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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La crueldad de la ablación

La mutilación genital femenina es un crimen contra la salud y la igualdad de la mujer. La prohibición por parte de la Unión Africana es un paso necesario

Una mujer a la que le han realizado una operación de reconstrucción del clítoris debido a una ablación.
Una mujer a la que le han realizado una operación de reconstrucción del clítoris debido a una ablación.CARMEN SECANELLA

La ablación genital femenina no es solo una de las prácticas más crueles que perviven de la dominación histórica que han sufrido las mujeres en el mundo; es también un crimen que atenta contra su salud, por los riesgos de infección, hemorragia y muerte que conlleva, y contra sus derechos, por la discriminación brutal que supone negar su placer durante el acto sexual. Desde este lunes, es además una práctica prohibida por el Parlamento de la Unión Africana, un órgano consultivo que representa la voluntad de 53 países del continente de avanzar hacia la modernidad.

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Las leyes y Parlamentos no siempre cambian realidades; desde luego, no automáticamente. Pero la votación es un importante paso adelante. Implicará además la puesta en marcha de una cadena de acciones en cada país para prohibir la ablación y comprometer a los líderes de las comunidades africanas. Somalia es el país con mayor tasa del mundo de mutilación femenina (98%) y, aunque está prohibida en su Constitución, los organismos internacionales esperan una ley urgente para combatirla realmente. Gambia, con una tasa del 75%, la ha prohibido este año. Nigeria también. Y tan importante como las leyes es el esfuerzo de las organizaciones y activistas que trabajan in situ para concienciar, romper mitos y divulgar la realidad sobre una práctica macabra.

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La OMS calcula que entre 100 y 140 millones de mujeres han sido salvajemente privadas de su clítoris, de sus labios menores, mayores o todo a la vez. Miles han muerto. La ablación no se circunscribe a África y también tiene una batalla mayúscula en Indonesia, India y en las comunidades inmigrantes de Europa y EE UU. Pasos como los del Parlamento africano, Gambia y Nigeria son claves en un camino que debe culminar en el destierro definitivo de una herencia incompatible con la sociedad de derechos e igualdad que defendemos para todos.

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