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MIRADOR
Columna
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Historias

El objetivo de la ciencia es entender el mundo: una locura; y el método en su locura es tomar datos e interpretarlos bien

Javier Sampedro
ADN
Representación de una secuencia de ADN de una persona. CORBIS

Karl Friedich Hieronymus, barón de Münchhausen, era un tipo ambicioso. No contento con haber servido de paje al duque de Brunswick-Luneburgo, haber pegado unos cuantos tiros con el Ejército ruso y haberse partido la cara contra el turco, el barón decidió reinventar su vida al volver a su hogar alsaciano de Bodenwerder, y tal calentura sufrió su imaginación que acabó sustanciando una de las narraciones más inverosímiles de la historia de la literatura, Las aventuras del barón de Münchhausen.Y no como escritor, sino como personaje, un privilegio normalmente reservado para Homero y Conan Doyle, cuya fama etérea palidece frente a la carne y hueso de sus creaciones.

El barón de Münchhausen volaba a horcajadas de una bala de cañón, viajaba con igual soltura a la Luna y al infierno, vivía camuflado entre los osos y moraba holgadamente en el estómago de una ballena, lo que no es poco para un aristócrata. Es probable que su hazaña más perdurable, sin embargo, fuera la de escaparse de las arenas movedizas tirando de las lengüetas de sus propias botas. Eso tuvo un impacto en la cultura. En inglés, bootstrap (lengüeta) se convirtió en un verbo que significa impulsar, o salir adelante por tu cuenta. También es el nombre de una técnica estadística que recibió anteayer el premio Fronteras del Conocimiento de ciencia básica, una de las pocas cosas maravillosas que puede hacer un banco en nuestros días.

El objetivo de la ciencia es entender el mundo: una locura. Y el método en su locura es tomar datos e interpretarlos bien. Imagina que queremos entender los mecanismos de la evolución. Los datos aquí somos nosotros: la especie humana y el resto de las especies vivas. Pero ¿hasta qué punto son representativos, significativos, valiosos? El bootstrap nos lo dice con un enfoque brillante. Consiste en preguntarse por las posibles historias que podrían haber generado esos datos, por los pasados concebibles que generarían este mundo nuestro, y por estimar lo mucho o poco probables que son: el grado de verosimilitud que tiene tu argumento para explicarlos.

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En nuestros días es casi imposible encontrar un artículo científico sobre genómica y evolución que no utilice el bootstrap. El algoritmo creado por Bradley Efron es una teoría de la evolución hecha carne, porque compara las historias posibles que pueden generar las secuencias de ADN observadas, y asigna un valor de probabilidad, de realismo, de confianza, a cada una de ellas. Sin esa matemática creativa y eficaz no hay genómica, ni predicción del cáncer, ni avance de grandes sectores de la biomedicina.

Hay pocas veces en que uno pueda elogiar a un banco.

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