El ‘establishment’ laborista se moviliza contra Corbyn
Tony Blair y la candidata Yvette Cooper alertan contra el empuje del candidato izquierdista
Yvette Cooper, una de los cuatro aspirantes al liderazgo de los laboristas británicos, ha advertido que las políticas del izquierdista Jeremy Corbyn son “viejas soluciones a viejos problemas” y nunca permitirían al partido acceder de nuevo al Gobierno. Su salida a la palestra es una respuesta a la creciente popularidad de un rival que lidera todas las encuestas y ha provocado un verdadero alud de registros para votar en la liza, entre acusaciones por parte de algunos dirigentes de que muchos son “infiltrados” de otras fuerzas en busca de subvertir el proceso.
Cooper no ha entrado en esa polémica y sí en cambio ha medido muy bien sus palabras, alejándose del tono apocalíptico utilizado por el exministro Tony Blair en una carta abierta publicada hoy por The Guardian, en la que asegura que si los laboristas eligen como líder a Jeremy Corbin, un socialista de la vieja escuela, el partido se arriesga a “la aniquilación”. La candidata, que ejerce de ministra de Interior en la sombra laborista, razona que la defensa de Corbyn de la renacionalización de sectores estratégicos o el abandono de la OTAN nunca superarían el escrutinio de unas elecciones generales. “Lo cierto es que Jeremy no ofrece una sola respuesta a los problemas de hoy. Sus políticas no son radicales, sino que carecen de credibilidad y nos impedirían regresar al poder para intentar cambiar el mundo”, ha sentenciado un día después de que se cerrara el tumultuoso registro de votantes.
Algunas de las cifras que se barajan sobre este proceso no han sido confirmadas por el partido –como las informaciones de la prensa de que 164.000 personas se registraron en las últimas 24 horas hábiles-, aunque sí un dato que resulta a todas luces ilustrativo: 610.000 personas participarán en la elección para designar al nuevo líder, mientras que antes de las legislativas del pasado año el partido tenía 200.000 miembros registrados. A pesar de las voces que denuncian la presencia de intrusos de otros partidos para intervenir en el voto, el proceso no se suspenderá y sus resultados se conocerán el 12 de septiembre.
Frente al silencio de los otros dos contendientes, Andy Burnham y Liz Kendall, Cooper dice haber intervenido con sus declaraciones aun a costa de que las críticas a Corbyn le puedan costar un puñado de votos. Asegura que ha asumido el riesgo por considerar que una importante batalla se libra en el seno del Partido Laborista y que Corbyn sería incapaz de mantenerlo unido. En otras palabras, ha recogido el temor expresados por varios miembros del establishment de que una victoria de Corbyn acabará partiendo al Labour.
El efecto Blair
Pero lo que más inquietaba a muchos dirigentes laborista, el efecto bumerán de una eventual intervención de Tony Blair (figura denostada por el ala izquierda del partido), puede estar ya en gestación. El primer ministro ha lanzado una diatriba contra Jeremy Corbyn y quienes le apoyan que puede disparar las simpatías hacia el veterano izquierdista. Algunos militantes del partido, escribe quien dirigió tres Gobiernos consecutivos, comparten “el mismo delirio de los años ochenta” y piensan que el laborismo ha perdido las elecciones “porque no es lo suficientemente izquierdista”. “Si Jeremy Corbyn se convierte en líder, el partido no sólo afronta la derrota sino la aniquilación”, es la sentencia de un Blair que coincide hoy con el Financial Times al tildar a los seguidores del candidato mejor posicionado de “nuevos idealistas” y “socialistas de los ochenta”.
Corbyn ha declarado, sin embargo, al diario financiero que los votantes jóvenes se sienten atraídos por su candidatura porque “en una era relativamente despolitizada, están interesados ahora en la idea de que es posible debatir políticas alternativas”.
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