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Roma verificó a fondo la denuncia contra los sacerdotes pederastas

El ‘clan de los Romanones’ decía a los menores: “El amor es libre y eleva el espíritu”

Casa en Pinos Genil (Granada) propiedad de algunos de los acusados de pederastia y donde supuestamente cometían abusos a menores.
Casa en Pinos Genil (Granada) propiedad de algunos de los acusados de pederastia y donde supuestamente cometían abusos a menores.M. Zarza

El Vaticano sometió a un exhaustivo interrogatorio al joven de Granada que, antes del pasado verano, escribió una carta al papa Francisco en la que describía los supuestos abusos sexuales que sufrió durante su adolescencia por parte de al menos cuatro curas de la archidiócesis de esta ciudad. El interrogatorio fue por teléfono y el objetivo era oír directamente su testimonio para verificar el contenido de su carta. Y lo realizó el notario del Vaticano por encargo del Pontífice, según fuentes cercanas a la víctima. En concreto, la llamada fue el pasado 8 de octubre, dos meses después de que el Papa, tras leer su carta, le telefonease (en la tarde del 10 de agosto) para pedirle disculpas en nombre de la Iglesia por los padecimientos que había sufrido. Además, en ese momento le comentó que había personas investigando su caso.

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Con posterioridad al citado interrogatorio, Francisco volvió a telefonearle. Esta vez para expresarle su decepción ante el resultado de la investigación que había desarrollado, también a instancias del Vaticano, la Archidiócesis de Granada. Su responsable, Francisco Javier Martínez, se limitó a apartar de su ejercicio a tres de los 10 sacerdotes implicados.

Estas llamadas animaron a que la víctima, que hoy tiene 24 años y que, según su relato, fue víctima de reiteradas agresiones sexuales entre los 13 y los 17, optase también por activar la vía judicial. Tras la segunda llamada, el joven se presentó en una comisaría y dio todo tipo de detalles sobre el suplicio, continuado en el tiempo, que le tocó vivir tras ser captado como monaguillo (tiene fuertes convicciones religiosas) por la parroquia San Juan María Vianney del barrio granadino del Zaidín. Fue cuando cayó en las redes de una especie de fraternidad de sacerdotes granadinos (con prácticas similares a las de una secta, según fuentes de las pesquisas) que, pese a tratarse de un menor, lo sumergieron supuestamente en un turbio mundo de prácticas sexuales en las que cabía casi todo. Todos los miembros de este clan, compuesto por 2 seglares y 10 curas, de entre 40 y 50 años, están siendo investigados por el juzgado de instrucción 4 de Granada, que dirige Antonio Moreno.

Las diligencias judiciales llevan casi un mes en secreto. Las pesquisas del juez se centran en cuatro sacerdotes, que habrían intervenido directamente en actos sexuales contra el menor. Los otros son por encubrimiento. Los miembros del clan son conocidos en Granada como Los Romanones, en alusión al líder del grupo, cuyo nombre se corresponde con las iniciales de R. M. También se halla entre los investigados un juez eclesiástico, cuya identidad corresponde a las iniciales F. M. Muchos de los supuestos encubridores han prestado declaración ante el juez durante esta semana. Según fuentes jurídicas, el delito de encubrimiento, de confirmarse, puede estar prescrito. También ha declarado ya ante el juez la víctima.

Las diligencias judiciales llevan casi un mes en secreto. Entre el grupo de investigados está un juez eclesiástico

En su carta al Papa, la víctima detalló con datos y fechas lo que vivió en el dúplex de lujo que miembros de este clan tenían en la costa de Salobreña (Granada) y en el no menos ostentoso chalé que uno de ellos posee en la urbanización Los Pinillos, en Pinos Genil, a 10 kilómetros de Granada. Estos fueron algunos de los inmuebles empleados por el clan para los abusos sexuales. En la misiva al Papa, la víctima relató tocamientos y masturbaciones. Sin embargo, tras las llamadas del Pontífice y del interrogatorio al que se le sometió, el joven se presentó en una comisaría y amplió sustancialmente la gravedad de las fechorías sexuales que dijo haber padecido. El joven justificó su decisión de contarlo todo, pese a que habían pasado casi seis años desde los últimos hechos, en su temor a que otros jóvenes que sabía estaban yendo por la parroquia estuviesen sufriendo abuso.

El clan solía llevar a las citadas casas de lujo a él y otros jóvenes, para alentarles con pláticas sobre la benevolencia de mantener relaciones sexuales sin límites. La víctima recuerda que el clan justificaba los actos sexuales con el argumento de que “el amor es libre y eleva el espíritu”. El joven señala que el clan también llevó a chicas a esas casas.

Vestidos de paisano

Vecinos de la urbanización los Pinillos del municipio granadino de Pinos Genil, donde se enclava uno de los chalés que el clan de Los Romanones utilizó, supuestamente, para celebrar sus orgías sexuales, aseguraron ayer que era frecuente ver a grupos de personas acceder al inmueble. Los curas, señalan varios vecinos, habitualmente llegaban al chalé vestidos de paisano, sin sotana. Tienen entre 40 y 50 años.

Este es uno de los inmuebles en los que estuvo el joven que, con su denuncia al papa Francisco, ha destapado el caso de los curas sospechosos de pederastia en Granada. El denunciante ha descrito ante la policía escenas similares a orgías en su interior.

El supuesto líder del clan, el párroco de San Juan María Vianney, R. M., tiene entre los feligreses detractores y seguidores. “En las comuniones exigió dinero para las flores de la iglesia y dijo a los padres que si no pagaban no habría comunión”, cuenta una mujer.

Aunque las prácticas denunciadas datan de hace casi siete años, fuentes jurídicas sostienen que no han prescrito, puesto que en estos casos el cómputo comienza a partir de que la víctima alcanza los 18 años, mayoría de edad.

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