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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Negar la evidencia

El debate sobre la contaminación requiere respeto por los datos contrastados

Nube de polución sobre Madrid.
Nube de polución sobre Madrid.Uly Martin (EL PAÍS)

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Las restricciones de tráfico impuestas por el Ayuntamiento de Madrid para reducir el grave episodio de contaminación en la ciudad han mostrado que se debe y se puede actuar en defensa de la salud pública. Pero también ha puesto de manifiesto la dificultad de mantener un debate sereno y riguroso sobre medidas que necesariamente resultan impopulares cuando hay figuras públicas con altas responsabilidades que en lugar de atenerse a los hechos y los datos comprobados, dan pábulo al negacionismo más indocumentado. Ese negacionismo retorna luego en forma de opinión expresada por ciudadanos de buena fe que han creído esos argumentos sin saber que carecen de base.

Lamentablemente eso puede ocurrir en los más altos niveles de la gobernanza mundial, como hemos visto con el discurso de Donald Trump sobre el cambio climático. En el caso de las medidas aplicadas por el Ayuntamiento de Madrid, el negacionismo ha llegado al extremo de poner en duda que exista tal contaminación, pese a que la boina es perfectamente visible y que existe desde hace tiempo una extensa red de medición de los niveles de gases y partículas que detecta con precisión las concentraciones que se producen.

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Se ha afirmado que las restricciones no eran en realidad necesarias y que respondían a una operación ideológica, una especie de experimento social por parte de quienes odian el coche privado y la libertad que este representa. Otros han hablado de decisión arbitraria e improvisada, una especie de ocurrencia de la alcaldesa Manuela Carmena. No tienen en cuenta que el protocolo de actuación fue aprobado por el anterior equipo de gobierno, presidido por la alcaldesa Ana Botella, y que el endurecimiento que efectivamente introdujo el actual equipo sigue fielmente lo establecido en la directiva europea de calidad del aire. Una directiva que se redactó con un alto consenso y de acuerdo con datos científicos contrastados.

Según esta directiva, deben establecerse medidas cuando la concentración de NO2, producida fundamentalmente por los coches, supera ciertos límites. En concreto, cuando la concentración media de todos los días del año supera los 40 microgramos por metro cúbico, para evitar daños a la salud a largo plazo; y cuando se producen picos de más de 200 durante más de 18 horas seguidas, pues en ese caso el daño es inmediato, especialmente para los que sufren afecciones respiratorias. Madrid los ha superado y por tanto ha decidido medidas que también han aplicado otras ciudades europeas gobernadas por fuerzas de distinto signo.

Poner en duda, por conveniencia, negligencia o frivolidad, protocolos acreditados y datos demostrables solo consigue sembrar confusión y minar la confianza en las autoridades. La política tiene como misión buscar las mejores soluciones para problemas complejos que afectan a intereses muy diversos. Nadie es infalible y todo puede cuestionarse. Pero desde el rigor y el respeto por la verdad. Ninguna sociedad puede tomar buenas decisiones y prosperar sin datos fiables. Atacar los sistemas que proporcionan la evidencia científica o tergiversar los datos erosiona los mecanismos de decisión democrática.

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