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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Mujeres directivas o el progreso del cangrejo

Un estudio muestra que el porcentaje de mujeres en cargos directivos ha caído con la crisis del 19,5 al 11,8%

Milagros Pérez Oliva
La Reina Letizia, junto a una representación de la Asociación Española de Ejecutivas y Consejeras en 2015.
La Reina Letizia, junto a una representación de la Asociación Española de Ejecutivas y Consejeras en 2015.JAVIER LIZÓN (EFE)

La tenacidad de las mujeres logró que diferentes partidos acordaran aplicar criterios de paridad en la composición de las listas, y algunos incluso aprobaron que fuera por el sistema de cremallera, es decir, alternando hombres y mujeres desde el principio, para evitar que ellas vayan a parar a la parte final de la candidatura. Esta política ha incrementado notablemente la presencia de las mujeres en las cámaras legislativas. Pero la lucha por la paridad se ha estrellado contra resistencias hercúleas en la provisión de cargos directivos de empresas y organismos. Cuanto más se sube en la escala, menor es la proporción de mujeres, y tanto da que la lupa se fije en el sector privado o en el público. Es como si una fuerza de gravedad oculta que discrimina por género tirara de las mujeres hacia la base e hiciera más liviana la ascensión de los hombres hacia la cúspide.

De eso se quejan las mujeres que legítimamente aspiran a tener una carrera profesional en igualdad de condiciones: pasan los años, y su posición no solo no mejora sino que un nuevo estudio ha demostrado que en los años de la crisis ha retrocedido: hay menos mujeres directivas y están peor pagadas que hace ocho años. El trabajo ha sido realizado por la consultora ICSA y la escuela de negocios EADA a partir de los datos salariales y profesionales de 80.000 personas en toda España. Sus conclusiones son demoledoras para quienes sostienen que es cuestión de tiempo que las mujeres ocupen el lugar que por formación y demografía les corresponde. Así, la proporción de mujeres directivas ha caído desde el 19,5% de 2008 hasta el 11,8% en 2016, es decir, casi 8 puntos. Y también han aumentado las diferencias de retribución, pese a que el mismo estudio acredita que las directivas están mejor formadas. Si antes de la crisis la brecha salarial era del 11,9%, ahora las mujeres cobran de promedio un 17,1% menos que los hombres.

Los detractores de las cuotas argumentan que no es preciso forzar legalmente la presencia femenina en los cargos de responsabilidad, pues con la llegada masiva de mujeres a las empresas la equiparación se alcanzaría por su propio peso. Añaden que, a igualdad de méritos y capacidad, las cuotas son injustas para los hombres, desplazados de un puesto que merecen, y dolorosas para las mujeres, sujetas a la sospecha de que lo que consiguen es gracias a la cuota. Los datos llevan décadas desmintiendo estas teorías, aún con muchos defensores.

Lo que estamos viendo es en realidad el progreso del cangrejo: hacia atrás. Y lo más inquietante es que una vez perdida una posición, volver a ella no está en absoluto asegurado. El número de puestos directivos ocupados por mujeres cayó en 2013 hasta el 10,3%; la proporción solo aumentó ligeramente en los dos años siguientes. “¿Lo veis?”, dirán los contrarios a las cuotas; “en cuanto acabe la crisis, volverán a progresar”. Pues no. En 2016 el porcentaje ha vuelto a caer respecto al año pasado, lo que indica que la crisis no es el único factor. Y mientras discutimos si es coyuntural o estructural, la injusticia se perpetúa y seguimos desperdiciando talento y capacidad.

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