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Miradas cómplices de alerta en el gélido silencio del miedo

Salir a la calle en Francia se traduce en vivir en vilo ante todo mínimo detalle imprevisto

Carlos Yárnoz
Una patrulla militar cruza una calle de París junto a varios ciudadanos.
Una patrulla militar cruza una calle de París junto a varios ciudadanos.MATTHIEU ALEXANDRE (AFP)

Una parada imprevista en medio del túnel del metro. Los viajeros que hablaban se callan. Los que miraban sus móviles dejan de hacerlo. En medio de un tenso silencio, todos se intercambian miradas. Son de complicidad, la que genera el miedo colectivo. Son de alerta máxima, la del radar humano que busca la amenaza en una mochila, en el barbudo que se agarra a la barra. Es París, es Francia, y todos los que viven ahí esperan otro ataque terrorista. Viven con miedo y empiezan a acostumbrarse sin asimilarlo.

A la misma hora que en Niza, miles de niños y mayores se agolparon la noche del jueves para ver los fuegos artificiales lanzados todos los 14 de julio desde la Torre Eiffel. Las voces se apagaron a las 23.30. François Molins, el fiscal antiterrorista, no dejaban de hablar por el móvil junto a su guardaespaldas. Llegaban las alertas. Silencio. Miradas cómplices. Miedo en las calles.

Dos de la madrugada. Avenida Víctor Hugo, junto al Arco de Triunfo. Estalla un petardo de feria. Una decena de jóvenes entona en la calle La Marsellesa. Los vecinos se acercan a las ventanas, pero sin encender la luz. Se han despertado sobresaltados. Acaban los cánticos guerreros. Silencio cómplice, Miedo en las casas.

Las consultas psiquiátricas no dan abasto. El consumo de ansiolíticos se ha disparado un 20%. Los asustados turistas tienen una solución más fácil. No vienen. Como hicieron miles de ellos antes de la Eurocopa. O se van. Como cientos de ellos ayer en Niza.

Francia golpeada. Francia en guerra. El frente, el país entero. Los objetivos: todos. Y sobre todo los que se divierten. Bares, terrazas, salas de fiesta, espectáculos pirotécnicos han sido las últimas dianas de los terroristas.

Por el momento, con ansiolíticos, los franceses resisten. Pero la guerra no se va a detener. Y cada día más de guerra, de miedo, el peligro de la desesperación aumenta. Ahí acecha el ultraderechista Frente Nacional para recoger los votos de los quieren soluciones rápidas.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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