La petición de la consulta soberanista reabre la tensión dentro del PSC
Un diputado deja el escaño y otros tres sopesan romper la disciplina de voto
La delicada unidad interna que vive el PSC desde que Artur Mas lanzó su órdago soberanista puede saltar hoy por los aires en el Parlamento catalán. Si Àngel Ros, alcalde de Lleida, renunció ayer a su escaño en disconformidad con la dirección del partido, otros tres de los 20 diputados sopesan la posibilidad de ir más allá y romper la disciplina de voto. Y una quinta diputada es muy probable que siga la consigna del PSC, pero verbalice su rotunda oposición.
El origen del desencuentro es el acuerdo del consejo nacional del PSC del 17 de noviembre de votar no a todas las iniciativas parlamentarias sobre el derecho a decidir. Y la primera se vota hoy, cuando la Cámara pedirá al Gobierno que transfiera a la Generalitat la competencia para convocar el referéndum soberanista que han pactado CiU, Esquerra, ICV y la CUP para el 9 de noviembre próximo.
Los cinco diputados críticos, alineados con el sector más catalanista, llevan días intentando convencer a Pere Navarro, líder de los socialistas catalanes, de que el partido reconsidere el no en la votación, porque eso lo alinea con PP y Ciutadans. Como alternativa reclaman la abstención, para sumar todas las sensibilidades socialistas, o que se deje libertad de voto.
Sin embargo, Navarro no ha dado su brazo a torcer y defiende con uñas y dientes el no, con el argumento de que no se puede contravenir una decisión del consejo nacional. Y no solo eso, sino que ha advertido que la ruptura de la disciplina de voto, puede acarrear “consecuencias irreversibles” a los diputados críticos que no quedarían en una multa, como sucedió hace un año, sino que podrían incluir incluso la expulsión del partido. Los críticos, por el contrario, sostienen que la petición del Parlamento es un paso en la búsqueda de una consulta legal y pactada con el Gobierno que llevó el PSC en su programa electoral, pues se reclama la aplicación del artículo 150.2 de la Constitución para que se transfiera la competencia a la Generalitat. Las posiciones son ya irreconciliables y solo queda por ver cómo se visualizan en la votación.
Ros tiró la toalla ayer y renunció a su escaño por “coherencia”, para no participar en la votación, aunque continuará de alcalde de Lleida y repetirá como cabeza de lista en las elecciones municipales de 2015. “En el PSC cabemos todos, incluso los que pueden votar de otra manera”, dijo Ros, quién reclamó que el partido tenga una “posición propia” en el proceso soberanista y evocó la pluralidad ha caracterizado al PSC desde su fundación en 1978. Con todo, evitó criticar a Pere Navarro y justificó su renuncia por el “respeto institucional” que ha de tener y la necesidad de evitar “estar polemizando continuamente con la dirección del PSC”.
Una situación distinta es la de los diputados Marina Geli, exconsejera de Salud, Núria Ventura y Joan Ignasi Elena. Las dos primeras se inclinan por votar sí a la petición de la consulta y el tercero está por la abstención, aunque ayer se mostraron herméticos sobre qué harán finalmente. La diputada Rocío-Martínez-Sampere también discrepa abiertamente del no a la consulta, pero es muy probable que finalmente ceda y exprese de manera clara su postura crítica.
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