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Santos encuentra oxígeno en el Amazonas en medio de la crisis del proceso de paz

En un momento crítico para la implementación de los acuerdos, Colombia renueva su alianza con Noruega para proteger la selva amazónica y prevenir el cambio climático

Santiago Torrado
Leticia (Amazonas) -
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y la primera ministra de Noruega, Erna Solberg, recorren un resguardo indígena en el Amazonas
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y la primera ministra de Noruega, Erna Solberg, recorren un resguardo indígena en el AmazonasMauricio Dueñas Castañeda (Efe)

Al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, le gusta recordar que su primer acto simbólico, el mismo día de su posesión, fue viajar donde los mamos de la Sierra Nevada de Santa Marta, en el extremo norte de Colombia, para celebrar un ritual y alejar los malos espíritus. Este martes en el Amazonas, en el otro extremo del país y en el ocaso de su Gobierno, rememoró que los indígenas, al darle la bendición para asumir la presidencia, le pidieron dos cosas: que buscara la paz y cuidara la madre tierra.

“Estamos cumpliendo ese compromiso… gracias a la paz podremos descubrir esa riqueza inmensa que es nuestra biodiversidad”, aseguró el mandatario en la maloca de una comunidad indígena junto a la primera ministra de Noruega, Erna Solberg, de visita oficial en el país andino. El anfitrión firmó un decreto para dar autonomía a las comunidades indígenas, declaró más de ocho millones de hectáreas protegidas que se suman a los más de 30 millones actuales en Amazonas y declaró el selvático departamento libre de minas antipersona.

En una semana crítica para la implementación del pacto de paz con las otrora Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), hoy convertidas en partido político, Santos encontró algo de oxígeno en el llamado pulmón del mundo. El mandatario selló en el corazón de la Amazonia una renovada alianza con el país escandinavo para proteger la selva y prevenir el cambio climático. Además de ser un apoyo clave en los esfuerzos de paz, Noruega, recelosa de la gestión de sus aportes, es también el primer cooperante para Colombia en asuntos ambientales.

“Los habitantes de los bosques son los mejores guardianes de esos bosques”, apuntó Solberg, al subrayar que su país decidió comprometerse en la lucha contra el cambio climático hace diez años por medio de la conservación de esas áreas. Bogotá y Oslo acordaron extender sus compromisos más allá del 2020, en lo que Solberg calificó como “la primera alianza ambiciosa del mundo sobre bosques en el marco del Acuerdo de París”.

Noruega está dispuesta a pagar hasta 50 millones de dólares anuales a cambio de reducciones verificadas hasta 2025, y podría extender ese apoyo hasta 2030. El propósito de Colombia es detener completamente la pérdida de los bosques en 2030, aunque existen reportes de que la deforestación ha aumentado tras la firma del acuerdo de paz.

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Además del compromiso de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero como parte del pacto de París, el Gobierno de Santos ha expandido en millones de hectáreas las áreas declaradas como parques naturales o áreas reservadas y suele señalar la lucha para reducir la deforestación en la Amazonia como un ejemplo de cooperación internacional.

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Nunca antes un jefe de Gobierno noruego había visitado Colombia, o puesto un pie en el Amazonas, pero el país nórdico ha aportado generosos recursos. Aunque los cuatro años de negociaciones entre el Gobierno y la guerrilla se desarrollaron en La Habana, Oslo fue el escenario de dos importantes hitos. Allí se instaló la mesa de diálogos, en 2012, y allí también recibió Santos el Nobel de Paz en diciembre de 2016, días después de haber refrendado en el Congreso un pacto renegociado tras el inesperado triunfo del No en el plebiscito sobre el acuerdo original. Noruega fue, junto a Cuba, uno de los dos países garantes, y lo es también en los diálogos de Quito con la última guerrilla activa del país, el Ejército de Liberación Nacional (ELN). También ha apoyado a Bogotá en otros temas clave como el desminado.

Noruega “nos acompañó desde que comenzamos esa travesía”, cuando la mayoría de la gente creía imposible alcanzar un pacto con la guerrilla más poderosa del continente, agradeció Santos durante la ceremonia en la comunidad indígena Monilla Amena, donde conviven rodeados por bosques primarios nativos huitotos, ticunas y yucunas. Pero la reconciliación no se da de la noche a la mañana, advirtió, en un reconocimiento tácito de las dificultades actuales.

La implementación atraviesa su momento más delicado por cuenta de las sospechas de corrupción en la gestión de los fondos para la paz y la detención de un alto dirigente de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, el partido surgido del acuerdo que conservó las siglas de la guerrilla. El lunes, el Gobierno destituyó a la responsable de los fondos para la paz, ante las preocupaciones de donantes sobre el manejo de las aportaciones internacionales al posconflicto, ventiladas inicialmente en una carta de los embajadores de Suiza, Suecia y, precisamente, Noruega. Y esa misma tarde se profundizó la crisis con la sorprendente captura, por pedido de Estados Unidos, de Jesús Santrich, señalado de delitos relacionados con el narcotráfico. Construir la paz puede ser más difícil que firmarla.

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Sobre la firma

Santiago Torrado
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia, donde cubre temas de política, posconflicto y la migración venezolana en la región. Periodista de la Universidad Javeriana y becario del Programa Balboa, ha trabajado con AP y AFP. Ha cubierto eventos y elecciones sobre el terreno en México, Brasil, Venezuela, Ecuador y Haití, así como el Mundial de Fútbol 2014.

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