Zika: sin respuesta para la microcefalia
Guatemala se resiste a vincular el virus con los 16 nacimientos de bebés con esta malformación
Mario Constanza Alonso nació el 24 de abril en su casa de San Francisco Zapotitlán, Mazatenango, en la costa Sur de Guatemala. Ni su madre, de 25 años, ni los nueve adultos y otros ocho niños que vive en esa casa, percibieron nada fuera de lo normal. Lo arroparon y amamantaron y, al día siguiente, su tía Lehidi lo llevó a que le pusieran sus primeras vacunas.
Fue allí, en el centro de salud, cuando una enfermera se dio cuenta de que el niño tenía cabeza más pequeña de lo habitual. El recién nacido fue trasladado al hospital nacional y comenzaron a hacerle pruebas. Le tomaron muestras de sangre para hacerle las pruebas de Zika y dengue, le hicieron el perfil TORCH para comprobar si tenía toxoplasmosis u otras infecciones congénitas, además de un TAC para medirle la cabeza. Según el doctor Jorge Alex Ramírez, del centro de Salud de Mazatenango, le faltaba un 50% de su hemisferio cerebral derecho. Su corazón tampoco funcionaba en plenas condiciones.
Mario Constanza fue el primer niño reportado con microcefalia en Guatemala desde que la alarma por el virus zika surgió en todo el mundo. Posteriormente, en junio, nacieron otros cuatro niños en el país con esta anomalía neuronal, una malformación congénita provocada por el virus en el primer trimestre de formación del feto. En la primera semana de agosto, nueve meses más tarde de que se confirmara el primer caso de zika, el Ministerio de Salud ya tenían registrados 16 niños nacidos con microcefalia.
Las primeras pruebas realizadas a los recién nacidos por el Centro de Análisis de Guatemala dieron negativo para el virus. Pero el Ministerio envió muestras de líquido céfalo raquídeo —la forma más fiable de identificar el virus en el organismo— de los diez primeros niños al Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Atlanta, en Estados Unidos. Todavía, según informó Salud, no cuentan con los resultados.
A pesar del repunte de situaciones similares en los últimos tres meses, y la espera de la información oficial, los funcionarios ministeriales se resisten a asociar los casos de microcefalia con el Zika. ”Puede haber sido ocasionada por desnutrición, que puede causar malformaciones múltiples, por algún medicamento no prescrito que utilicen en el periodo de gestación. También influye la toxoplasmosis, la rubeola... No es que no queramos que se sepa, sino documentar bien para llegar a una conclusión científica”, explicó Abel Ceto, responsable de vectoriales del Ministerio de Salud de Guatemala.
Desde que el país centroamericano identificó el primer caso por este virus, en noviembre de 2015, hasta la segunda semana de agosto, se han registrado 2.610 positivos de zika, entre ellos 528 en mujeres embarazadas. Sin embargo, los casos asintomáticos, la falta de sensibilidad de la prueba en sangre cuando se realiza 10 días más tarde del inicio de los síntomas y la alta proporción de población que no acude al sistema de salud, pueden esconder un alto número de infecciones ocultas.
El primer plan de información sobre el virus se planteó casi un año después de que el zika penetrara en el país
En base a información del Ministerio, las mujeres son quienes más se están infectando. Concretamente, las féminas de 25 a 39 años —las mujeres en edad reproductiva— presentan la tasa más alta de contagio, con 26,6 infectadadas por cada 100.000 habitantes, contra 9,34 en la tasa de hombres de esa misma edad. Sharon Shusler, asistente de epidemiología del centro de salud de Mazatenango, una de las áreas del país considerada como foco de infección del virus, informó que de los 169 casos de Zika positivos, 119 se trataban de mujeres, 15 de ellas estaban embarazadas y cuatro en su primer trimestre de embarazo. “Las señoras se mantienen en sus viviendas. Y se dedican a sus quehaceres en la mañana, que es cuando pican los moscos. Van a lavar al rio y todo ese tipo de cosas”, explica Shusler.
El Ministerio de Salud cuenta con apoyo internacional de organizaciones internacionales para el abordaje del Zika-como Cruz Roja Internacional, World Vision, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), o instituciones de Naciones Unidas como UNICEF o el Fondo de Poblaciones (UNFP). Estas asisten con talleres formativos y fumigación de las zonas. Sin embargo, los ejemplos concretos dan muestra de una realidad que supera los esfuerzos de la cooperación y evidencian el riesgo al que se expone la población ante la falta de información.
“Me regañaron porque nunca fui al servicio de salud”
El ejemplo más claro es el de Mario Constanza, el bebé que nació con microcefalia en abril en la aldea de San Francisco Zapotitlán. La covacha donde vive su familia, consistente en varias láminas de zinc colocadas sobre cuatro puntales de madera, está construida sobre tierra, a un escaso metro de un riachuelo. Los mosquitos —quizá entre ellos el Aedes aegypti, posible portador de Zika, dengue o chikungyunya— sobrevuelan la casa en buen número.
