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CLAVES
Columna
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Mayorías inamovibles

Si algo nos ha enseñado la historia es que no sale a cuenta ganar el poder dañando la democracia

Jorge Galindo
Seguidores de Donald Trump durante la noche electoral el pasado martes.
Seguidores de Donald Trump durante la noche electoral el pasado martes.SHAWN THEW (EFE)

Si una mayoría está unida, movilizada y decidida, es difícil pararla. Esa y no otra es la lección de 2016. Lo vimos en Reino Unido en junio, y, este martes, en Estados Unidos. La inadvertida mayoría conservadora que dio el triunfo a Trump acogía incluso a antiguos votantes de Obama. Creció en un ángulo ciego de la inmensa mayoría de analistas, ese punto en el cual emergen y se consolidan coaliciones a la contra de lo (definido como) establecido, dispuestas a mantenerse firmes.

Las instituciones que, supuestamente, sirven para impedirlo no son inmunes al fenómeno. Las elecciones, la separación de ramas estatales, las Constituciones, la Administración independiente o el monopolio de la violencia no son sino mil maneras distintas de buscar que el poder no esté concentrado en manos de un solo sector de la sociedad. Pero si mayorías constantes sin miramiento por las minorías están previamente formadas y son capaces de colonizar dichas instituciones desde arriba, estas no sirven.

Es una paradoja en la cual la democracia liberal va perdiendo con sus propias reglas de juego. Los dos pilares del pluralismo están traicionando su razón de ser inicial e impidiendo al resto de instituciones que cumplan su papel. Los partidos eran una manera de estructurar el conflicto sin negarlo. El pluralismo mediático, la vía para canalizarlo. Pero, paradójicamente, la fragmentación de la representación política (organizativa y simbólica) ha llevado a que las mayorías radicalizadas y autorreferenciales sean más viables que en el pasado.

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Ante esto hay dos caminos posibles. La opción de la izquierda frentista es aprovechar para jugar al “o ellos o nosotros”. Puede que les lleve a la victoria, pero el coste será el deterioro irremediable del pluralismo. Si algo nos ha enseñado la historia es que no sale a cuenta ganar el poder dañando la democracia. La alternativa suena tan utópica como necesaria: hay que segmentar a la mayoría. Abrir espacios para la duda, mostrar lo caleidoscópico de la realidad, preguntar y preguntárselo todo. También, o sobre todo, por los ángulos ciegos. La duda y el matiz como salvación.@jorgegalindo

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Sobre la firma

Jorge Galindo
Es analista colaborador en EL PAÍS, doctor en sociología por la Universidad de Ginebra con un doble master en Políticas Públicas por la Central European University y la Erasmus University de Rotterdam. Es coautor de los libros ‘El muro invisible’ (2017) y ‘La urna rota’ (2014), y forma parte de EsadeEcPol (Esade Center for Economic Policy).

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