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¿Cómo atajar el racismo entre los niños?

Un estudio de una universidad canadiense concluye que la edad ideal para influir está entre los 9 y los 12 años

Carolina García
Manifestación contra el racismo en Australia.
Manifestación contra el racismo en Australia. PETER PARKS (AFP)

El racismo sigue siendo un problema social muy importante. La reciente ola de violencia en Estados Unidos, con tiroteos a agentes en respuesta a la muerte violenta de hombres negros desarmados a manos de la policía es solo una muestra de lo que puede ocurrir cuando la situación se enquista. Conflictos que hacen muy difícil la convivencia y ponen en jaque a la sociedad y a los políticos. ¿Cómo combatir el racismo? ¿Es posible evitarlo en las futuras generaciones? Un reciente estudio podría tener la respuesta.

Hasta ahora, los estudios realizados al respecto habían concluido que los niños tienen prejuicios raciales desde muy pequeños, con menos de cinco años. Esta nueva investigación, realizada en la Universidad de British Columbia (Vancouver, Canadá), asegura que el momento ideal para que los padres profesores intervengan contra estas ideas es entre 4º y 6º grado, es decir, entre los 9 y los 12 años.

El desarrollo psicológico del niño atraviesa diferentes fases a través de las cuales va incorporando conocimiento y aprendizaje, sobre él mismo y sobre los demás. "El proceso educativo conlleva una evolución continua y por tanto es difícil marcar en qué momento determinado conviene aprender determinados valores", explica Pilar Tejedor Tejedor, psicóloga especialista en trastornos de ansiedad, depresión y trastornos del comportamiento. "En mi opinión, es el propio proceso de crecimiento el que va ayudando al niño a incorporar valores, formas de ser, aptitudes que le ayudarán a mantener unas relaciones sociales que le sirvan para respetarse a sí mismo y en consecuencia, a respetar a los demás". 

Sobre la investigación que marca una edad aproximada para incidir en la importancia de aprender valores, la psicóloga explica que "nos puede servir como referencia". El estudio es el primero que valora la capacidad de reducir el prejuicio racial en menores y concluye que “contar historias de gente negra haciendo actividades buenas para la comunidad contribuye de forma positiva a reducir los pensamientos racistas en niños de entre 9 y 12 años”. “Si queremos conseguir reducir el racismo entre adultos, necesitamos intervenir en las mentes de los más pequeños justo cuando esos prejuicios –actitudes o estereotipos que de manera inconsciente afectan a nuestra manera de ver las cosas y de actuar o tomar decisiones– empiezan a salir”.

El estudio contó con una muestra de 369 pequeños blancos y asiáticos de entre 5 y 12 años a los que se les contó cuatro diferentes historias. Para un tercio, los protagonistas de los cuentos eran negros, haciendo cosas buenas; para otro tercio, eran blancos los que hacían actividades positivas. Después de escuchar las historias, cada niño completó una prueba que medía la rapidez del sesgo inconsciente con imágenes de personas blancas y negras descritas con adjetivos positivos y negativos. “El sesgo racial entre los niños de cinco y ocho años no se redujo. La mayoría definió con características positivas a los blancos y con negativas a los negros”, continúan los autores.

Si los chavales mayores escuchaban historias sobre blancos que ayudaban a la comunidad, “el sesgo positivo hacia esta raza seguía existiendo”. En cambio, “los niños que escucharon historias positivas de negros no mostraron ninguna predisposición racista”. “Los resultados sugieren que es posible reducir el sesgo racial en niños si se les cuentan historias que retratan positivamente a las personas más desfavorecidas socialmente. El momento ideal para hacerlo, por parte de padres y profesores, sería entre 4º y 6º grado”, concluyen los autores.

Según Tejedor, "el niño va incorporando aprendizaje desde que es un bebé. Será la franja de edad que propone el estudio aquella en la que el niño podrá comprender valores sobre la importancia de la no discriminación de las personas". Para la experta, lo más importante es "que el niño pueda comprender la importancia de aprender en valores que le ayuden a compartir con otras personas". "Este proceso hace que la persona construya una identidad que marcará su relación con los demás con una profunda fortaleza interna y le permitirá mirar a los demás sea cual sea la persona, con respeto y consideración, de manera que el otro no se convierta en un enemigo a combatir, sino más bien otra persona con quien poder compartir".

No se trata de aprender como un papagayo aquello que tiene que ser obvio y que no es otra cosa que el respeto y el valor de las diferencias y que todas las personas tienen el derecho de acceder a unos valores mínimos, educativos, sanitarios, jurídicos, "pero no porque se aprenda en un libro, sino porque sea experiencia de vida". "Los valores sobre la importancia de las diferencias de las otras personas se asientan sobre los cimientos que se van construyendo a lo largo de la infancia en sus relaciones atravesadas por diferentes etapas. Por ejemplo, en la etapa oral, el niño aprende del entorno a través de la incorporación del alimento, en la fase anal será importante el control de las cacas y el niño aprenderá a controlar también las situaciones, las personas; en la genital aprenderá a discriminar las diferencias sexuales y la manera en como se hayan producido esas vivencias. Finalmente, el niño llegará a una edad en la que pueda aprender todo aquello que le ofrece la escolarización", agrega.

El valor de la familia

Según Tejedor, la familia se convierte en un núcleo profundamente importante en la vida del niño no solo por las relaciones que se establecen en la misma, sino también por la elección que tiene que hacer sobre el tipo de escolarización que quiere para su hijo. "La familia aporta al niño una forma peculiar de transmisión de valores que le ayudarán a crear su propia subjetividad y autonomía", continúa, "sobre la base de una vinculación y apego a las figuras parentales, creándose las bases de una formación en la que se tiene en cuenta el respeto, la tolerancia, la capacidad de frustración (..)". "El futuro adulto es previamente un primitivo niño al que hay que tratar con respeto y consideración", concluye la experta.

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Sobre la firma

Carolina García
La coordinadora y redactora de Mamas & Papas está especializada en temas de crianza, salud y psicología, y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Es autora de 'Más amor y menos química' (Aguilar) y 'Sesenta y tantos' (Ediciones CEAC). Es licenciada en Psicología, Máster en Psicooncología y Máster en Periodismo de EL PAÍS.

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