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Columna
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Fenómeno bis

Valle respetaba a sus mayores, a Galdós, a Pereda, a Clarín, pero estaba persuadido de la necesaria renovación de la prosa realista y castiza

Félix de Azúa
Ramón María del Valle-Inclán, en su despacho, en una fotografía de Alfonso de 1930
Ramón María del Valle-Inclán, en su despacho, en una fotografía de Alfonso de 1930

En una de sus cartas, advertía Valle Inclán que, si uno recortaba las figuras de El entierro del Conde de Orgaz y luego trataba de volver a juntarlas, no le cabrían en el cuadro. Ese milagro de El Greco, al que llama “angostura de espacio”, es lo que él se propuso hacer en sus novelas, una angostura del tiempo. El segundo volumen de las magníficas Obras completas de la Biblioteca Castro trae el poco leído La media noche, relato corto de 1917, encabezado por una Breve noticia que es el primer aviso de un cambio profundo. El Valle perverso, erótico, modernista y afrancesado va a quedar atrás y nace el desgarrado, expresionista, esperpéntico y moderno Valle de la segunda época. ¿Qué había sucedido? Un viaje al frente de guerra en 1916, invitado por el Gobierno francés, que incluyó un panorama de las trincheras alemanas desde el aire. Allí tuvo la intuición de una “visión estelar” capaz de reunir espacios y tiempos en una simultaneidad muy propia de las vanguardias del momento. Su realización será Tirano Banderas,obra maestra de la literatura europea.

Valle respetaba a sus mayores, a Galdós, a Pereda, a Clarín, pero estaba persuadido de la necesaria renovación de la prosa realista y castiza. Me parece muy interesante que el empujón primero, el modernista, lo recibiera de Rubén Darío y el segundo, el vanguardista, de sus viajes a México y su experiencia en la máquina del futuro, el aeroplano.

Varias veces Latinoamérica nos ha rescatado a los españoles de nosotros mismos. Pienso en la generación de los cincuenta, que pudo superar el realismo socialista y el casticismo franquista gracias al empujón de Borges, Onetti, Paz, Rulfo, Vargas, Gabo, Cortázar, Cabrera. Ayuda impagable. Y seguramente impagada.

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Sobre la firma

Félix de Azúa
Nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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