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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Contra ETA vivíamos mejor

El discurso del centro derecha ya no puede tener como eje de cohesión el espantajo de ETA

Luis R. Aizpeolea

Pocas semanas después del anuncio del cese definitivo del terrorismo de ETA, en octubre de 2011, el dirigente del PP Jaime Mayor Oreja vaticinaba, en una entrevista en el desaparecido diario La Gaceta, que la banda terrorista volvería a las andadas tras la celebración de las elecciones vascas en noviembre de 2012. Su tesis era que el lobo se ponía la piel de oveja para ayudar a Bildu en las elecciones vascas y luego mostraría su auténtica faz. Aquel augurio de Mayor Oreja, de una nueva tregua-trampa de ETA, no solo no se cumplió. Al contrario, tras dos años largos del cese definitivo del terrorismo, lo que resulta cada vez más claro es que el final de ETA es irreversible, y de él solo quedan pendientes unos flecos.

No era presumible que Mayor Oreja reconociera su grave error de vaticinio. Pero no deja de sorprender que una parte importante de la derecha mediática siga elogiándole estos días, cuando su nombre ha reaparecido al quedar fuera de la lista europea del PP por su visión política sobre el País Vasco. Mayor Oreja hace años que está alejado de la realidad vasca y su desprecio hacia quienes la conocen, como sus jóvenes compañeros del PP vasco, le lleva a desbarrar de modo sobresaliente. Pero en Mayor Oreja hay algo más. La desaparición de ETA, que ya es una realidad en nuestra vida cotidiana —no ataca ni amenaza—, está acarreando muchas consecuencias. Una de ellas, y no la menor, es que algunos representantes de la derecha política, como Mayor Oreja y María San Gil, han perdido el eje de su discurso, prácticamente su razón de ser en la vida política. Algunos de tal modo, como Santiago Abascal, que han montado un nuevo partido, Vox, con la vieja política antiterrorista como una clave de su propia existencia.

No hay que olvidar que la lucha contra el terrorismo de ETA fue un elemento movilizador social y aglutinador clave del centro derecha en la etapa de Gobierno de José María Aznar. El terrorismo etarra, en la etapa de Aznar, ya se encontraba a la desesperada y, tras la ruptura de la tregua de 1998-1999, entró en una dinámica de asesinato a los vascos no nacionalistas que propició una enorme movilización social e inédita contra ETA. La torpeza política del lehendakari nacionalista Ibarretxe, que pactó con el brazo político de ETA, en aquellas circunstancias, permitió al presidente Aznar encabezar una ofensiva nacional contra el nacionalismo vasco en su conjunto que, en clave electoral, le resultó muy rentable para conseguir la mayoría absoluta en 2000.

Pero aquel escenario político, afortunadamente, ha cambiado. Ibarretxe fue descabalgado por el PNV y hoy manda en el primer partido vasco un tándem pragmático formado por Iñigo Urkullu y Andoni Ortuzar, que aborrece esa etapa. ETA está prácticamente derrotada. Ha cesado de forma irreversible el terrorismo etarra y se está a la espera de un proceso de desarme y disolución. Su anterior brazo político rechaza expresamente la violenta de ETA y aunque le queda pendiente el reconocimiento del daño causado por su pasada complicidad con el terrorismo, hoy es un valladar que garantiza que ETA no volverá.

¿Qué es lo que no ha cambiado? Una parte de la derecha política y mediática, que sigue diciendo que “ETA está más viva que nunca” porque la izquierda abertzale está en las instituciones y “los presos etarras no cumplen íntegramente sus penas”. ¿Quién encabeza esa corriente en clave política? Aznar y Mayor Oreja, que viven de la nostalgia del pasado, del “contra ETA vivíamos mejor”. Ambos han comprobado que con el final de ETA pierden un elemento cohesionador, del que ahora está tan necesitado el centro derecha, y movilizador social de primera magnitud que capitalizaron electoralmente. Y se resisten a reconocer ese final, aferrándose al espantajo de ETA con falacias como que “Bildu es ETA”. Pero sus falacias han topado con su propio partido en el País Vasco, que hace ya tiempo, con Antonio Basagoiti, comprendió que tras el cese definitivo del terrorismo era insostenible el viejo discurso. Un PP vasco que ahora está dispuesto a dar la cara contra Mayor Oreja y Aznar y que se convierte en un motor del cambio del discurso político en el centro derecha de este país, que ya no puede tener como eje de cohesión el espantajo de ETA.

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