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MIRADOR
Columna
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Estudiantil

Pablo Iglesias parece ignorar que la profesión de estudiante no le exime a quien la tenga de ningún deber cívico

Jorge M. Reverte
Unos jóvenes en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid.
Unos jóvenes en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid.Carlos Rosillo

Podemos empezó a resultarme antipático antes de que se convirtiera en partido político, cuando Iglesias, Errejón y el hoy defenestrado Monedero, se dedicaban, siendo profesores de la Universidad, a encabezar grupos de alumnos que perseguían al grito de “fascistas” a personas honorables que exhibían, al parecer con tremendo descaro, un pensamiento con ribetes liberales o una conducta abiertamente enfrentada al patriotismo vasco de la pistola y la serpiente.

Tuve una debilidad muy efímera, cuando un comando encabezado por Monedero hizo una intervención contundente en una clase dictada por José Antonio Moral Santín. La clase no versaba sobre la manera de saquear una caja de ahorros, sino sobre aspectos menos heroicos de la economía. Y me reí, porque el profesor no me merecía ningún respeto. Hasta que un amigo profesor de la misma Universidad me sacó de mi posición absurda: habían interrumpido con modales —estos sí— fascistas una exposición razonada que iba dirigida a compañeros de los que protestaban.

Este tipo de acciones estuvieron a punto de convertir la Universidad española en un lugar inhabitable. No solo en Madrid, sino en Barcelona, en el País Vasco, y en muchos otros lugares, gente como Jon Juaristi, Maite Pagaza, Fernando Savater, Félix de Azúa, Rosa Díez y algunos más, ninguno de ellos fascista, sufrieron la persecución de estas bestias, que en algunos casos llegó a la agresión física.

Ahora Pablo Iglesias se ríe de la acción que han protagonizado sus huestes contra Felipe González y Juan Luis Cebrián, al parecer conocidos fascistas, diciendo que hay que ver que alguien se preocupe por una protesta estudiantil.

Iglesias parece ignorar que la profesión de estudiante no le exime a quien la tenga de ningún deber cívico. Las cárceles en España han estado llenas de jóvenes vascos que pegaban tiros en la nuca a quien discrepaba de sus jefes. Y en Sarajevo un joven estudiante empezó la Gran Guerra europea descerrajando varios tiros al heredero austrohúngaro Francisco Fernando y su mujer, Sofía.

En ocasiones da la impresión de que Pablo Iglesias está jugando a algo que le ha salido demasiado bien. Hasta el punto de que puede cambiar de opinión y hacer que las elecciones tengan o no valor según él se lo dé o se lo quite. Si Pablo Iglesias se hubiera abstenido cuando se lo pidió Pedro Sánchez, otro gallo nos cantaría a todos. Pablo Iglesias está jugando con la política. Quizá la bronca que tiene con su compañero Íñigo Errejón sea más seria de lo que pensamos algunos.

En poco tiempo sabremos si Iglesias quiere el Parlamento para hacer una protesta estudiantil.

Este texto fue modificado respecto al originalmente publicado.

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