Inverosímil Bárcenas
El extesorero del PP pintó un mundo imaginario a la medida de sus necesidades de defensa y de la estudiada dosis de suciedad sobre su partido
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El extesorero del PP Luis Bárcenas dedicó ayer su declaración ante la Audiencia Nacional a practicar el deporte al que nos tiene acostumbrados desde que estalló el escándalo de la contabilidad paralela en el partido de Mariano Rajoy: salpicar de medias verdades las medias mentiras, regatear y evitar la claridad necesaria sobre un caso que la necesita con urgencia, porque ha minado la credibilidad del partido de gobierno.
Al tiempo que reconocía la existencia de una contabilidad b —“era extracontable y era del PP, claro”— Bárcenas pintó un mundo imaginario a la medida de sus necesidades de defensa y de la estudiada dosis de suciedad sobre el partido en el que fue gerente, tesorero y senador: negó pago alguno a proveedores en negro; que los donativos al partido tuvieran contraprestaciones; y que hubiera financiación ilegal y apropiación de dinero. Rajoy, aseguró, ordenó dejar de contratar a Gürtel en 2003 para organizar actos del PP ante las sospechas de ilegalidad. Pero nadie evitó que el PP de Valencia y de Madrid siguieran trabajando con la red.
Bárcenas, que se enfrenta a 42 años de prisión, intentó presentar esa caja b como un limbo limpio de cualquier mancha de corrupción, casi un registro inmaculado de “entradas y salidas a cambio de nada”. Era dinero “inocuo”, llegó a decir en la versión más inverosímil de sí mismo. Y responsabilizó de su gestión al extesorero Álvaro Lapuerta, que no ha podido ser juzgado por demencia senil.
La declaración de Bárcenas, que hoy afrontará las preguntas de la fiscal sobre sus cuentas en Suiza, se producía mientras el comité ejecutivo nacional del PP abordaba su agenda previa al congreso sin mención a las graves acusaciones del tesorero. Si el PP quiere afrontar una verdadera regeneración aún debe demostrar su compromiso con la verdad judicial y su distanciamiento radical de las prácticas que hoy están en el banquillo.
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