Investigación a la medida de pequeños agricultores
Un programa desarrolla innovaciones para los productores familiares de América Latina y África
Para explicar que es el Agricultural Innovation Marketplace (Plataforma de Innovación Agrícola, o MKTPlace, según su nombre abreviado), uno debe unir palabras que no suelen aparecer juntas en artículos de prensa: agricultura, investigación, América Latina y África. Sin embargo, desde 2010, este mecanismo de Cooperación Sur-Sur ha desarrollado 82 proyectos de investigación agrícola en ambos continentes.
El principio de funcionamiento del MKTPlace es muy simple: crear, adaptar y desarrollar innovaciones tecnológicas en colaboración con la Empresa Brasileira de Investigación Agropecuaria (Embrapa, por sus siglas en portugués) para beneficiar a los pequeños agricultores de otros países de América Latina y el Caribe y, sobre todo, de África.
Paolo Silveri, gerente del Programa del FIDA (Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola) para Brasil, explica: “La agricultura es vital para las economías de los países de África y Latinoamérica y el Caribe. Además de a problemas similares, los productores de esos países se enfrentan también a ecosistemas, prácticas agrícolas, culturas y climas parecidos. Todo ello posibilita un amplio intercambio de conocimientos y tecnología entre los dos continentes”.
Brasil ocupa un lugar central en el esfuerzo de cooperación Sur-Sur entre África y América Latina. Esa centralidad aumentó en los últimos 10 años, gracias a una política de estrechamiento de lazos económicos y diplomáticos con el continente africano. El país ha sido pionero en la puesta en marcha de políticas y programas en favor de los agricultores familiares, como se les conoce en América Latina. Desde su fundación en 1973, la empresa pública Embrapa ha desarrollado un gran número de innovaciones tecnológicas destinadas a los campesinos brasileños. Francisco Reifschneider, coordinador del MKTPlace, asegura: “La ciencia es el pilar del progreso, y la agricultura es el pilar de la seguridad alimentaria. Nosotros conectamos esos dos pilares en una plataforma”.
Los mejores proyectos de innovación agrícola de África y América Latina reciben financiación de hasta 80.000 euros
El programa es abierto y diverso. En su Comité Ejecutivo participan, además de la empresa brasileña, el Foro para la Investigación Agrícola en África (FARA) y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA). El MKTPlace cuenta además con el apoyo de, entre otras instituciones, el Banco Mundial, la Fundación Bill y Melinda Gates , el (FIDA) y el Departamento para el Desarrollo Internacional (DFID), la agencia de cooperación al desarrollo británica.
Parte de las razones de éxito del MKTPlace es la simplicidad de su funcionamiento y su casi total ausencia de burocracia, pues el proceso de selección de proyectos se realiza a través de Internet. Científicos de África, América Latina y el Caribe envían esbozos de proyectos de investigación. El Comité Directivo los valora y los que reciben mejor puntuación, reciben el encargo de una propuesta completa. En una segunda selección, a las mejores se les concede apoyo financiero de hasta 80.000 dólares por un periodo de dos años.
Los proyectos se centran en cuatro áreas: tecnologías de mejora de la productividad; gestión de los recursos naturales; tecnologías dirigidas a los pequeños agricultores y al alivio de la pobreza; y fortalecimiento de las instituciones, políticas y mercados agrícolas y gestión del conocimiento. Pero MKTPlace no es un solo un mecanismo de transferencia de tecnología. Su objetivo es hacer participar a los investigadores en un proceso de diálogo e intercambio de conocimientos. Entre otras cosas, se busca que puedan encontrar la forma de adaptar a otros lugares soluciones ya aplicadas en Brasil, así como investigación innovadora en busca del interés común.
“Cuando se decide financiar un proyecto se entabla un diálogo sobre él, se ven cuáles son sus puntos débiles y fuertes, se mejora. Gracias al MKTPlace, personal científico y técnico latinoamericano y africano recibe entrenamiento en Embrapa”, explica Francisco Reifschneider. El intercambio es recíproco. “Muchas soluciones tecnológicas que funcionan en el contexto africano y ofrecen soluciones validas también para el semiárido brasileño son adoptadas por Embrapa”, asegura el responsable.
En seis años, MKTPlace ha apoyado 82 proyectos de investigación en 23 países de ambas regiones
Mathias Fosu, doctor en Química Agrícola y Agronomía, desarrolló en Ghana, en concreto en el Instituto de Investigación Agrícola de la Sabana (SARI, según sus siglas inglesas), un proyecto para mejorar el cultivo del caupí, un tipo de frijol muy popular en África. La inoculación del rizobio —una bacteria que capta naturalmente el nitrógeno de la atmósfera— en las semillas de caupí hacía innecesario el uso de fertilizantes. “El MKTPlace me ofreció la oportunidad de trabajar con experimentados investigadores de Embrapa, aprender de ellos y crear un pequeño laboratorio de inoculación de semillas en el SARI”, explica Fosu.
Este caso es uno entre muchos. En sus seis años de existencia, el MKTPlace ha apoyado 82 proyectos de investigación (64 en África y 18 en América Latina y el Caribe) en 23 países (13 africanos y 10 latinoamericanos). Ha formado más de 2.000 expertos y realizado más de 1.100 intercambios de germoplasma (material genético con valor agrícola: semillas, esquejes, tubérculos) y ha desarrollado o adaptado 170 tecnologías, productos y servicios.
Los proyectos financiados por el programa MKTPlace incluyen la puesta en marcha de escuelas de capacitación en el cultivo orgánico de la papa en Bolivia; la creación de nuevas tecnologías para la producción de miel en Etiopía —incluyendo la formación de granjeros en la cría de abejas reina mejoradas que permitan aumentar la cantidad y calidad de la miel— o la implantación de nuevas variedades de plátano y banana en Tanzania.
La investigadora Any Freitas, en un reciente estudio publicado por el Centro Europeo para la Gestión de Políticas de Desarrollo, asegura que el MKTPlace se ha convertido en “una historia de éxito” en el campo de la cooperación Sur-Sur. Una historia que prueba cómo “los viejos donantes [instituciones occidentales y multilaterales como el FIDA o el DFID] y los nuevos instituciones de países en vías de desarrollo como EMBRAPA o FARA] pueden cooperar a pesar de las diferencias”.
Juan Ignacio Cortés es consultor del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA).
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.