras entrecortadas. Llevaba 40 años en esa casa. Y esta noche, dice, dormirá con unos amigos que la acogerán.

Zadik Barba cree que también hará lo mismo con un amigo. "Está esperando a ver si le dan las autoridades alojamiento y, si no, me lo llevaré a mi casa", apunta este cocinero de 26 años, que vivía con su perro en este inmueble hasta hace una semana. Su casa estaba en el número 7 de la primera planta. "Si llega a caerse cuando vivía aquí, sé que me habría cogido dentro del edificio. A esa hora suelo estar durmiendo, porque entro a trabajar a las dos de la tarde. Además, hoy libraba", cuenta, mientras aguarda noticias de los desaparecidos. "Claro que los conocía. Dos de mis vecinos del primero, por ejemplo, no encuentran a sus mujeres".

"Es el destino. No me tocaba", apostilla un Barba "impactado". "Estaba durmiendo cuando me despertó el teléfono. Tenía más de cien llamadas y mensajes. Muchos de mis conocidos no sabían que me había mudado la pasada semana", remacha el joven, que trabaja en un hotel de la isla: "Estamos esperando ahora, en la calle, para saber algo más sobre las víctimas. Lo menos que puedo hacer es acompañar a mis vecinos en estos momentos tan difíciles".

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Sobre la firma

J. J. Gálvez
Redactor de Tribunales de la sección de Nacional de EL PAÍS, donde trabaja desde 2014 y donde también ha cubierto información sobre Inmigración y Política. Antes ha escrito en medios como Diario de Sevilla, Europa Sur, Diario de Cádiz o ADN.es.

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