Solicitudes de empleo anónimas en La Haya para evitar la discriminación
El ayuntamiento de la ciudad holandesa suprimirá en 2017 los nombres, apellidos y edad de sus formularios para reducir los sesgos en la elección
El candidato sin rostro, un título inventado, podría encabezar una novela policíaca ambientada en el mundo de la política. Describe, sin embargo, la fórmula ideada por el Ayuntamiento de La Haya para evitar la discriminación étnica en torno a las solicitudes de empleo en la administración local.
Un estudio de la Oficina Central de Estadística indica que llamarse Ahmed, Alí o Rachida, aunque hayan nacido en el país y dispongan de pasaporte en regla, reduce en un 50% las posibilidades de ser convocado a una entrevista exploratoria. En cambio, si el nombre propio es Henk o Mark no hay problemas. Para poner fin a una situación endémica, todos los formularios serán anónimos a partir de 2017. No llevarán foto ni tampoco la edad, nombre o apellidos del aspirante: solo su currículo con los datos profesionales relevantes.
La mitad del censo de la ciudad (516.000 habitantes en 2015), que se presenta como la capital de la paz y la justicia internacionales, está compuesto por vecinos que no son de origen holandés, y la concejalía de Recursos Humanos quiere fomentar la igualdad de oportunidades. Su titular, el socialdemócrata Rabin Baldewsingh, nacido en Surinam —antigua colonia holandesa en el Caribe—, espera que su plan reporte “un 30% de empleados biculturales en los cuadros medios del consistorio”. Se refiere con ello a los holandeses de ascendencia marroquí, turca, antillana y surinamesa, las comunidades más representadas en la urbe junto con los holandeses autóctonos.
Llamarse Ahmed, Alí o Rachida, aunque hayan nacido en el país y dispongan de pasaporte en regla, reduce en un 50% las posibilidades de ser convocado a una entrevista exploratoria
Para llegar a la figura del candidato anónimo se efectuó antes una prueba piloto —entre enero y julio pasados— con unas 1.800 solicitudes. Se hizo público que no habría nombres ni fotos, y la presencia de los grupos arriba mencionados aumentó un 30%. De estos, un 13%, entre los que destacaban los de extracción marroquí y antillana, se decidieron a pedir trabajo pensando que tendrían más posibilidades de éxito. Solo se supo quiénes eran al sentarse ante la comisión de selección. A dicho encuentro decisivo, sin embargo, solo llegó un 8% de los peticionarios biculturales (en 2015, con formularios estándar alcanzaron la entrevista un 7,1%). Con todo, concluido el ensayo, 14 de los 39 nuevos empleados fueron de minorías étnicas. Hace un año sumaron 4 de 35.
El concejal Baldewsingh considera que el experimento ha sido un éxito porque “sirve para ampliar el radio de acción de las solicitudes hasta lograr que el Ayuntamiento refleje la composición ciudadana”.
Sus críticos dicen que no se puede asegurar, solo con un tanteo, que esos aspirantes vayan a tener igualdad de oportunidades en la vida real. En cuanto se presentan físicamente, indican, pueden sufrir la misma discriminación que antes. Convencido de las bondades del plan, el regidor ha remachado que para lograr la cuota del 30%, “en igualdad de condiciones y aptitud, si es necesario se elegirá al candidato que no sea holandés autóctono”. Un despropósito, según el Partido por la Libertad de Geert Wilders, el líder xenófobo. Sus ediles están en la oposición en el Ayuntamiento y consideran discriminatoria la cuota “para el mejor postulante”
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