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Efectivamente, mi caniche es una personita

Un partido ecologista portugués quiere que los animales dejen de ser considerados objetos

Silvia Barquero, presidenta del Partido Animalista español PACMA
Silvia Barquero, presidenta del Partido Animalista español PACMAKike Para

En Portugal, los animales domésticos, las mascotas, alcanzan lingüísticamente un concepto superior, son animais de estimação. El concepto no puede ser más entrañable, pero la ley, como sucede en muchos otros países, no les reconoce todo lo que debería.

Desde que en el siglo XIX Francia comenzó a legislar contra el maltrato a los animales domésticos, entendidos por tales aquellos a los que se daba de beber y comer, la legislación internacional ha ido avanzando en la protección a los animales, caseros o no.

En Portugal quien va más lejos que nadie es el partido PAN (Personas, Animales, Naturaleza), que va a presentar en el Parlamento una propuesta para que los derechos de los animales no solo se reconozcan en el Código Penal, sino también en el Civil. Se trata de que el “animal no-humano”, como concreta el PAN, reciba la consideración jurídica de persona, quizás no como una persona-persona, pero sí con un estatus especial, intermedio entre la cosa y la persona; un tercer tipo de persona, aparte de la singular y de la colectiva. El objetivo es que jurídicamente se deje de considerar a un animal como un objeto, porque no es lo mismo darle una patada a la mesa o dársela al gato, aunque ambos —¿objetos, unidades, elementos?— sean de nuestra propiedad.

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La pretensión del PAN ya ha sido abrazada por la ministra de Justicia del Gobierno socialista. El estatuto de “persona”, sin embargo, no sería limitado a los animales de compañía, pues el PAN no quiere distinciones en el reino animal. La ley portuguesa ya castiga los malos tratos y concreta hasta el número de animales por apartamento, pero el PAN quiere más, también quiere que las mascotas puedan entrar en los centros comerciales. La idea le ha suscitado al escritor Miguel Sousa Tavares —gran cazador de perdices, por otra parte— algunas reflexiones sobre el imperante mimo animal: ¿se empieza a legislar para el bien del animal o para la comodidad de sus dueños? ¿De verdad que una mascota suspira por el hábitat del centro comercial un sábado por la tarde?

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