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El secreto mejor guardado de Naciones Unidas

Francisco Rojas, rector de la Universidad para la Paz de Naciones Unidas, habla sobre los retos para superar los conflictos

Francisco Rojas, rector de la Universidad para la Paz de Naciones Unidas.
Francisco Rojas, rector de la Universidad para la Paz de Naciones Unidas.

En 1980 se estableció en Costa Rica la Universidad para la Paz de las Naciones Unidas, donde actualmente más de 100 estudiantes de 47 países realizan posgrados relacionados con la resolución de conflictos o el mantenimiento de la paz. Su rector, el politólogo Francisco Rojas, reflexiona en esta entrevista sobre la inequidad, la violencia y la corrupción en Latinoamérica, las limitaciones del multilateralismo de la ONU y el papel que desempeñan los egresados de esta casa de estudios.

¿Por qué Naciones Unidas eligió a Costa Rica como sede de la Universidad para la Paz?

Porque es un país que tiene una historia centenaria de democracia, una forma de resolución de conflictos en la que prima el diálogo. Además, desde que se creó esta Universidad llegaron otros organismos internacionales para generar espacios de diálogo, tolerancia y convivencia pacífica. Costa Rica ha apoyado iniciativas como el Tratado de control de armas en Naciones Unidas o la Declaración del derecho a la paz en el Consejo de Derechos Humanos en Ginebra.

Usted menciona el apoyo de Costa Rica al Tratado de Control de Armas mientras las estadísticas muestran que en manos de civiles costarricenses hay 500.000 armas ligeras. ¿Qué explicación encuentra a esta situación?

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¿A qué países les sale más cara la violencia?

Hay una parte que probablemente es herencia de las guerras en Centroamérica y otra de personas que piensan que armándose se resuelve el tema de su propia seguridad, cuando ocurre lo contrario. En América Latina es necesario el control de armas ligeras, pero es difícil cuando en EE UU esto no ocurre y desde allí llegan armas que se mueven sin ningún problema desde México a cárteles de todo el mundo. En consecuencia, de las 52 ciudades con mayor violencia en el mundo, alrededor de 40 están ubicadas en América Latina. De esas, 20 en Brasil.

¿Cómo llegamos a este extremo?

La principal amenaza en América Latina es la inequidad, la segunda es la violencia y esta se ve facilitada por la corrupción, porque abre espacios al crimen organizado. Por lo tanto se requiere reafirmar la democracia en toda la región. El Latinobarómetro señala que alrededor del 54% de la población latinoamericana expresa que la democracia es el mejor sistema político. Pero alrededor del 60% de los latinoamericanos no se encuentra satisfecho con las respuestas que da la democracia. Esto genera tensión y desmocratización.

¿De qué forma se manifiesta ese debilitamiento democrático?

Uno de los problemas es el vínculo entre dinero y política que genera espacios de corrupción. Entre el 60% y 70% del Congreso brasileño ha tenido algún vínculo con pagos ilegales. No hay ningún país de la región que se libre y esto demuestra que la respuesta debe ser regional, porque la experiencia de la constructora brasileña Odebrecht demuestra que el dinero fluye en la región comprando voluntades políticas. Y el dinero del narcotráfico busca el control territorial que le permita tener impunidad. Debe haber mayor transparencia política en la región.

¿Pero cuánto se puede mejorar cuando los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU son los mayores vendedores de armas del mundo, como EE UU y Rusia?

Desde EE UU las armas se mueven sin problema a cárteles de todo el mundo

Creo que es muy difícil. Se requiere un consenso muy grande con respecto al multilateralismo. Hoy en día estamos en una etapa de cambio en las relaciones de poder que tienden a afirmar mayor autonomía, aislamiento y control de la supremacía, que hace bastante inviable el cambio. Esto requiere un aumento del consenso global para reforzar la normativa de Naciones Unidas de no venta de armas allí donde hay guerras civiles, donde se han producido genocidios. La capacidad de control y supervisión sobre quién vende las armas es relativamente difícil.

¿Resulta descabellado pensar en un Consejo de Seguridad con miembros permanentes más amplio y diverso?

El derecho de veto de los cinco miembros permanentes en el Consejo de Seguridad es una de las dificultades de la estructura de Naciones Unidas, pero allí es donde la voluntad política de los Estados debe ser concertada para avanzar en el terreno del multilateralismo. La ampliación del Consejo de Seguridad no está en la agenda, de hecho hay dificultades por parte de las Naciones Unidas en su relación con los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, que tienden a reducir el poder de la ONU como organismo multilateral.

¿Cuál es el peso de los EE UU frente a los otros miembros permanentes?

EE UU tiene un peso muy importante porque representa el 20% del presupuesto y en las operaciones de paz tiene una incidencia mayor. Esto significa que si no hay un acuerdo internacional sobre cuáles son las principales amenazas y cómo se enfrentan, se generan situaciones como la que se dio en la administración de George W. Bush en torno a Irak. Pero al mismo tiempo no hay ningún otro organismo que sea capaz de cumplir las funciones de Naciones Unidas, cuyo rol esencial es prevenir la guerra. Si no existiera habría que inventarla.

La labor de esta Universidad parece fundamental pero su difusión es escasa, ¿a qué se debe?

No es conocida como debería serlo y a nosotros nos cabe esa responsabilidad, difundir el tipo de formación que entrega y el rol de nuestros graduados. Alicia Bárcenas, miembro de nuestro Consejo Internacional, señala que la Universidad para la Paz es el secreto mejor guardado de Naciones Unidas. Es más necesaria que nunca.

¿Cuál es el rol que desempeñan sus egresados?

Nuestros graduados son alrededor de 2.000, el 60% mujeres. Están en más de 100 países y desarrollan acciones que van desde fomentar espacios de diálogo en Myanmar, en situaciones de posconflicto pero de alta polarización como en Camboya o el diálogo nacional en Filipinas para terminar con conflictos heredados de la Guerra Fría, así como las labores que se desarrollan en el caso de Colombia; nuestros estudiantes han estado en Sudán del Sur y hemos desarrollado proyectos de cultura y paz en la frontera entre Kenia y Uganda.

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