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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

España no cuida la cantera de científicos

El biólogo Ciro Cabal consigue una beca en Estados Unidos tras ser rechazado en una decena de centros españoles

El biólogo madrileño Ciro Cabal.
El biólogo madrileño Ciro Cabal.

Precariedad, inestabilidad y austeridad definen el estado de la ciencia en España. Pocas veces como durante esta crisis los investigadores se habían visto obligados al exilio para sobrevivir. Muchos han hecho las maletas huyendo de contratos eventuales y mal pagados y empujados por el recorte de las becas. El tijeretazo en el presupuesto de I+D ha pintado un negro horizonte. Los datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico sostienen que en solo una década casi se ha duplicado el número de españoles con alta cualificación que se han instalado fuera, especialmente en Estados Unidos, Francia y Reino Unido. Son los migrantes de bata blanca.

Contrariamente a lo que afirmaba el presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Emilio Lora-Tamayo, la fuga de cerebros no es una leyenda urbana. El biólogo madrileño Ciro Cabal es un buen ejemplo de las dificultades con las que se topan a diario los científicos. Tiene 33 años y en los últimos cinco a duras penas ha conseguido trabajar en su campo (biología vegetal y ecología). