Los seis retos de los niños en Latinoamérica
Al cumplir un año de mandato, Marita Perceval, directora regional de Unicef, repasa lo hecho y lo mucho que queda por hacer para la protección de la infancia
De formación es filósofa. De corazón, “activista feminista”. Su carrera profesional ha estado ligada a la docencia primero y la política después. En Argentina, su país. “Fui senadora nacional, elegida por voto directo de los electores, y presidí la Comisión de Defensa con la responsabilidad de ocupar un espacio que se resistía a la presencia de mujeres”, resume. Tras aquel mandato, fue nombrada embajadora ante Naciones Unidas cuando Argentina iba a ser miembro del Consejo de Seguridad. Desde hace un año, Marita Perceval es la directora regional de Unicef para América Latina y el Caribe.
Cada nuevo reto que ha asumido ha sido para ella “una sorpresa de la vida”. Fue el caso de su actual posición. “Ya me estaba volviendo de la ONU y me convocaron para darle forma y arquitectura institucional al área de promoción de derechos humanos en mi país. En eso estaba, cuando me llamaron para presentarme a un proceso de selección público, transparente y exigente, como son los procesos de selección en Unicef”.
No fue fácil, asegura. En diciembre de 2015 comenzó la ronda de entrevistas y se preguntaba si sería capaz de superarlas. Tuvo miedo. Una sensación de temor que desapareció cuando Anthony Lake, director ejecutivo del organismo, la convocó a Nueva York. Lo había conseguido. El 8 de marzo de 2016, Día Internacional de la Mujer, asumió su actual cargo, al que dedica “mucho trabajo” y algunas horas de insomnio. “En 12 meses he recorrido 21 países de la región. Y aquí estoy”, subraya sentada en uno de los despachos de la oficina de la organización en España.
3,2 millones de menores de cinco años no han sido registrados al nacer, lo que les condena a no tener acceso a servicios y derechos como salud, educación o transporte
Ha sido un primer año de idas y venidas en las que Perceval ha podido “tocar” la realidad que hasta entonces conocía en gran medida desde los despachos. Con esta experiencia en terreno, ¿qué balance realiza de lo conseguido? ¿Qué desafíos son más urgentes atender respecto a la infancia en la región? Se remanga un poco la camisa, coge un folleto con todos los datos que le hacen falta recordar y se pone manos a la obra con las respuestas.
La desigualdad
“Tanto desde la academia [el mundo académico], como desde los espacios públicos de representación, indudablemente sabíamos que el desafío era no solamente la erradicación de la pobreza, sino también vencer la escandalosa desigualdad que atraviesa las vidas cotidianas de todos y todas”. Un problema que Perceval conocía muy bien de su labor en Argentina y en la ONU. “Pero otra cosa es tocarla”, insiste. “Por ejemplo, en un país del Caribe, por el solo hecho de ser amerindia, de ser niña y de haber nacido en ese lugar, la desigualdad se conjuga con la discriminación, la pobreza y la exclusión. Además, te debes animar a subir a un bote destartalado e inestable durante horas para ir a una escuela que tal vez no tenga ni siquiera los docentes que se necesitan porque ya se fueron o quizá nunca llegaron”, enumera.
Lo ha visto. Como vio que en uno de los espacios sanitarios transitorios instalados tras el huracán Matthew en Haití para atender a los niños con cólera, había infraestructura y niños para atender, pero ni una sola enfermera. Esta realidad se combina con los progresos que realizan determinados países que ya son de renta media y camino de ser de renta alta.
La pobreza
La desigualdad es el principal reto. Pero, ¿en qué se ha avanzado en este año? “Unicef trabaja por resultados, no solamente por buena voluntad. No hay proyecto, programa o iniciativa que no esté evaluada”, asegura. En este sentido, Perceval elige centrarse en la guerra contra la pobreza. “Tenemos una población de 195 millones de niños, niñas y adolescentes. De ellos, 70 millones viven en condiciones de pobreza multidimensional. Aproximadamente el 5% del PIB, como agregado regional, está destinado a políticas relacionadas con la protección de la infancia. Y estamos trabajando, junto con otras organizaciones, para que los presupuestos nacionales sean más sensibles a esta agenda y que se avance en la toma decisiones en favor de los niños, así como su monitoreo y evaluación. Esto se ha ido logrando en países como Chile, México o Perú”, celebra con cautela.
Registro al nacer
“Dos de cada cinco niños [de la región] no tienen garantizados algunos de sus derechos”, señala Perceval. Y los hay que no tienen ninguno en absoluto, pues 3,2 millones de menores de cinco años no han sido siquiera registrados al nacer. “No se trata de tener un pedacito de papel, sino del derecho a la identidad, el derecho a tener derechos. Si no, no estás en la escuela, no eres un habitante, ni una ciudadana para un centro de salud, ni para ir a jugar a la plaza, ni para que te inviten al teatro de tu comunidad”, se indigna con contención la directora regional de Unicef.
