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La liberación de Britney Spears

La princesa del pop reaparece hoy en la gala de los Billboard, como anticipo de una nueva etapa en la que el reto es enterrar definitivamente sus problemas del pasado

Britney Spears, durante su show en el Hotel Planet Hollywood de Las Vegas.
Britney Spears, durante su show en el Hotel Planet Hollywood de Las Vegas.GETTY IMAGES

Este domingo Britney Spears es la encargada de abrir la gala de los Billboard Awards con una actuación que recopilará sus grandes éxitos. Justo diez años después de que viese la luz su fotografía más triste. En ella aparecía sentada en una cafetería, llorando, abrazando fuerte a su bebé y con la mirada fija en los objetivos de los paparazzi. Dos años antes se había casado por sorpresa en Las Vegas con un amigo de la infancia. El matrimonio duró 55 horas. Después vinieron el alcohol, las drogas y una segunda boda con Kevin Federline que duró hasta 2006. Esa instantánea representó el apogeo de la crisis que vivía la que había sido la gran estrella de la música de la década anterior. La novia de América había tocado fondo. Hoy la princesa del pop, como aseguraba hace poco en una entrevista, está en el mejor momento de su vida. Ha renovado su residencia en el casino Planet Hollywood de Las Vegas por dos años y 32 millones de euros, y tiene listo su noveno álbum para lanzarlo este año. Pero para su presentación de esta noche ha escogido una retrospectiva de 17 años de trayectoria en los que ha habido de todo, tanto en lo artístico como en lo personal. A los 34, Britney Spears reivindicará sobre el escenario que por fin está lista para tomar las riendas de su carrera y su vida.

En su número de apertura de los Billboard seguro que no faltará Baby One More Time, su primera canción de 1999 y que la catapultó al estrellato como una colegiala con dos coletas que cantaba con inocencia al amor. O Work Bitch, uno de sus últimos éxitos en los que aparecía como una bomba sexual y diva del electro dance. Entre ambas, Britney Spears se convirtió en un icono y rompió récords de ventas, pero también vivió un auténtico infierno que en cierto modo no ha terminado. Tras el divorcio de Kevin Federline, Britney entró en una espiral de destrucción que la llevó a ingresar dos veces en centros de rehabilitación. En 2007 todo apuntaba a que sus problemas con la bebida y los estupefacientes le harían perder la custodia de sus dos hijos, como sucedió. Según documentos del juzgado, el día que se lo notificaron la cantante pasó toda la noche en un aparcamiento. Finalmente sus padres decidieron intervenir y pidieron al juez que les permitiera ejercer un régimen de tutela sobre ella. En 2008, mientras aún estaba ingresada en el hospital, el tribunal accedió al ruego de sus padres. Esto significaba que desde ese día Britney dejaba de ser autosuficiente a efectos legales. No podía tomar decisiones personales ni financieras sin ser aprobadas por sus tutores, en este caso su padre Jamie Spears y un abogado. Cada uno de sus gastos, incluso comprar un café, tiene que quedar registrado y pasaba a formar parte del expediente de su caso. Ocho años después, este régimen de custodia continúa para la estrella, que aún no puede controlar de forma autónoma su vida ni la fortuna que ha amasado.

El entorno de Britney revela que ha aprendido a vivir bajo esa circunstancia, y al mismo tiempo su equipo trata continuamente de proyectar que ha alcanzado una madurez estable en la que controla cada detalle de su espectáculo en Las Vegas con sus hijos como la prioridad absoluta de su día a día. Su situación se revisa con informes médicos cada dos años, pero si ella o los tutores no piden que cese el régimen de custodia este no concluirá pues no tiene fecha de caducidad. El dictamen le ha costado a la cantante unos 7 millones de euros en honorarios de abogados y gastos de representación de sus tutores. Ahora Britney intenta volver a lo más alto, repartida entre su residencia de conciertos en Las Vegas y Los Ángeles, donde viven y van a la escuela sus hijos, de 9 y 10 años.

El primer sencillo de su nuevo trabajo podría ver la luz de forma inminente. Se titula Make Me (Ooh) y ya lo ha promocionado en las redes sociales, donde intenta mostrarse con el esplendor y la plenitud de facultades de sus inicios. En los Billboard, que se celebrarán en la ciudad de los casinos, tendrá la oportunidad de demostrarlo, aunque no será con nuevo material sino con un homenaje a una carrera tan llena de altibajos como impresionante. La duda es si incluirá alguna canción de Blackout, el disco que publicó en plena crisis, y así probar que no teme enfrentarse a los peores momentos de su pasado porque hoy, por fin, tiene todo bajo control.

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