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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Ningún calor europeo hacia el independentismo

El escarmiento provocado por la secesión británica respecto a la Unión Europea frena toda perspectiva de apoyo europeo a nuevos referendos separatistas

Farolillo con la 'estelada' en la Cabalgata de Reyes de Vic.
Farolillo con la 'estelada' en la Cabalgata de Reyes de Vic.Manu Fernandez (AP)

Hay un denominador bastante común a los tres territorios donde se están planteando iniciativas secesionistas en Europa o se ha hecho recientemente. Tanto Cataluña como Baviera o el Véneto cuentan con sensibilidades nacionalistas y comparten el sentimiento de haber contribuido excesivamente a las arcas de sus respectivos Estados. También es común la negativa de estos a concederles el derecho a convocar referendos independentistas o de autodeterminación, y de ahí el interés suscitado por la reciente decisión del Tribunal Constitucional alemán, que ha cerrado el paso a una petición para convocar un referéndum sobre la independencia planteada. Las autoridades de Baviera no la apoyaban.

No se trata de una sentencia, sino de una resolución por la que el Constitucional alemán se niega a admitir la demanda presentada, con el contundente argumento —advertencia para cada uno de los 16 Estados federados— de que los länder “no son dueños de la Constitución”. La decisión alemana se suma a otra del tribunal equivalente de Italia, que ya denegó un referéndum para el Véneto. El plato fuerte de ambas es que la soberanía corresponde al conjunto de los habitantes de cada Estado y no solo a los de un territorio concreto. A Mariano Rajoy deben haberle sonado bien estos razonamientos.

Está muy claro el escaso calor que se desprende de otras partes de Europa hacia los intentos de separación. El apoyo es tan gélido como la ola de frío polar que se abate sobre el continente. Europa está llena de problemas y el escarmiento provocado por la secesión aprobada por los británicos respecto a la Unión Europea —precedida del tenso y fracasado referéndum de independencia de Escocia— frenan toda perspectiva de apoyo europeo.

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Ahora bien, cantar victoria en términos jurídicos no equipara unas y otras situaciones. El independentismo bávaro reúne menos del 3% de los votos y tampoco cuenta con apoyo institucional. Es evidente la diferencia con Cataluña, donde la independencia cuenta con muchos más partidarios, pero divide prácticamente por la mitad a sus habitantes y cabalga empujado por sus autoridades. Hay bastantes más catalanes que apoyan una consulta convocada de acuerdo con el Gobierno estatal (59,1%) que un referéndum unilateral (37,3%), según el sondeo publicado ayer por La Vanguardia, de modo que la reivindicación está lejos de desaparecer.

Ni Cataluña rompe con el resto de España ni hay mayoría para mantener el tormentoso statu quo actual. Así que queda ancho espacio para hablar, en vez de hacer intervenir constantemente al Tribunal Constitucional ni de apoyarse en la supuesta simpatía que las autoridades catalanas podrían encontrar en las de otros países europeos. Menos aún para saltarse las leyes, actitud con la que flirtean esas autoridades un día sí y otro también.

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