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El misterioso rapto de Valeria

Una niña de cuatro años desaparece en México y la encuentran en El Salvador 12 días después Las autoridades creen que pudo ser víctima de una trata de personas

Juan Diego Quesada
La gente de Texcoco celebra la reaparición de Valeria
La gente de Texcoco celebra la reaparición de ValeriaSAÚL RUIZ

En la conurbación que rodea a la Ciudad de México, un área metropolitana caótica de millones de habitantes, el robo de niños es una de las grandes psicosis. Los pobladores han linchado en ocasiones a hombres que andaban merodeando un colegio. Ese miedo se materializó este mes cuando una niña de cuatro años desapareció en Texcoco, una ciudad colonial, y sorprendentemente apareció 12 días después vagando en otro país, en una zona montañosa de El Salvador, a más de 1.400 kilómetros de distancia. ¿Cómo llegó hasta allí? ¿Quién la raptó? Las incógnitas son muchas pero las respuestas más bien pocas.

El domingo, después de un día entero de papeleo y mediación entre los dos países, la niña volvió a casa como si nada hubiera pasado. Se le veía contenta y sonriente. “Estamos muy bien. Está en buenas condiciones físicas y lo que más queremos es seguir nuestra vida normal”, dijo la madre, Ana Cecilia de Jesús. Su día a día es trabajar en un puesto de fayuca, la mercancía importada de Estados Unidos, que forma parte de una plaza comercial en la que recolocaron a los comerciantes ambulantes del centro del pueblo.

Ahí es donde comenzó toda esta historia. La niña Valeria de Jesús desapareció en ese lugar un lunes por la mañana, a primeros de mes. En ese momento jugaba con un familiar, una niña un año mayor, cuando un hombre se les acercó y les dijo que iba a comprarles un conejo. La prima receló y rechazó la invitación, pero Valeria acompañó al hombre hasta la salida. A partir de ahí se esfumó. El único testigo es la prima. Nadie más vio cómo se la llevaban a pesar de que es una zona de mucho tránsito.

La madre, al darse cuenta, echó a correr calle abajo, en el sentido de la circulación pero no la pudo encontrar. Fabiola Ayala, una comerciante vecina, cree que si la mamá hubiese avisado podrían haber cortado la avenida y cerrar las salidas de la ciudad. “Ya era tarde cuando nos movilizamos. Nos pusimos a buscarla como locas pero no dimos con ella”, recrea Ayala. El trazado de calles de Texcoco, un pueblo de 250.000 habitantes, poco poblado para la media de las grandes urbes del centro del país, no es el idóneo para emprender una huida. El tráfico es insufrible. Ayala cree que la intervención divina fue providencial en la resolución del caso: “Rezamos por ella a diario”.

En el tiempo en el que no se supo nada de la niña, la familia y los vecinos empapelaron las calles con su fotografía. “La robaron”, se leía en muchos carteles, que durante este fin de semana estaban siendo reescritos con rotulador. “Gracias a Dios ya la encontramos”, pone ahora. La madre visitó desesperada un programa de televisión muy popular, Laura en América, donde contó su caso, un detalle que después resultó ser fundamental.

La ciudadanía de Texcoco se movilizó. Había concentraciones y misas diarias para que el tema no cayese en el olvido, como ocurre habitualmente con el pozo sin fondo que es la justicia mexicana. Una cadena de televisión mexicana llegó a dar a la niña por muerta dando credibilidad a un rumor, pero tuvo que rectificar. Osvaldo, un vecino que ha seguido el caso, cree que la determinación de esta madre coraje ha resultado fundamental: "Ella se atrevió a denunciar y a contar lo que pasó. Otra gente más ignorante se asusta y no reclama por miedo a las mafias. ¿Cuántos niños se habrán perdido por ahí sin que nadie los busque de verdad?".

En esas, apareció Valeria. Un hombre la encontró extraviada el viernes pasado en una calle de Sonsonate, un lugar perdido del país Centroamericano. La creyó reconocer por el show y contactó con un pariente que vive en Austin, Texas, en Estados Unidos. Faustino Quezada, que así se llama el inmigrante, llamó al Ayuntamiento de Texcoco y proporcionó fotografías de la niña para dar credibilidad a su testimonio.

La policía salvadoreña entró en juego. Mediante una webcam pusieron a la niña en contacto con su familia. La reconocieron al momento. Hasta que fuese repatriada, un departamento de atención al inmigrante se hizo cargo de ella. “La policía no sabía muy bien qué hacer con ella. Hablaron conmigo y nos coordinamos para llevarla a un centro de protección y ahí pasó la noche. Se veía extrañamente desenvuelta, no parecía afectada por nada”, cuenta desde El Salvador Eunise Olán, jefa del departamento que atendió a la menor.

La presidenta municipal de Texcoco, Delfina Gómez, no reveló nada importante para entender el caso pero dijo que en este año han desaparecido 15 menores en la localidad, de los que 13 han regresado. Gómez pidió a los vecinos a actuar con responsabilidad y no crear “una psicosis” que confunda a la sociedad. Cree que es un buen ejemplo cómo se movilizó su pueblo: “Si siempre se hiciera así el país funcionaría de una mejor manera”.

La versión que manejan las autoridades es que Valeria fue víctima de unos traficantes de personas. Un periódico de El Salvador dice que la policía había detenido al hombre que secuestró a la niña pero esa información no había sido aun confirmada. Los interrogantes del caso son muchos, lo único seguro es que el miedo colectivo a la desaparición de niños, un tema habitual que preocupa a las personas que viven en las zonas más desfavorecidas y que en ocasiones se toma como un mito, se hizo realidad. Encontrarla ha sido casi un acto de fe.

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Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.

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