Del día de la madre al de los abuelos sin nietos
España es uno de los países europeos que menos invierte en protección social; lo justo para cubrir la sanidad, la educación y las pensiones
Celebrar en España, como en algunos otros países europeos, el Día de la Madre es como una broma de mal gusto. Porque ser madre hoy es, para el común de las mujeres, una heroicidad similar a la de culminar el Everest. Hay muchas valientes que se atreven a intentarlo, cegadas seguramente por la alocada fuerza de la naturaleza. Es el único incentivo, en puridad, para lanzarse a la aventura.
Los datos macroeconómicos que airea periódicamente el Gobierno henchido de orgullo aseguran que España crece a buen ritmo y que la crisis empieza a quedar atrás. Quizá, entonces, sería el momento de arreglar algunas pequeñas cuestiones, como, por ejemplo, facilitar a los jóvenes que dispongan de un proyecto de vida y que hasta puedan tener hijos. Como digo, una menudencia.
El proyecto propio de vida es el primer escollo. La mitad de los jóvenes españoles, ya se sabe, no tiene trabajo y dos tercios de los que sí lo han conseguido no disponen de un contrato fijo. No es extraño que las españolas sean de las que más tardan en abrazar la maternidad. Siempre podrá contar ella y su pareja con la inestimable y, sobre todo, imprescindible ayuda de los abuelos.
El horizonte se ensancha cuando la larga experiencia del becario o la becaria (casi siempre sin sueldo, como defiende Jordi Cruz) logra un trabajo remunerado. Pero aquí, de nuevo, las dificultades para la paternidad son casi las mismas. Según cálculos de la Unesco, el coste de tener y mantener un hijo oscila entre los 7.000 y los 21.000 euros anuales. Es un desembolso que, en España, pocos se pueden permitir. Ahí están las estadísticas para confirmarlo. Los sueldos españoles nunca fueron para tirar cohetes, pero tras la reforma laboral se han encogido aún más: 25.999 euros anuales era el salario medio en 2011. Ahora es de 25.211. De nuevo, la concurrencia de los abuelos para cuidarlos de manera altruista es imprescindible.
La nueva familia buscará ayudas para evitar abusar tanto de los mayores, pero en España, como también es sabido, el Estado es poco generoso y hay pocas guarderías públicas, pocos cheques-bebé y menos ayudas en especie. De nuevo, los abuelos son los únicos capaces de ofrecer lo que el Estado de bienestar no da.
El resultado es un país menguante que pierde 72 personas cada día. Los inmigrantes no han regresado en masa y la tasa de fertilidad (1,33) es una de las más bajas del mundo. Los índices de natalidad están estrechamente ligados al gasto público. Lo demuestran los países nórdicos y Francia, la campeona europea de la natalidad. España es uno de los países europeos que menos invierte en protección social; lo justo para cubrir la sanidad, la educación y las pensiones. Los abuelos son el único recurso de las valientes que suben el Everest.
De seguir así, solo unas pocas privilegiadas podrán celebrar el Día de la Madre y este país será un mundo de abuelos; sin nietos, eso sí.
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