La pobreza más allá de los números
Indicadores como los 1,90 dólares diarios no ayudan a analizar las causas y los problemas
¿Qué es la pobreza? Durante décadas la hemos definido con un número, que actualmente el Banco Mundial fija en un ingreso personal de menos de 1,90 dólares estadounidenses al día. Pero una cifra no basta para resumir la complejidad de la pobreza. Para entender las necesidades de los pobres y brindarles una asistencia óptima es fundamental ir más allá de la medición del ingreso.
El Banco Mundial ha convocado sus Reuniones de Primavera en Washington (EE UU) la próxima semana y eso nos da la oportunidad de fijar referencias que incluyan las dimensiones social y ambiental de la pobreza. El propio Banco ha reconocido que se deben considerar otras cosas además de los ingresos y recientemente estableció una Comisión para la Medición de la Pobreza Mundial para recomendar indicadores adicionales.
Aunque muchos grupos públicos y privados ya recopilan datos sobre diversos temas que afectan a las comunidades pobres —como la nutrición, la salud materna o el acceso a la educación—, esa información se aprovecha poco y raramente se comparte con otras instituciones. Pero existen algunas señales que pueden servir de orientación, como el Índice de Progreso Social. Este indicador permite hacer un seguimiento de múltiples síntomas de la pobreza en distintos países y complementa las medidas tradicionales basadas en el ingreso.
Porque cuando nos centramos en un único número para medir la pobreza, diagnosticamos equivocadamente las necesidades de los pobres. En mi país, Paraguay, trabajo con uno de los mayores emprendimientos sociales, la Fundación Paraguaya, para brindar microfinanzas, educación y capacitación a miles de nuestros ciudadanos más pobres. Evaluamos 50 indicadores y 6 dimensiones de la pobreza, entre las que se cuentan el ingreso, la vivienda, la educación y la infraestructura.
Una de nuestras clientas, doña Mercedes, ahora es una exitosa microemprendedora en una comunidad rural no muy distante de Asunción. Cuando comenzó con la Fundación Paraguaya, compartía una vivienda de un solo dormitorio con 16 familiares y cocinaba en un pequeño pozo en el suelo de tierra. Ahora tiene una casa de ladrillos con suelo de cemento y cocina separada y ha logrado ahorrar aproximadamente 500 dólares.
Parece que el Banco Mundial reconoce las limitaciones del indicador usado en los últimos años
Gracias a la autoevaluación de pobreza de la Fundación Paraguaya, doña Mercedes pudo entender mejor sus propias necesidades y ocuparse de ellas de a una por vez. Mientras los enfoques tradicionales se centran en estimar las fuentes de gastos e ingresos de los hogares, la autoevaluación le ayudó a dividir sus necesidades en 50 áreas, sobre las que podía trabajar paso a paso y controlarlas a lo largo del tiempo.
Por ejemplo, ella evaluó la situación de su baño y su cocina, la calidad de los alimentos que comían en su hogar, la salud mental de su familia, la cantidad de dormitorios separados de la casa, e incluso su autoestima y capacidad para tomar decisiones. Un sencillo mapa de la pobreza le ayuda así a seguir sus avances con los colores de un semáforo: rojo, amarillo y verde, y a destacar sus áreas prioritarias. En su lista de prioridades ahora aparece agregar dos dormitorios más a su casa y trabajar para ampliar su negocio.
La Fundación Paraguaya ha conseguido replicar este tipo de éxitos en otras partes del mundo. En Tanzania, donde trabajé durante tres años en comunidades rurales, ayudamos a pueblos en la región de Southern Highlands a adaptar nuestros indicadores de pobreza al contexto local para ocuparnos de sus necesidades de agua, servicios sanitarios y electrificación. Se están implementando esfuerzos similares en Sudáfrica, Nigeria, Uganda, China y otros lugares.
Con apoyo del sector público podemos avanzar aún más. La Fundación Paraguaya recopila abundantes datos que abarcan múltiples dimensiones y siguen a más de 8.700 familias solo en Paraguay. Si esta información llegara al Gobierno paraguayo —que cuenta con sus propios métodos de captación de datos— podríamos identificar más rápidamente los focos de pobreza y personalizar los programas para ayudar a cada familia. Como los datos son autogenerados, este tipo de colaboración podría hacer llegar asistencia focalizada y destacar los servicios públicos específicos que son necesarios.
Además, si la Comisión del Banco Mundial adopta medidas multidimensionales contra la pobreza, alentará a otras organizaciones a producir y compartir más datos detallados sobre este tema. Eso proporcionará a quienes trabajan en la asistencia un mapa de la pobreza más exhaustivo del mundo y ayudará a mejorar la eficacia de los esfuerzos.
La cantidad de dormitorios separados en una casa, el autoestima y capacidad para tomar decisiones también son datos a tener en cuenta
No será fácil definir criterios universales ni elegir qué medidas incluir, pero solo con adoptar unas pocas medidas básicas ya se lograrían avances. Medidas unidimensionales como la de 1,90 dólares al día han dado como resultado diagnósticos equivocados de los problemas de los pobres durante demasiado tiempo. Y, lo que es más importante aún, han errado al analizar las causas de esa pobreza. Sabemos que la referencia del ingreso mínimo diario no capta completamente las dificultades que viven los pobres en lugares como Paraguay.
Afortunadamente, parece que el Banco Mundial reconoce las limitaciones del indicador. Garantizar que el tipo de ayuda adecuada llegue a quienes más la necesitan de manera oportuna y eficaz requiere que quienes diseñan las políticas para el desarrollo aprovechen los datos multidimensionales sobre pobreza que las organizaciones de asistencia como la Fundación Paraguaya han aprendido a captar.
Julia Corvalán es miembro de Aspen New Voices y asesora estratégica de la Fundación Paraguaya, un emprendimiento social con sede en Paraguay, especializado en la replicación y adaptación de los programas de eliminación de la pobreza entre Latinoamérica y el África subsahariana.
Traducción al español por Leopoldo Gurman.
Copyright: Project Syndicate, 2016.www.project-syndicate.org
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