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‘Mea’ culpa

La educación judeocristiana y la baja autoestima fabrican el sentimiento de culpa en asuntos sexuales

Desde que somos pequeños nos enseñan a comportarnos. Ese aprendizaje viene de la costumbre, las reglas y normas de la sociedad en la que vivimos y está impregnado de los propios prejuicios de quienes nos enseñan. ¿Qué ocurre cuando el sexo es uno de los elementos en esta fórmula?

Relaciones sexuales dinamitadas por el sentimiento de culpa
Relaciones sexuales dinamitadas por el sentimiento de culpaArman Zhenikeyev (Getty Images)

Seamos honestos. A esto del sexo, prácticamente, acabamos de llegar. El divorcio se legalizó en nuestro país en 1981, la santa iglesia católica a punto estuvo de excomulgar a Adolfo Suárez y hasta que Zapatero no modificó esa ley en 2005 no se eliminó la necesidad de invocar causas en que fundar la petición de divorcio. Lo cual solo habla de la situación legal de las parejas, no tanto de la realidad, porque el "aquí te quedas" y los cuernos, han sido siempre y serán el pan nuestro de cada día. Y han originado y originan auténticos tumultos emocionales y personales en los practicantes y sufridores.

Laura Rojas Marcos, doctora en psicología clínica y en salud, asegura que nacemos casi con la obligación genética de sentir culpa: "La mayoría de las personas han sentido culpa en algún momento de su vida. Y surge cuando sentimos que hemos hecho daño, intencionado o no, a otra persona o cuando creemos que no cumplimos con nuestras propias expectativas o la de otros. A veces las personas se sienten culpables por hacer o no hacer/decir algo determinado. Está directamente asociada al sentido de responsabilidad."

Asumamos que la fidelidad es un invento humano. Como animales que somos, vamos a desear a cuantos se crucen en nuestro camino y reúnan los parámetros que pueden convertirlos en amantes. Marta Ibáñez, psicóloga de pareja y especialista en sexualidad, admite que el sentimiento de culpa origina muchas rupturas y es tajante al respecto: "Una muestra de amor también puede ser no contárselo a tu pareja".

El sentimiento de culpa no sabe de sexos
El sentimiento de culpa no sabe de sexosYuri_Arcus (Getty Images)

MALDITO PROBLEMA DE AUTOESTIMA

Marta Ibáñez, distingue que los hombres y las mujeres no responden igual a las infidelidades:  "A las mujeres nos cuesta más perdonar una infidelidad emocional. No tanto echar un polvo como esas charlas por WhatsApp de noche y a escondidas. En cambio, los hombres llevan peor el tema sexual". Nuestras propias inseguridades aumentan el peso de la mochila con la que cargamos. "A nosotras nos da miedo que nuestra pareja encuentre a alguien con quien se lo pase mejor, a ellos que encontremos a otro que sea mejor en la cama o la tenga más grande". La mujer busca la protección de su prole y perdona mejor los polvos que no la ponen en riesgo; el hombre duda de su supremacía y necesita sentirse el mejor amante.

ASUMAMOS LO OCURRIDO

Asumir la responsabilidad de lo ocurrido es la primera fase para gestionar el sentimiento de culpa. Discernir si la infidelidad es algo esporádico o se va a repetir y saber determinar si el hecho de que se repita puede influir en la relación que se tiene. Hay parejas que se ponen los cuernos y no supone un problema. Mantienen una relación abierta; defienden su promiscuidad sin ocultarla. El acuerdo tácito entre los implicados solo afecta a los amantes. Y aquí cada uno establece el suyo propio. Rojas Marcos sostiene que la culpa se puede gestionar: "Lo primero es identificar qué nos hace sentir culpables, explorar los porqués y analizar las razones. Después es importante distinguir entre la culpa real y la culpa falsa. Es decir, evaluar si las razones por la que nos sentimos culpables son objetivas o no, ya que a veces caemos en la culpa falsa: nos sentimos culpables por algo que han hecho otros, o nos sentimos responsables de algo de lo que no somos objetivamente responsables.". Muchos de los engañados pasan por ese proceso. Se sienten culpables de que el otro haya salido a buscar sexo fuera de la cama. Pero en asuntos de pareja, se tiende a culpabilizar al otro, según Marta Ibáñez: "Cuando una pareja acude a terapia y no se culpabilizan el uno al otro, siempre lo alabo. Normalmente, cuando llegan vienen con pistas para que yo ejerza de juez y dirima quién es el bueno y quién es el malo". Cuesta entender que la culpa, como tal, no existe. Existe la responsabilidad. Y cada uno tiene su parte de responsabilidad de cuanto acontece en una pareja.

ALGO BUENO TIENE QUE TENER ESTE SUPLICIO

Posiblemente, Laura Rojas Marcos sea una de las que mejor ha analizado el sentimiento de culpa. Y de las que mejor lo explica. Su libro sobre el tema lleva miles de ejemplares vendidos sin vistas a parar de editarse. La psicóloga sostiene que el sentimiento de culpa también tiene su parte positiva: Tener la capacidad para sentir culpa no es necesariamente "malo". De hecho, poder sentirla es algo positivo, ya que implica empatía: ponerse en el lugar de otra persona. Nos permite considerar los sentimientos de otros e incluso nos ayuda a controlar nuestros impulsos. Si nos sentimos culpables es porque reparamos en que hemos perjudicado de alguna forma a otra persona. Hay personas que sienten culpa y otras que no. Todo depende de la perspectiva que uno tenga sobre este concepto y las razones por la que es infiel. Lo que hay que encontrar es la parte de responsabilidad de cada uno".

Quizás debamos mantener la cabeza fría después del calentón de una infidelidad. Quizás deberíamos dejar de llenar las mochilas con las que cargamos de prejuicios y valores ajenos. Quizás deberíamos saber qué es lo imprescindible para amar a alguien y para que nos amen.

Quizás. Solo quizás.

 

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