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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

¿Dónde está el PSOE?

El partido debe definirse ideológicamente y dirigirse a los ciudadanos, no a Podemos

Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, ayer durante la reunión de su grupo parlamentario en el Congreso.
Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, ayer durante la reunión de su grupo parlamentario en el Congreso.SERGIO BARRENECHEA (EFE)

El PSOE, con Pedro Sánchez a la cabeza, tocó suelo en las elecciones del 20 de diciembre, obteniendo los peores resultados desde el inicio de la Transición. Si los socialistas quieren recuperar el 26 de junio los millones de votos perdidos desde 2010 tienen que reencontrar su espacio para volver a ser el reflejo de España, como lo fueron en sus mejores años. Para ello deben rearmarse ideológicamente, escuchar las demandas de los ciudadanos, presentar un proyecto ganador, hacer una campaña centrada en recuperar a sus electores, enterrar las luchas internas y presentarse como un partido unido y con vocación de Gobierno.

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Lo más importante es lo primero: reencontrar su espacio ideológico en el centroizquierda, en la socialdemocracia, capaz de entenderse con un amplio espectro de fuerzas pero sin dejarse confundir por cantos de sirena de una falsa izquierda —populismo, en realidad— que solo pretende destruirlo para liquidar la opción de izquierda reformista y viable que el PSOE ha representado siempre.

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La crisis económica global ha hecho un daño enorme a la socialdemocracia europea, que no ha sabido manejar las políticas de austeridad exigidas en la UE y ha asistido, dubitativa, al aumento de la desigualdad y a la reducción del Estado de bienestar. En solo 10 años los partidos socialdemócratas europeos han perdido el 25% de sus votos; en España se ha llegado al 50%.

Esta descapitalización del centroizquierda ha achicado el espacio natural de los partidos socialistas, que han visto cómo perdían votos por el centro y por la izquierda, sin saber ofrecer una alternativa que seduzca a sus más fieles electores. España es el ejemplo más claro de esa tendencia, por la dura competencia de dos partidos nuevos, Podemos y Ciudadanos.

Tras el fracaso para formar Gobierno, se inicia ahora una nueva etapa electoral en la que el PSOE tiene oportunidad de remontar el vuelo o, por el contrario, sufrir el sorpasso de las fuerzas a su izquierda. Los socialistas se juegan su futuro en estos comicios, igual que Sánchez, que debe saber que si no mejora sus resultados de diciembre se encontrará ante una situación comprometida.

¿Cómo afrontar este reto? En primer lugar, con ideas y propuestas claras, no con eslóganes. El PSOE tiene que explicar a los ciudadanos en qué se distingue de los demás, especialmente de Podemos. Y debe explicarnos qué haría en el caso de llegar al poder: no basta con echar al PP, hay que razonar para qué. Enséñennos un proyecto para España, y es posible que votantes y militantes lleguen a creer en él y rompan el idilio actual con Podemos.

Además, Pedro Sánchez tiene que dejar a un lado los complejos frente a Pablo Iglesias. Esa actitud de permanente disponibilidad no se interpreta —como prueban los sondeos— como voluntad de diálogo, sino como oportunismo y confusión de ideas. Sánchez no tiene que emplear tiempo en convencer a Podemos, sino a su propia gente, de que el PSOE pelea por la hegemonía, no solo de la izquierda, sino de la nación; que quiere gobernar, que puede gobernar y que sabe cómo hacerlo. Tiene que salir de la pequeña competición que le plantea Podemos y disputar el mucho más necesario duelo por el futuro de España.

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