El rechazo al primer ministro Erdogan une a los indignados de Turquía
Los manifestantes de Estambul concentran sus críticas en la prepotencia del primer ministro
Miles de personas ocuparon este lunes el centro de Estambul por tercer día consecutivo en la mayor protesta popular de los últimos años contra el Gobierno turco. Aunque unidos en sus llamamientos a la dimisión del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, los manifestantes, en su mayoría jóvenes, siguieron sin expresar de forma unitaria una serie de demandas o de condiciones para su retirada de la plaza de Taksim, origen y centro de las protestas.
“Ahora la gente no sabe qué hacer, quieren cosas diferentes, nadie estaba pensando en nada concreto cuando empezaron a protestar”, aseguró Idil Akin, una estudiante universitaria de 21 años, sentada junto al monumento a la República Turca y a Mustafá Kemal, Atatürk, que la fundó en 1923, en la plaza de Taksim.
El proyecto de la polémica en Taksim
El parque de Gezi. Situado a la espalda de la plaza que domina la parte europea de Estambul, este bosque de unos 600 árboles es un pulmón verde en una zona agobiada por el tráfico.
El cuartel cultural. El parque surgió en 1937, cuando fue derribado el cuartel de artillería Topçu, erigido a comienzos del siglo XIX por el sultán Mahmud II. Dentro del plan de peatonalización del área de Taksim, el Gobierno ha proyectado construir una réplica de la fachada del cuartel para instalar un nuevo centro sobre la cultura otomana.
El centro comercial. Para financiar el proyecto, las autoridades municipales han reservado un amplio espacio del nuevo edificio, que rodeará el actual parque, para uso comercial.
La mezquita. El primer ministro Erdogan asegura que el recinto contará con una nueva mezquita y que solo serán talados unos 12 árboles. Pero los ciudadanos no le han creído.
Lo que empezó como una sentada de unos pocos activistas en el cercano parque de Gezi para evitar su demolición, se convirtió en una protesta masiva tras la violenta actuación policial. El viernes, miles de manifestantes intentaron ocupar la plaza de Taksim y la policía respondió con cargas, cañones de agua e ingentes cantidades de gas lacrimógeno. Las protestas y la violencia se extendieron a la capital, Ankara, y a otras ciudades y, finalmente, el sábado por la tarde la policía se retiró del centro de Estambul, que está tomado por los manifestantes desde entonces. Los disturbios han continuado en el distrito de Besiktas en esta ciudad y también prosiguen en otros lugares del país.
La joven Idil Akin enumeró los diferentes motivos que han llevado a la gente a las calles, que se resumen en el “autoritarismo” de Erdogan. La reciente ley que limita la promoción y el consumo de alcohol aprobada por la mayoría parlamentaria del partido de Erdogan. Un supuesto intento de “islamización” del país por parte de este partido, que ha eliminado algunas restricciones que pesaban sobre la presencia de la religión en el espacio público. Un desarrollo urbanístico muy agresivo de Estambul, con la renovación del área de Taksim, el anuncio de la construcción del que será el aeropuerto con la mayor capacidad del mundo y los inicios de las obras del tercer puente sobre el Bósforo, que también supondrá la desaparición de zonas verdes. Las restricciones a la libertad de prensa y el hecho de que los grandes medios turcos al principio no informaron sobre las protestas están también en el origen del descontento.
“Y encima, vas y le dices a la policía que ataque a la gente”, añadió Akin, que se unió a las protestas el domingo tras ver la violenta respuesta policial. “Hay gente que dice que se irá a casa si [Erdogan] se disculpa, hay gente que dice que se irá si dimite, hay gente que dice que se irá si todo el Gobierno dimite, hay gente que no se quiere ir a casa si no cambia todo el sistema…”.
“La verdad es que esto lo ha provocado el primer ministro, con su afán en intervenir en todo, queriendo controlar de forma excesiva cada aspecto de la vida, el alcohol, los derechos de las mujeres… Se ha ido acumulando y al final ha explotado”, explica Cengiz Aktar, profesor en la Universidad Bahcesehir de Estambul y experto en sociedad civil. “Erdogan ha conseguido que lo odien, la gente tiene razones diferentes [para protestar], pero él ha conseguido que todos se junten contra él. Toda esta gente nunca se habría unido de otro modo”, añade Aktar.
“Esto sería parecido a los indignados en España, pero por supuesto por razones diferentes, ya que aquí la economía sí va bien, pero está más cerca de los indignados que de la primavera árabe", resume este académico.
Erdogan ha culpado de las protestas a “elementos extremistas” y al principal partido de la oposición, el Partido Republicano Popular (socialdemócrata laico), a pesar de que entre los manifestantes no se ven banderas ni emblemas de este partido. "Pero ya no es la protesta de los primeros días, ahora es otra cosa mucho más complicada, hay gente que quiere usar todo esto para derribar al AKP [el gobernante Partido para la Justicia y el Desarrollo del primer ministro Erdogan]”, comentó en este sentido Akin Ozcer, de 61 años, exdiplomático y escritor.
“Sin duda, también hay gente de Ergenekon y gente contra el proceso de paz [entre Turquía y el PKK], que supuestamente se están manifestando por la democracia aunque ellos no son democráticos”, añadió Ozcer. Ergenekon es el nombre de una supuesta red ultranacionalista y conectada con el Ejército que llevaría años conspirando para mantener Turquía como un Estado secular y unido bajo la identidad turca.
Sin embargo, en la calle los manifestantes insisten en el carácter no partidista y espontáneo de la protesta. “Pero para que haya una revolución, tiene que haber algo planeado”, reflexionó Idil Akin, la estudiante. “No va a haber una revolución porque no estamos unidos”, añadió mientras preparaba una mezcla de agua y vinagre, para protegerse del gas lacrimógeno en el caso de que volviera la violencia a Taksim.
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