Polémica por la compra de Peña Nieto de una casa a un contratista
'The Wall Street Journal' revela que el empresario obtuvo importantes contratos tras la venta de la vivienda en 2005
El desgaste de la cúpula del Ejecutivo mexicano por sus polémicas relaciones inmobiliarias con importantes contratistas no tiene fin. Primero fue la esposa del presidente, la actriz de telenovela Angélica Rivera; luego le llegó el turno al zar económico de México, Luis Videgaray, y ahora el dardo le alcanza, aunque algo menos venenoso, al mismísimo jefe de Estado. The Wall Street Journal ha revelado que el presidente, Enrique Peña Nieto, compró en 2005, al iniciar su mandato como gobernador del Estado de México, una segunda residencia en un exclusivo club de golf a un empresario, cuya constructora se benefició posteriormente de importantes adjudicaciones de la administración peñanietista. Entre 2005 y 2011, las firmas de Roberto San Román Widerkehr, el vendedor de la casa, recibieron contratos del Estado de México, un histórico bastión del PRI, por más de 100 millones de dólares. Y cuando Peña Nieto pasó a ser presidente, en 2012, ganó 11 contratos federales por 40 millones de dólares. Antes nunca lo había logrado, siempre según el citado diario.
La reacción oficial ante estas aseveraciones fue fulminante. Consciente del clima de desconfianza política que reina en México y que tragedias como la de Iguala no han hecho más que agravar, la Presidencia se afanó en negar cualquier trato de favor y señaló que la vivienda, de 372.000 dólares y ubicada en una parcela de 2.038 metros cuadrados, fue adquirida a precios de mercado, cumpliendo todos los requisitos legales, y siendo su uso “público y notorio”. También rechazó que hubiese ningún conflicto de interés, en la medida en que todos los contratos fueron obtenidos mediante procesos públicos y transparentes.
Estas nuevas revelaciones amenazan con echar más leña a un fuego abierto en noviembre pasado
El presidente conocía desde hacía años a miembros de la familia vendedora e incluso había participado en alguna ceremonia con ellos. Roberto San Román murió en 2010 y su negocio pasó a manos de su hijo Ricardo. Peña Nieto hizo pública la operación en el momento de compra del inmueble, situado en el club de golf Gran Reserva de Ixtapan de la Sal. También la hizo constar en su declaración patrimonial como presidente. La identidad del vendedor, sin embargo, no era conocida.
Estas nuevas revelaciones amenazan con echar más leña a un fuego abierto en noviembre pasado, cuando otra investigación periodística sacó a la luz que Juan Armando Hinojosa, un notorio contratista, muy cercano a Peña Nieto, no solo había construido la mansión de la esposa del presidente, Angélica Rivera, sino que se la estaba vendiendo a plazos. Rivera, en un mensaje difundido por vídeo, anunció que, para disipar cualquier atisbo de sospecha, ponía en venta su parte del inmueble.
Poco después, se destapó que el todopoderoso secretario de Hacienda, Luis Videgaray, había adquirido su segunda residencia al mismo empresario, con quien también mantenía lazos de amistad. En la medida en que Videgaray no ocupaba ningún cargo oficial en el momento de la operación (octubre de 2012), no ha habido acción penal, pero las sospechas despertadas por estos vínculos han elevado el termómetro del descontento popular, en un año en el que el PRI se enfrentará en junio a las urnas, en las denominadas elecciones intermedias (diputados, gobernadores y alcaldes).
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