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La cumbre europea consagra la alianza de Rajoy con Hollande

España y Francia buscan mejorar la financiacia de la política agraria

Mariano Rajoy y François Hollande, durante una reunión bilateral que en Bruselas.
Mariano Rajoy y François Hollande, durante una reunión bilateral que en Bruselas.Bernal Revert (EFE)

Mariano Rajoy durmió cinco horas el jueves por la noche. Se lo dijo, en su incipiente inglés, a los primeros ministros británico y holandés, David Cameron y Mark Rutte, con quienes se reunió antes del plenario del Consejo Europeo que concluyó el viernes sin lograr un acuerdo sobre los presupuestos de la Unión para el periodo 2014-2020.

A las once de la noche del jueves la delegación española recibió por escrito la propuesta Van Rompuy II, que modificaba la presentada por el propio presidente del Consejo diez días antes, y que Rajoy tachó de “inaceptable”. Se mantenía el techo de gasto —inferior en 80.000 millones al proyecto de la Comisión y en 20.000 al presupuesto vigente para el septenio 2007-2013—, pero se mejoraban los dos capítulos que más preocupaban a España: las ayudas a la agricultura y los fondos de cohesión.

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Cuando Rajoy le dijo a Angela Merkel que España era uno de los países más perjudicados por la propuesta inicial de Van Rompuy, la canciller alemana le interrumpió: “Ya lo sé”. La mayoría de los socios hacen simulaciones sobre cómo les afectan las propuestas que se van poniendo sobre la mesa, pero Alemania realiza dicho ejercicio para todos los demás, así que Rajoy no tenía que convencerla. Pese a ello, se esforzó: “Mi país atraviesa una situación muy difícil, con medidas de ajuste muy duras, y el pueblo español no entendería esta bofetada”.

La propuesta Van Rompuy II corregía el drástico recorte de los fondos de cohesión y las subvenciones agrícolas —en torno al 13% cada una— con un incremento de 11.000 y 7.700 millones, respectivamente. España recibía un regalo especial: un sobre de 2.750 millones, para que la pérdida de las ayudas europeas por parte de aquellas regiones que han superado el 75% por ciento de la renta media comunitaria no sea brusca sino gradual.

Su montante se desglosa en 200 millones para Extremadura, la única que sigue siendo prioritaria; 1.500 para las regiones en transición (Andalucía, Galicia, Castilla-La Mancha y Murcia) y 1.000 millones para las desarrolladas, pero que no llegan aún a la media europea (Ceuta, Valencia y Castilla y León). Además, se mejoraba el trato a Canarias (30 euros por habitante, cinco menos que ahora, pero diez más que en la propuesta inicial) y se mantenía una asignación específica de 50 millones para las dos plazas norteafricanas.

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Durante toda la noche, un equipo de la Dirección General de Fondos Comunitarios del Ministerio de Hacienda estuvo de guardia en Madrid analizando las consecuencias para España de la última propuesta de Van Rompuy. A los ocho de la mañana, el director general, José María Piñeiro, que se había desplazado a Bruselas con Rajoy, le entregó sus conclusiones.

Merkel admitió que, según sus datos, España era uno de los más perjudicados

Días antes de la cumbre, la representación española ente la UE había estimado que el recorte de los fondos de cohesión y la Política Agraria Común (PAC) supondría para España la pérdida de hasta 20.000 millones en siete años. En cambio, Rajoy apeló el viernes a la prudencia para no revelar el saldo para España de los últimos ajustes. No obstante, se mostró “razonablemente satisfecho” con el resultado del capítulo de cohesión y mucho menos con el agrícola.

Cameron garantizó que no quería recortar cohesión y agricultura

De los dos bloques que se formaron ante la cumbre europea —los Amigos de la Cohesión y los de Gastar Mejor; es decir, gastar menos—, España se encuadraba en el primero, junto a Portugal, Grecia y los países del Este de Europa. Pese a ello, Rajoy no se reunió en Bruselas, como estaba previsto, con Donald Tusk, primer ministro de Polonia, el país que ha sucedido a España como principal receptor de fondos estructurales, y delegó en el secretario de Estado para la UE, Íñigo Méndez de Vigo, para que lo representara ante los mandatarios de los países de la cohesión.

De manera casi imperceptible, España empieza a cambiar de amigos. Y no por voluntad política, sino porque la realidad se impone. En 2014 (si no en 2013), España se convertirá, por vez primera, en contribuyente neto y empezará a mirar más lo que aporta que lo que recibe.

Además, con unos fondos de cohesión menguantes, el compromiso de que las regiones españolas en transición reciban el 60% de lo que percibían hasta ahora solo puede lograrse en detrimento de otros países.

Respecto a las subvenciones agrícolas, el Gobierno estima que los 7.700 millones agregados a última hora por Van Rompuy supondrán 975 millones para España a lo largo del septenio. Muy poco comparado con los mil millones anuales de pérdidas que estimaron los sindicatos agrarios con su primera propuesta.

Por eso, François Hollande fue el único mandatario con quien Rajoy se reunió dos veces en Bruselas. “¿Crees que habrá acuerdo?”, le preguntó el viernes por la mañana. “La política agrícola es lo más importante. Todos debemos estar unidos”, le respondió el presidente francés. Rajoy respaldó sin reservas su petición de que se incrementen en 6.000 millones las ayudas directas a los agricultores. Y a la demanda se sumó un tercer y valioso aliado: el primer ministro irlandés, Enda Kenny, que a partir del 1 de enero será presidente de turno de la UE y dirigirá la fase final de la negociación.

La reunión con Cameron y Rutte, los dos adalides de entrar con la tijera en el presupuesto comunitario, se preveía la más dura, pero resultó la más plácida. Cameron aseguró a Rajoy que no es en los fondos de cohesión o las ayudas al campo donde pretende recortar, sino en otras partidas que a él le preocupan menos, como la política exterior o la burocracia europea. Rutte no daba crédito a su olfato. “Alguien ha fumado aquí”, exclamó. Rajoy ya podía fumarse un puro.

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