El conjunto del conjunto
El latiguillo se extiende, sin distinción de ideologías ni líneas editoriales, en ese dialecto propio de políticos y periodistas
Los nombres colectivos concuerdan en singular pese a incluir en su significado a un montón de individuos. Así, decimos “el ejército se desplegó”, “el equipo se vino abajo”, “la orquesta interpretó la sinfonía”. Otro tipo de palabras que designan una colectividad se expresan en plural, como “los españoles”, “los médicos” o “los limpiabotas”.
Lo que un hablante desea transmitir en cada uno de tales casos se deduce con facilidad gracias al sentido pragmático que todos tenemos de la lengua. (La pragmática es la rama de la lingüística que estudia no tanto lo que se dice como lo que se quiere decir; y no lo que se oye sino lo que se entiende). Así, cuando alguien escribe “los onubenses festejaron la victoria olímpica de su paisana Carolina Marín”, nadie sale a oponer: “No, algunos onubenses no la festejaron; de hecho, yo sé de unos amigos de Huelva que ni se enteraron porque estaban de vacaciones en una casa rural sin Internet, sin radio y sin televisor”.
Quien dice “los onubenses festejaron” quiere decir “en general, los onubenses festejaron” y no quiere decir “todos y cada uno de los onubenses festejaron”. Sólo una flagrante división de los onubenses al respecto invalidaría la expresión.
Por eso llama la atención un nuevo ejemplo de ese “neoespañol” (denominación acuñada por Ana Durante) que se extiende entre políticos y periodistas: el uso de la prescindible locución “el conjunto de” para complementar a nombres comunes que ya se refieren de por sí a un conjunto.
En el debate del 31 de agosto, Mariano Rajoy usó 23 veces expresiones como “el conjunto de la opinión pública”, “el conjunto de la gente”, “el conjunto de los españoles”, “el conjunto de la ciudadanía”, “el conjunto de la humanidad”…; y en cuatro ocasiones “el conjunto del pueblo español”.
Joan Tardà le imitó en dos oportunidades; y Pedro Sánchez, Francesc Homs y Joan Valdoví se anotaron una cada uno. Por si no habíamos tenido suficiente, al terminar el debate la vicepresidenta primera, Soraya Sáenz de Santamaría, declaró: “La opción de unas terceras elecciones es muy mala para el conjunto del sistema”.
El latiguillo se va extendiendo, sin distinción de ideologías ni líneas editoriales, en ese dialecto propio con el que políticos y periodistas se nos presentan como poseedores de ciertas palabras mágicas que sin duda nos salvarán de los malos espíritus.
De momento, este pleonasmo no ha invadido el lenguaje general. Nadie diría “ayer hubo veinte accidentes en el conjunto de las carreteras”, “tengo que limpiar el conjunto de la casa” o “me fui a comprar unos regalos para el conjunto de mis hijos”. Bueno, en este último caso, siempre que no se trate de un conjunto de rock.
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