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Tentaciones

"Tengo tuit" y otras perlas de Rajoy en 'Salvados'

El presidente en funciones consiguió evidenciar que su tiempo ha pasado con una única palabra. ¿Hay algo peor que no saber pronunciar 'Twitter'?

"Yo tengo tuit, Facebook y SMS normal". A Mariano Rajoy la regeneración democrática le ha pillado tan a desmano como la revolución tecnológica. Cuatro años ha tardado el presidente -en funciones- en atender la llamada de Jordi Évole. Cuatro largos años en los que los españoles habíamos dado la batalla por perdida. Pero una vez más, nos equivocamos. Y, una vez más, Rajoy hizo lo mejor que sabe hacer: generar frases para la historia."Tengo tuit" uniéndose al "muy españoles y mucho españoles", el galimatías del alcalde y los vecinos y el mítico "fin de la cita". Si siguieron la entrevista de anoche a través de las redes sociales seguro que se encontraron a alguna tuitstar llorando de gusto. ¡Por fin tenemos nuevo meme rajoyer! ¡Esto es mejor que el "hasta nunqui" de Ylenia! Pero en plena algarabía virtual, los demás, claro, llorábamos de pena.

Rajoy decidió interpretar anoche a su mejor versión de Rajoy. Se mostró dicharachero y campechano, alabó las facultades de su entrevistador con elegancia y donosura, le hizo una tournée por el Consejo de ministros, se quejó de la soledad de la Moncloa, sacó a relucir su pasión por el Real Madrid y habló de lo que le gusta viajar por España. Y aguantó los embistes con la maestría del que lleva haciéndolo muchos años, hay que reconocérselo. “Estoy por pedir un deseo, como quien ve pasar una estrella fugaz, porque le tengo delante y no le veo a través de un plasma”, arrancaba Évole. Aquello solo podía ir a mejor. Una hora larga de Bárcenas, corrupción, financiación ilegal, Rita Barberá, refugiados, Puigdemont y "el lío que se traen Iglesias y Errejón". Si esto no es un orgasmo televisivo, ya no sabemos qué más nos pueden ofrecer. Ahora, no nos confundamos.

Tomarse a Mariano Rajoy como ese despistado bonachón, ese señor gallego con graves dificultades para responder a una pregunta con una afirmación contundente, esa pobre víctima del sistema que tan solo ha querido luchar por la honradez a pesar de todas las 'cosas' que se le han escapado, es no haber visto nada de la entrevista de Salvados. La misma en la que el presidente del gobierno -en funciones- dudaba de que hubiese alguien que no supiese donde están enterrados sus abuelos y animaba a hacer un "borrón y cuenta nueva" del pasado. La misma en la que el presidente del gobierno -en funciones- aseguraba no saber nada de la gestión del accidente del metro de Valencia ni, debemos suponer, de sus 43 muertos. La misma en la que el presidente del gobierno -en funciones- sacaba pecho de la sanidad pública ignorando el firme empeño de su gobierno por desmantelarla.

La desconexión entre el actual presidente y la realidad es altamente preocupante. Tanto que alguien debería tomar cartas en el asunto. Alguien que le quiera y se preocupe por él. Considerar que el salario mínimo interprofesional es algo casi anecdótico porque “hay muy pocas personas” que lo cobren, seguir enrocado en que la corrupción es cosa de unos pocos y argumentarlo con que la mayoría de la población es honrada y paga sus impuestos, señalar a los medios y a los periodistas como parte del problema por empeñarse en sacar solo las cosas negativas, victimizar a los políticos como si le fuese la vida en ello... “Los políticos también somos seres humanos”, se lamentaba el presidente. El dinero público también es nuestro, debería haberle apuntado alguien. Especialmente, los que le votaron en estas últimas elecciones.

“Pues está saliendo airoso”, me comentaba una estupenda periodista durante la primera parte de la entrevista. Y sí, lo peor de todo es que lo estaba haciendo. Salía airoso para ser Rajoy y estar en Salvados. Esa es la confianza que tenemos en la persona que ha dirigido y quiere dirigir nuestros destinos -o al menos, nuestros bolsillos- durante los próximos cuatro años. Hemos puesto el listón tan bajo que con que no roben a la primera de cambio nos vale. Igualar por abajo, algo en lo que Rajoy debe tener matrícula de honor. "Tenemos la misma corrupción que en otros países", "hemos acogido a tan pocos refugiados como otros países", "nuestro salario mínimo es tan bajo como el de otros países". ¿No les dan ganas de irse a votar también a otros países?

Cambiaron las tornas con el paso del tiempo. Los gestos, casi espasmódicos, traicionaron el estoicismo de Rajoy. Llegaron las sonrisas pétreas, los "ya he dado bastantes explicaciones", los "más vale que no sigas por ahí" y los silencios. Ay, los silencios. Con simpatía, Évole trató de desengrasar buscando una complicidad futbolística, pero no estaba ya el presidente para muchas aventuras. La hora en la Moncloa nos supo a poco. "Cómo debe estar el Partido Popular para haber aceptado la entrevista", rumiaban las redes sociales. Una lástima que la experiencia no tenga viso de repetirse pronto. Al menos, en lo de Bertín comió jamón y jugaron al futbolín. Pero con este repaso, ¿cómo le van a quedar ganas de volver? Mariano, se está mejor en casa que en ningún sitio. Ah, no, que allí es persona non grata...

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