Dónde tomarte las mejores tapas de toda España
En el Día Mundial de la Tapa hacemos un recorrido por los locales en los que el acompañamiento de la bebida puede ser un auténtico banquete. De la generosidad andaluza a la sofisticación del norte, nuestro 'tapómetro' no se deja (casi) ningún rincón de la geografía patria
Junio caluroso. Afterwork de terraceo y hambre de brontosaurio. La ciudad hierve, el asfalto arde y el aire quema. Sillas, sombrilla y bullicio - ¡Camarero, cuatro cervezas, por favor! – Sonrisa y carrera. Cuatro jarras heladas en menos de cinco minutos, con chiste y jerga de hace cien años y un insulso plato de aceitunas. ¿En serio? Un microscópico plato de aceitunas para cuatro hambrientos curritos, trasquilado como cuatro hipopótamos enfurecidos dentro de un Tragabolas. El camarero desliza la carta sobre la mesa con silenciosos movimientos de cisne negro. La cuenta y hasta pronto. Reacciones adversas entre el que no volverá nunca más, el que recordaba ese sitio como de “con las tapas comes”, el que piensa que estamos en crisis y el que escribe, reflexionando sobre todo lo anterior.
Y es que inevitablemente la tapa que te ponen en un bar no deja deser su propio código de barras, fundamental a la hora de ver si un negocio está destinado a triunfar o a caer en el abismo de los juguetes rotos de los bares. España de Norte a Sur es un verdadero almanaque de triunfos y derrotas culinarias en lo que a tapas se refiere. Y aunque el tapómetro indica que según bajamos hacia el sur los acompañamientos son cada vez más orgiásticos, nos podemos llevar más de una sorpresa. Medid vosotros mismos.
Andalucía y el Sur
Es la parte caliente del panorama tapográfico. Negar que Andalucía es la Meca de la tapa es afirmar que la luna está hecha de queso verde. Y aunque perdemos el norte con la Costa del Sol, Cádiz y el Algarve, lo cierto es que las provincias andaluzas del interior se llevan el Oscar y el Goya a las que mejor acompañan la birra en sus bares.
Las provincias andaluzas del interior se llevan el Oscar y el Goya a las que mejor acompañan la birra en sus bares
Si hay una ciudad que huele a tapa por los cuatro costados esa es Granada. La ciudad del Generalife, universitaria y cosmopolita, puede presumir de un marchón. La zona universitaria es un punto, pero si vas a tapear a tope, no puedes dejar de visitar locales como La Bella y la Bestia, un básico en la noche granaína en la que un sandwich de jamón y queso o un choricito te acompañan la birra. Eso sin contar con locales como El Establo si te va la panceta o La Criolla, si quieres hipsterizar Granada con tapas de la New Age.
Mucha guasa tendríamos si no pidiéramos una perdiz en Café Mañas Los Jamones, en Linares, la jugada perfecta para sorprender a los novatos; o una bomba en Úbeda, en los aledaños de la plaza de toros. Claro que Andalucía tiene un estandarte en las orgías de boquerones fritos que pregonan en el Mercado de la Merced, las tostas de salmorejo de los Coloniales o los montaditos del Patio de San Eloy en Sevilla.
Las tapas en el Levante
El Este de España, desde Cataluña hasta Murcia es un conglomerado de gastronomía de lo más variopinto. Pero en materia de tapas es bastante pobre. Aunque en las islas Baleares han empezado a ponerse las pilas, el tardeo de Alicante sigue ganando por goleada. El tapeo de Alicante capital es como ir de compras con una tarjeta black. Posiblemente la calidad no sea como en Andalucía, pero en cantidad poco tiene que envidiar de ciudades como Córdoba. El centro de Alicante es un festival de bares como Sento y sus bocadillos de de jamoncito o el Piripi, donde se come un arroz que es dificil de explicar con palabras. Muy fan.
El norte no es precisamente una tierra que destaque por el tapeo aunque tiene algunas excepciones
El norte, el imperio de los pinchos
Un colega de Ponferrada siempre ha afirmado que el norte no es tierra de tapas porque allí lo que de verdad gusta es sentarse en una mesa y comer como si el mundo se fuera a acabar al día siguiente. Y es verdad, el norte no es precisamente una tierra que destaque por el tapeo aunque tiene algunas excepciones. León esconde entre las calles del barrio húmedo un montón de bares donde las patatas riojanas son tapa imprescindible para acompañar a un buen vino de El Bierzo. Digno de mención es esa pequeña y maravillosa obsesión que tienen por la morcilla es sitios tan fascinantes como el Mona Lisa o el Picos de Europa, donde el que les escribe ha llegado a comer de tapa un hermoso perrito caliente con toda su parafernalia. Y si ya queréis desfasar, os recomiendo la ruta de los cortos y los mesones de Villablino, siempre que tengas capacidad para aguantar lo que allí se bebe.
Euskadi es tierra de pinchos. Lo más fascinante de ciudades como San Sebastián y, sobre todo, Bilbao es que la creatividad en torno al mundo del pincho es oro puro. Y sí, muchos diréis que es quizás un pelín caro pero, ¿acaso no merece la pena gastar el dinero justo por la calidad? Si tenéis la posibilidad de probar los pinchos morunos del Café Iruña estoy más que convencido de que me daréis la razón. Y luego pasad por el pincho de txangurro y me lo contáis.
Extremadura gastronómica
Aunque es una de las grandes olvidadas en los grandes eventos gastronómicos, el año pasado Cáceres se hizo con el cetro de la capital gastronómica de nuestro país. Y es que ya está bien, que las regiones más alejadas tienen mucho que aportar. Mientras Cáceres paseaba por el firmamento de las estrellas Michelín, los buscadores de tapas nos poníamos gochos en las terracitas de la plaza Mayor de Plasencia, como en Albero o el Danubio. Si hay una tapa que os puede volver locos del todo, aparte de la morcilla patatera, esa es el plato de morro. Ya estáis tardando
Y no, no me he olvidado de Madrid, otra capital del tapeo por excelencia. Madrid es una ciudad donde ir a un bar de los de siempre es comer hasta la saciedad. Como os contaba en aquel artículo de rico, barato y cutre, imprescindible visita para tapear hasta caer redondo es la calle Hartzenbusch, en Chamberí.
La marisquería Villas, la casa de la tortilla o, la joya de la calle, Casa Loreto. En Casa Loreto los botellines siempre vienen acompañados por platos y platos de comida, además del buen rollazo de sus dueños. Amor puro. No sucede lo mismo en sitios horrendos como la sidrería El Tigre, donde además de cobrarte un pastón por una cerveza mal tirada, las tapas son tan abundantes como repugnantes. En mi vida he comido unas tapas tan malas. Claro que cuando hay hambre no hay pan duro, y ahí la cantidad es protagonista.
Feliz día de la Tapa. Ya tenéis excusa para moveros por ahí.
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