Jesús Castro: “A veces ser guapo trae inconvenientes”
El actor saltó a la fama con ‘El Niño’ hace dos años, y con su primer papel se llevó una nominación al Goya como mejor actor revelación. Hoy trabaja más en televisión, y es consciente que aún le queda mucha profesión por aprender
Jesús Castro (Cádiz, 1993) aspiraba a llamar la atención de los ojeadores del Cádiz Fútbol Club mientras estudiaba Electrónica e intentaba llenar de gente una discoteca. Un día acompañó a un amigo a las audiciones de El Niño y fue él quien acabó protagonizando la película. Luego participó en La isla mínima, en las series Mar de plástico y El Príncipe y este otoño lo veremos junto a Paz Vega en Perdóname, Señor (Telecinco). Mientras, el actor ha encabezado una cata de cervezas en la terraza madrileña Manzana Mahou 330. Tras la entrevista, le sugiere al fotógrafo que capte su imagen en “plan macarrilla”.
Pregunta. ¿Qué es de su amigo al que acompañó a las audiciones de El Niño?
Respuesta. Sigue trabajando en un bar de mi pueblo, Vejer de la Frontera, ganándose la vida como puede. Todavía hablamos. Aquello ya está un poco olvidado. Hay cosas que son para ti y ya está. Y una amistad no se acaba por cosas como esa.
P. Desde que es famoso, ¿la cafetería de su padre tiene más clientes?
R. No, de hecho se cerró. Pero abrimos una nueva. Se llama El rincón de El Niño. A ver si tenemos más suerte.
P. Eso, ¡que no le falten churros!
R. Yo no los como. Y menos ahora que tengo que cuidarme. Son contundentes.
P. Entonces, ¿qué desayuna? ¿Hojas de lechuga?
R. Una tostadita con jamón y un café.
P. ¿La vida es más fácil para un guapo?
R. Es que la belleza es subjetiva. Hay gente que me dice que soy guapo y a mí no me lo parece, pero bueno. También creo que a veces ser guapo trae inconvenientes.
P. ¿Como cuáles?
R. Que te digan que has logrado algo solo porque eres guapo.
P. ¿Escucha a menudo ese comentario?
R. Bueno, cada vez menos. Mi trabajo va acabando con eso. Espero que llegue el día en que ya no lo escuche.
P. Esa mirada, ¿es de ángel o demonio?
R. Pues… Puede ser de los dos. Una persona me dijo una vez que mis ojos son como un rayo: puedo alumbrar en la oscuridad, pero también puedo hacer daño. No sé: quizá yo sea más diablete que ángel, la verdad.
P. Suelen compararlo con el actor Steve McQueen. Estará encantado, ¿no?
R. Él fue un tío muy muy grande y yo estoy empezando. Una comparación así es un halago, pero me queda mucho por aprender.
P. La comparación se refiere solo a los ojos.
R. ¡Ah, vale! [ríe] Pensé que al modo de actuar.
P. ¿Sigue escuchando a El Barrio o el glamour de la farándula lo ha llevado por otros ámbitos?
R. Sí, lo sigo escuchando. ¡El Barrio siempre!
P. ¿Y qué tal su relación con la prensa del corazón?
R. No muy bien. Primero porque, aunque no lo parezca, no me gusta llamar la atención. Segundo, porque no me dedico a vender mi vida privada. Sé que todo el mundo tiene que trabajar y comer, pero, a mí en especial, no me gusta que exista ese tipo de curro.
P. ¿Por qué abandonó Mar de plástico?
R. Lo expliqué en su día y se malinterpretó. Entonces, lo voy a dejar ahí. Ahora estoy en otra cosa.
P. ¿De qué va Perdóname, Señor?
R. De la lealtad, la amistad, el narcotráfico, el amor, el paro. Tiene muchas subtramas y seguro que va a gustar.
P. ¿A quién interpreta ahora?
R. A Rafa, un narco.
P. El Niño, El Príncipe... ¿Otra vez a un narco?
R. Raro, ¿no? [ríe]
P. ¿Ya lo encasillaron o no sabe hacer otra cosa?
R. Si te llaman para hacer eso, ¿qué haces? ¿Les dices que no porque te vas a encasillar? Aunque se dediquen a lo mismo, tratas de darle diferentes matices a los personajes. Puedo interpretar a otros tipos, pero es lo que me han tocado hasta ahora.
P. De todas formas siempre le quedará el Cádiz FC.
R. Iría a que me hicieran una prueba, claro. En su día no me dediqué a ello por falta de oportunidades, por jugar en un pueblo pequeño, inexistente para los grandes equipos. Pero tengo la espina clavada. Porque hubo quién le decía a mis padres que yo valía para el fútbol.
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