Entrenar para ser una Femen “firme y agresiva”
Seis aspirantes pasan un día de prácticas con el colectivo feminista más combativo
“¡No es abuso, es violación!”, gritan ocho mujeres a la vez, con rabia en los rostros. Llevan dos horas sujetando un cartel sobre la cabeza como ejercicio de resistencia. Es un sábado de verano y las femen, conocidas por protestar a pecho descubierto con flores en el pelo, se dan cita para entrenar en un edificio okupado en el sur de Madrid, cuya ubicación mantienen en secreto por motivos de seguridad.
Entrenar, aprender y desarrollar técnicas de protesta “para cambiar el mundo sin permiso” es lo que mueve a las activistas de Femen, un grupo feminista que nació hace 10 años en Ucrania. Lara Alcázar, de 25 años, fundó la rama española en 2012. Durante años solo una decena de mujeres ha asistido a los entrenamientos. Sin embargo, desde el 8-M se han disparado las peticiones para sumarse a la organización y ya superan la veintena de integrantes en toda España.
Las mujeres de Femen se reúnen todas las semanas para entrenar, pero ese sábado se trata de un acto especial: dar la bienvenida a las seis jóvenes que quieren sumarse al movimiento. Alcázar pregunta por los motivos de las aspirantes para unirse a la acción: “La opresión que siento por ser mujer”, “el hecho de la sociedad no me trate igual que a los hombres”, explican las recién llegadas. Femen no tiene una sede, ni un lugar fijo. Sus miembros se van moviendo según las necesidades, siempre bajo un código solo conocido por ellas. Pero ponen su sello en cada local por el que pasan. Antes de que lleguen las nuevas, Alcázar y sus compañeras decoran el salón con carteles con lemas como: El machismo es terrorismo o Mi consentimiento es ley. El techo lo han trenzado con cintas de colores como las que se desprenden de la corona de flores que luce Begoña Martínez, una de las más veteranas de Femen.
La sesión se compone de dos partes. La primera consiste en una preparación mental. Alcázar resalta la capacidad del grupo de crear lazos de confianza, a lo que dedican muchas horas a la semana: “Necesitas tener una conexión casi telepática con tus compañeras a la hora de realizar una acción”. Una simple mirada tiene que bastar para saber que es hora de desabrocharse la camisa y empezar a gritar las proclamas de Femen mientras se dirigen a su objetivo. Construir comunidad es una parte importante de la formación de las activistas.
Martínez invita a las aspirantes a mantenerse siempre informadas para conocer la realidad y poder incidir en ella: “Si Donald Trump viene a España, es necesario saberlo para pensar en hacer una acción”. La actualidad es la que impulsa las acciones de Femen.
En la segunda parte del entrenamiento empieza el trabajo físico. “¿A alguna le importa quitarse la camiseta?”, pregunta Martínez. Las femen empezaron a escribirse mensajes en el pecho en sus acciones cuando observaron que la prensa recortaba de las fotos las pancartas que sujetaban por encima de la cabeza, lo que hacía que se perdiera el mensaje y dejaba a la mujer como un mero objeto sexual.
Los nervios y la timidez impregnan el salón cuando las aspirantes se quedan en sujetador. Para las nuevas, quitarse la ropa por primera vez delante de todas genera inseguridad. “¡Pensad en lo que os dé más rabia!”, anima Alcázar.
Las veteranas muestran las posiciones que se deben adoptar durante las acciones. Hay que mantener una posición fija, con las piernas abiertas, los brazos extendidos y el puño cerrado, para no ser derribadas por la policía y que la acción dure más tiempo. Muchas de las recién llegadas acaban en el suelo y con moratones en la cadera después de cuatro horas de trabajo intensivo. Sin embargo, aprender a defenderse les hace descubrir lo fuertes que pueden llegar a ser. Alcázar interviene cuando percibe síntomas de relajación entre las aspirantes: “No está permitido reírse, ni posar. Una femen debe tener siempre una actitud agresiva y firme, si no, no nos van a respetar”.
Una vez en la posición correcta, es imprescindible no dejar de gritar los lemas de la organización. Una de las proclamas más repetidas es Free femen, frase que utilizan para expresar la persecución que sufre el grupo en países como Ucrania o Rusia. La resistencia a la policía, explica Alcázar, ha de ser activa, pero pacífica, pues está prohibido que activistas agredan a las fuerzas de la autoridad en mitad de una acción, ni siquiera como forma de defensa. Es un delito penal que puede acarrear penas de cárcel de seis meses a tres años. "¿Es delito desnudarse?", pregunta una de las aspirantes. Una de las veteranas, muy asesorada por los abogados, explica que el desnudo completo también está penado por la ley, pero que enseñar los pechos, su modo de protesta, no.
Después de un día de entrenamiento solo queda sudor y una sonrisa en la cara de las nuevas femen por todo lo aprendido. Al final del día los carteles se descuelgan, las flores van a una bolsa y el espacio queda otra vez vacío. Por la puerta salen seis activistas más.
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