Un papa ecologista y con una honda preocupación social

Jorge Mario Bergoglio se convirtió el 13 de marzo de 2013 en el primer jesuita y americano en sentarse en la silla de Pedro. Comenzó su pontificado con esta frase: “Sabéis que el Papa es obispo de Roma. Mis hermanos cardenales han ido a encontrarlo casi al fin del mundo. Pero estamos aquí, y os agradezco la acogida”.

Nada más pisar el aeropuerto de La Habana, el papa Francisco recuperó aquella frase ya mítica pronunciada por Juan Pablo II en su viaje de 1998: “Que Cuba se abra al mundo y que el mundo se abra a Cuba”. Jorge Mario Bergoglio pidió al presidente Raúl Castro “libertad y medios” para que la Iglesia siga acompañando el proceso de apertura y de acercamiento a Estados Unidos.

En la misa de inicio de su pontificado, hizo toda una declaración de intenciones: “No olvidemos nunca que el verdadero poder es el servicio”. Francisco dijo que quería ser un obispo de Roma que cuide “de los más pobres, de los más débiles, de quien tiene hambre, sed, es extranjero, está enfermo o en la cárcel”. 

Dos semanas después de empezar su pontificado, acudió en Jueves Santo a una cárcel de menores de Roma para celebrar la Misa de la Cena del Señor en vez de hacerlo, como es tradición, en la basílica de San Juan de Letrán. Lavó los pies de 12 presos —entre ellos, una mujer musulmana— como hizo Jesús con los apóstoles.

Al mes de llegar a Roma, el pontífice anuncia la creación de un consejo de ocho cardenales de los cinco continentes para que le ayuden a reformar la Curia vaticana tras los escándalos que amargaron los últimos años del pontificado de Benedicto XVI.

El papa Francisco anunció desde el primer momento su intención de que la Iglesia católica "actúe con decisión" para erradicar los abusos sexuales a menores por parte de los sacerdotes y que asegure que los culpables sean juzgados. "Tolerancia cero", dijo Francisco.

La primera encíclica del papa Francisco fue también la última de Benedicto XVI. La redacción de los cuatro capítulos de Lumen Fidei (La luz de la fe) refleja el marcado estilo de Joseph Ratzinger y, de hecho, Jorge Mario Bergoglio reconoció que su predecesor "ya había completado prácticamente" el texto.

Durante su viaje a Brasil, el Papa animó a los jóvenes a luchar contra la corrupción. En una favela de Río de Janeiro, lanzó un mensaje muy nítido: “Ningún esfuerzo de pacificación será duradero para una sociedad que ignora, margina y abandona en la periferia a una parte de sí misma”.

La publicación de la encíclica sobre ecología del papa Francisco, Laudato si (Alabado seas), supuso una auténtica declaración de guerra a las grandes compañías y a los gobernantes de los países más poderosos que, según escribió, han contribuido al cambio climático y a la pobreza por “el uso desproporcionado de los recursos naturales”.

A través de una carta apostólica, el papa Francisco concedió el pasado noviembre a todos los sacerdotes la facultad de absolver a “quienes hayan procurado el pecado del aborto”. Aunque advirtió que "el aborto es un pecado muy grave", afirmó que "no existe ningún pecado que la misericordia de Dios no pueda alcanzar”.

"Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo? El catecismo de la Iglesia católica lo explica de forma muy bella. Dice que no se debe marginar a estas personas por eso. Hay que integrarlas en la sociedad", dijo el Papa en 2013 en una rueda de prensa improvisada en el Airbus A330 de Alitalia que lo llevaba de regreso a Roma desde Río de Janeiro.

El mismo día que Donald Trump juraba el cargo como nuevo presidente de Estados Unidos, el papa Francisco concedía en el Vaticano una extensa entrevista a EL PAÍS. En ella habló de los grandes retos de la humanidad, como la crisis de los refugiados, y también de "muros" y de pueblos que buscan "salvadores".

El Papa argentino se ha destacado por el diálogo interreligioso, la crítica de la sociedad del descarte y la reforma de la Curia.