“¿Quiénes son estos 3,2 millones de niños y niñas? ¿Todos? No”, se pregunta y se responde contundente la argentina. “Son los discriminados. Los indígenas, afrodescendientes, quienes habitan en zonas rurales, los desplazados internos en nuestros países... No solo por conflictos armados, sino por la necesidad de buscar un trabajo o unas condiciones de vida de mayor dignidad. Tenemos la evidencia, tenemos los datos. Un objetivo concreto. Y ahora, construyendo la voluntad social e institucional, a ver si es cierto que antes de llegar a 2030 logramos que en América Latina y el Caribe todos los niños y todas las niñas ejerzan plenamente su derecho a tener derechos”.
Migraciones
“En la región de Centroamérica Norte y México las migraciones no son nuevas. Hay que salir de los espejismos de cartón. El reduccionismo humilla o discrimina. Cuando no, te vuelve torpe”, alega contra las explicaciones simplistas del fenómeno. “Primero, allá los movimientos de población están basados en múltiples causas. Desde la necesidad de las familias de buscar mejores oportunidades de trabajo para sus hijos e hijas, hasta los escenarios de violencia o la falta de acceso a servicios que garantizan derechos como la salud, la educación o transporte. No estoy diciendo cosas muy exóticas”, resume.
Es el deber de Unicef contribuir a que la Convención por los Derechos del Niño que los países de la región han ratificado no sea papel mojado Martita Perveval, directora de Unicef para América Latina y el Caribe
Conocer esas múltiples causas que empujan a las personas a abandonar su hogar es indispensable, en opinión de Perceval, para entender que no son enemigos —aún menos los más pequeños— sino víctimas, vulnerables además a situaciones de riesgo extremo. De ahí, el empeño de Perceval en que la organización que lidera estuviera presente, al menos como observador, en la Conferencia Regional de Migraciones. “¡Era adulto-céntrica!”, enfatiza. “Pero ya estamos participando activamente en la conversación, y se está avanzando en que los Gobiernos asuman protocolos comunes en sus consulados para la prevención de todas las formas de violencia que los niños y las niñas pueden sufrir en el tránsito, así como evitar situaciones de explotación”. Ese es el deber de Unicef, dice. Y no por capricho, sino porque es su responsabilidad contribuir a que la Convención por los Derechos del Niño que los países de la región han ratificado “no sea papel mojado”.
¿Cómo afecta que EE UU, deseado destino de los migrantes de Centroamérica, no sea firmante de la Convención de los Derechos de Niño? “En realidad, se ha podido trabajar en muchas agendas sobre los mandatos de Unicef, aun cuando no esté firmada la Convención. Podría decirte otros países que sí la han firmado y no la honran ni respetan.
La violencia
“Otra cuestión concreta a la que le hemos puesto número es a la violencia. En la región más violenta del mundo”. Y aclara: “Porque no solo es la más desigual, aunque no sea la más pobre. También es la más violenta, aun sin conflictos armados”.
Los datos, y por tanto la realidad que reflejan, son "vergonzantes", en palabras de Perceval. “Uno de cada cuatro asesinatos de menores que se comenten en el mundo, ocurren en nuestra región. Más de un millón de niñas adolescente de entre 15 y 19 años dicen, las que se animan a admitirlo, que han experimentado violencia sexual o actos sexuales forzados, especialmente por parte de conocidos. Una de cada cuatro niñas se casa antes de cumplir los 18 años”, enumera. Pero no acaba ahí esta lista negra. “Lo más desafiante es que uno de cada dos menores de 15 años es sometido a castigo físico en el hogar. Yo digo: hay que erradicar la violencia en las calles, pero también desterrarla en los espacios de intimidad”.
Uno de cada cuatro asesinatos de menores que se comenten en el mundo, ocurren en la región de América Latina y el Caribe. "Es vergonzante", dice Perceval
¿Cómo aborda Unicef esa lucha? “Todavía hay leyes en nuestra región que habilitan el castigo corporal en los centros educativos. Hay países que se consideran de los más avanzados, los que más han crecido económicamente, en los que más del 60% de las personas adultas cree aún que el maltrato es una buena forma de enseñar”, lamenta. “Hay que derogar esas leyes”, zanja rotunda. En ello está la organización, con la doble labor de incidencia política y sensibilización de la sociedad. Perceval sueña con una próxima entrevista en la que pueda decir que en todos los países se reconoce legalmente el derecho a vivir una vida libre de violencia. Y se cumpla.
Educación
“Estamos trabajando en implementar modalidades flexibles, innovadoras y adaptadas de educación. Sobre todo en secundaria”, asegura. Es en esta etapa, según sus números, en la que muchos de los chavales se descuelgan de su formación. Así, 2,8 millones de adolescentes no se matriculan en los primeros años de este ciclo, una cifra que aumenta a los ocho millones en los últimos cursos del ciclo. “También estamos intentando universalizar el desarrollo infantil temprano. Hay países que ya lo han logrado, como es el caso de Cuba”, celebra. “Hay avances”, sentencia. Y cierra el folleto que le ha servido de hilo conductor.
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