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Cuatro mitos sobre el voto hispano

Conquistar al electorado latino de 32 millones de personas ha sido el reto de republicanos y demócratas en cada año electoral, pero todavía persisten falsas creencias sobre su comportamiento

Elena Reina
Una manifestación de latinos en apoyo a Trump, el pasado domingo en Miami.
Una manifestación de latinos en apoyo a Trump, el pasado domingo en Miami.MARIO CRUZ (EFE)

Los electores hispanos se han convertido este año por primera vez en la minoría más importante de Estados Unidos. Con sus 32 millones de personas con derecho a voto, el 13,3% del total del electorado estadounidense, han superado al número de afroamericanos registrados, según cálculos del centro de investigación Pew Research Center. Y la cifra no deja de crecer. Cada año se incluyen en el censo de votantes alrededor de 800.000 ciudadanos hijos de inmigrantes o con descendencia latinoamericana y la mayoría de los que votarán en las próximas elecciones del 3 de noviembre tiene menos de 35 años. Se trata de un grupo importante para lograr la presidencia del país, con presencia en Estados clave para la elección y al que tanto Donald Trump como Joe Biden pretenden conquistar. Pero todavía existen falsas creencias sobre su comportamiento.

Tradicionalmente se ha concebido al voto latino como un bloque, es decir, como ciudadanos que comparten los mismos intereses políticos y, por tanto, tienden a votar al mismo partido. También, que generalmente dan apoyo a los demócratas —por temas como el acceso a la educación y la sanidad o las oportunidades de ascenso social—, aunque se percibe cierto temor en el partido de Joe Biden a quedar por debajo de las expectativas en este colectivo en territorios como Florida. También se suele dar por sentado que su principal preocupación son los temas migratorios y que además, tienden a votar menos. Todos estos mitos, instalados desde hace décadas en el imaginario colectivo estadounidense, se han ido desmontando con los años.

El voto en bloque

Sobre el primer punto, el fundador de la asociación para promover el voto hispano Mi Familia Vota, Ben Monterroso, inmigrante guatemalteco que lleva más de 40 años en Estados Unidos luchando por la representación latina, explica por qué la uniformidad del voto ya no tiene sentido. “Lo primero que hay que hacer es distinguir entre los latinos que llegamos a este país y los que han nacido acá”, cuenta. Siete de cada 10 son de segunda y tercera generación, nacidos en Estados Unidos, con un padre o madre inmigrante o con padres también nacidos en Estados Unidos, según cifras del censo.

Entre el total de latinos con derecho a votar en el país, el 59% son mexicanos, el 14% son puertorriqueños, el 5% de origen cubano y el 22% de otros orígenes hispanos, de acuerdo con cifras de 2016 presentadas por el Pew Research Center. Y aunque pueda parecer que buscan el mismo fin, esta creencia no concuerda con los resultados en las urnas.

Los votantes hispanos de California han dado, desde los años noventa, un claro apoyo a los demócratas; mientras que los migrantes y descendientes de cubanos han votado tradicionalmente al Partido Republicano. Hasta 2019, según las cifras del organismo, el 65% de puertorriqueños y el 59% de los mexicanos apoyaba al Partido Demócrata; contrastando con el apoyo de los cubanos a este partido, solo un 37%. Las estadísticas para estas elecciones apuntan a una dinámica 7-3. Tres de cada 10 votarían a los republicanos y siete a los demócratas, según sondeos de Latino Decisions.

Son todos demócratas

Trump ganó la Casa Blanca después de insultar y criminalizar a toda una comunidad, de llamar a sus miembros “violadores y asesinos”, y de prometer construir un muro entre México y Estados Unidos. Tras aquella campaña, el apoyo de los hispanos fue de casi un 30%. En elecciones previas, George W. Bush batió un récord de apoyo latino con el 40% en las elecciones de 2004. Los analistas temen que, aunque el Partido Republicano parece haberse alejado de los electores latinos estos años con la Administración de Trump, los demócratas no hayan conseguido capitalizarlo.

“California no cambió de la noche a la mañana, a California lo cambiamos”, apunta Monterroso. “Antes de 1994 era un Estado presumiblemente republicano, pero tras la propuesta del gobernador Pete Wilson [la Proposición 187] contra la migración, nací yo políticamente. Esos años nos organizamos. Los ataques a la comunidad latina los hemos convertido en instrumentos para motivar a nuestra gente a participar. El día de hoy en Arizona, aquellos jóvenes que vi en 2010 luchando contra otra propuesta conservadora, están luchando y pueden cambiar la realidad del Estado”, explica el activista.

La migración, su principal preocupación

Los datos del censo explican que la gran mayoría no son inmigrantes, mucho menos indocumentados. El 75% nació en Estados Unidos, de manera que sus preocupaciones se asemejan más a las de cualquier otro ciudadano. “Es uno de los mitos, porque con eso dicen que todos somos indocumentados, pero somos 60 millones de personas y la mayoría tiene documentos y puede votar”, anota Monterroso.

Antes de la pandemia, la mayoría de los votantes latinos registrados había manifestado su interés en el aumento del salario mínimo, en la creación de leyes más estrictas sobre la tenencia de armas y en una mayor participación del Gobierno en el acceso a la sanidad, según una encuesta nacional del Pew Research Center.

“El tema migratorio nos preocupa y molesta porque vemos nuestros pasados y vemos la separación de familias, el trato que les dan. Pero los temas más importante son la economía, la educación, la salud, el medio ambiente y, sí, una reforma migratoria después. Porque casi el 80% de nosotros tenemos un conocido o familiar que llegó indocumentado”, explica Monterroso.

El gigante dormido

La participación en las urnas desde los años ochenta ha sido tradicionalmente baja en comparación con otros grupos. Latino Decisions señala que mientras que más del 60% de la población blanca o afroamericana acude a votar, los latinos solo lo hacen en un 48%. “El número de latinos que podían votar y no lo hicieron ha excedido al número que sí votó en cada elección presidencial desde 1996”, indicó el Pew Research Center.

Algunos elementos que han afectado a la participación son, según enumeran, la juventud del electorado —casi un millón de estadounidenses de origen latino cumple 18 años cada año—, la necesidad de más esfuerzos por parte de los Estados en promover el registro electoral y el acercamiento de los candidatos a la comunidad latina. “Siempre se habla del gigante dormido. Pero no está dormido, siempre ha estado trabajando”, explica Monterroso.

El activista mira esperanzado a 2024. Ese año coincidirán dos procesos electorales, el de México y el de Estados Unidos, y teniendo en cuenta que un 60% del electorado latino es mexicano, es posible que un número mayor de votantes se movilice. “Aunque no somos una comunidad uniforme, venimos de lugares donde la política no es algo desafortunadamente, y hablo en general, que veamos como una solución, al contrario, a veces como un problema. Y de ahí mucha de la indiferencia. Pero si ese año muchos más están implicados en los procesos electorales, puede haber un cambio de dinámica”, apunta Monterroso. “Yo espero que en 2024 veamos los frutos de lo que hemos venido trabajando. Que sea el año de los latinos”, añade.

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Sobre la firma

Elena Reina
Es redactora de la sección de Madrid. Antes trabajó ocho años en la redacción de EL PAÍS México, donde se especializó en temas de narcotráfico, migración y feminicidios. Es coautora del libro ‘Rabia: ocho crónicas contra el cinismo en América Latina’ (Anagrama, 2022) y Premio Gabriel García Márquez de Periodismo a la mejor cobertura en 2020

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