"Nos pegó a todos. A unos les dolían los huesos, a otros la cabeza",explica Zoila Marina Alonso Solis, de 56 años, madre de diez 10 y abuela del niño Mario. "El que peor se puso fue mi esposo, se quedó tirado en cama por varios días. Parece que a unos les dio zika y a otros chikungunya".
— ¿Cómo saben que a unos les dio zika y a otros chikungunya?
"Por lo que dicen..."
— ¿Fueron al médico?
"No, ninguno fuimos al médico".
Su hija Zoila, la madre de Mario, llega al cabo de un rato. Zoila trabajaba cortando caña de azúcar en una finca desde los 15 años. Cuenta que un día, a mediados del año pasado, un hombre de la finca la forzó a una relación sexual. Ella no lo denunció ni se lo contó a nadie, tampoco a su familia. Pero se marchó de la aldea y se mudó a Ciudad de Guatemala, a trabajar como interina limpiando una casa. Fue allí cuando se dio cuenta de que estaba embarazada y un día, hacia el mes de octubre, comenzó a sentirse mal. "Me dio una gran fiebre, y el dolor de cabeza. Pero como yo tengo que mantener a mis dos hijos, no puedo perder mi trabajo por una enfermedad", explica Zoila.
— ¿Había escuchado en la radio, en la televisión, acerca del Zika y el riesgo para las embarazadas?
"Ehhh… sí. Pero, como le dije, yo solo descansaba los días domingo y me venía aquí con mis hijos. Cuando di a luz, dejé el trabajo y me vine aquí". Cuando vieron que su hijo Mario no era normal, explica, le empezaron a regañar por no haber acudido al centro de salud. "La verdad es que yo no había pasado esto con los otros hijos", explica esta joven de 24 años, madre soltera de cuatro.
Según cuenta la familia, tuvieron que hacerse cargo del coste de las pruebas, y para ello la familia tuvo que pagar el costo de las pruebas, endeudándose con varios familiares. Denuncian que ni el padre del niño, ni la finca donde trabajaba Zoila, ni el Ministerio de Salud ni ninguna de las organizaciones internacionales que apoya a Guatemala con la enfermedad, les apoyaron.
A pocos kilómetros de San Francisco Zapotitlán, en Pueblo Nuevo, en el cantón El Manglar, María Ester Carrillo Ovalle, de 16 años y embarazada de tres meses, ayuda a su suegra en un puesto de venta de alimentos. Ella comenzó a padecer síntomas en su sexta semana de embarazo “me salió alergia y me dio fiebre”. Por un control establecido en el Ministerio, le hicieron la prueba de sangre, que dio positivo para zika. Berta es una niña con una tripa incipiente y un susurro de voz, que mira a su suegra buscando su aprobación en cada una de sus respuestas. Dejó de estudiar hace tres años, cuando terminó la primaria.
—¿Habías escuchado sobre zika?
"Sí, en la radio".
— ¿Qué sabes?
"Que es peligroso en el estado en que una se encuentra".
—¿Por qué es peligroso?
"No sé por qué es peligroso. Yo me siento bien".
Sin un plan de información
A pesar del riesgo para las mujeres, y de que en abril los el CDC de EE UU confirmara que, efectivamente, el virus del Zika está vinculado a los casos de niños nacidos con microcefalia, la información al respecto ha sido escasa en Guatemala. En este país, acostumbrado a los contagios de dengue y chikungunya, de síntomas mucho más fuertes y visibles, tampoco ha despertado la expectación que ha generado en Estados Unidos o Europa.
El doctor Ceto fue preguntado sobre si el Ministerio había analizado, como se hizo en países como El Salvador o Colombia, emitir algún comunicado recomendando a las mujeres prevenir el embarazo. “Lo hemos hablado… pero por el tipo de legislación que tenemos no podemos decir ciertas cosas", se excusa. "En otros países dicen: 'miren eviten estar embarazadas. A nosotros nos lo podrían tomar como que estamos tratando de controlar la natalidad. Es muy complicado el tema”, explica.
Marlit Valenzuela, responsable de comunicación de Salud, avanza que a inicios de este mes el Ministerio iniciaría un plan, con comunicadores y periodistas, para informar a las mujeres sobre el riesgo de contraer la enfermedad durante los primeros meses de embarazo. Es decir, casi un año después de que el virus penetrara en el país. Hasta el momento, tampoco cuentan con ningún plan de acción para estos niños que comenzaron a nacer con microcefalia, como informó el doctor Ceto. “Entonces ya cuando los niños nacen… localmente se tendrá que ver qué hacer con el niño. Porque, como Ministerio, está fuera de nuestras manos darle una atención o tratamiento”, afirmó.
El 20 de junio, en la misma casa sin paredes donde nació Mario Constanza, en una de las cuatro camas de matrimonio donde duermen los 17 miembros de esta familia, el bebé falleció. En el acta de defunción, rellenada por el presidente del Consejo Comunitario de Desarrollo de la aldea, figura que murió de muerte natural y dengue hemorrágico.
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