Vacaciones con sol, playa y psicosis terrorista
El miedo colectivo desencadena caos y paranoia, como se ha visto tras la broma que ha sacudido una localidad turística de Girona
Los atentados yihadistas de París, Bruselas y Niza han generado un estado de psicosis contagioso en toda Europa. El miedo colectivo desencadena caos y paranoia. El terror ante lo irracional y despiadado amplifica la sensación de vulnerabilidad. Se acaba de comprobar en Platja d’Aro (Girona), donde la puesta en escena de una performance en la que un grupo de fans persigue a un famoso sembró el pánico en la noche del martes y provocó una estampida multitudinaria. Los supuestos paparazis, armados con sus cámaras de fotos y sus palos de selfie, gritaban mientras corrían detrás de la falsa celebrity por el centro de la localidad. Ajenas a la broma, las personas que a esas horas abarrotaban las terrazas o paseaban tranquilamente por las calles creyeron estar ante un atentado terrorista. Y en ese momento se desencadenó una histeria colectiva.
En la frenética huida, muchos acudieron a refugiarse en los establecimientos hosteleros, agazapados detrás de las barras o a cobijo en los sótanos. Reaccionaron como lo hicieron las víctimas de los atentados de París, con la salvedad de que aquellos ataques fueron reales y en Girona se vivió una carnavalada ideada por un grupo de turistas alemanes —las cinco monitoras artífices del desaguisado han sido detenidas y acusadas de desórdenes públicos— que provocó un pánico nada ficticio. Hasta tal punto llegó la excitación colectiva que algunos de los presentes confundieron los trípodes de los reporteros impostores con armas de fuego; otros llegaron a afirmar con rotundidad que vieron a un hombre disparando, y aún hubo quienes mantenían haber observado cómo corrían varios encapuchados vestidos con atuendos árabes.
Para un país que está en nivel de alerta cuatro por amenaza yihadista este tipo de bufonadas (ahora lo llaman flashmob) son algo más que una imprudencia (varias personas tuvieron que ser ingresadas por crisis de ansiedad). La gente tiene en sus retinas la imagen de las 84 víctimas mortales arrolladas por un camión en el paseo marítimo de Niza o los casi 40 veraneantes asesinados en Túnez por dos terroristas que descargaron sus Kaláshnikov de forma indiscriminada contra los clientes de un hotel.
El riesgo de atentados en zonas de veraneo ha desplegado efectivos policiales —en Benidorm, hasta los drones han salido de patrulla— armados con subfusiles. Los terroristas han dejado claro su mensaje: “No viviréis en paz. Tendréis miedo hasta de ir al mercado”. ¿Es posible plantar cara al miedo? Después de la conmoción inicial, los franceses reaccionaron de forma valiente y desafiaron al horror ocupando masivamente las terrazas animados desde las redes sociales con la ilustrativa etiqueta #Tousaubistrot.
A escala local, Platja d’Aro ha vivido un pánico similar al que en 1938 desencadenó la emisión radiofónica La guerra de los mundos, de Orson Welles, que abordaba con formato informativo una invasión extraterrestre. La diferencia es que los terroristas existen y los marcianos, no sabemos si los hay.
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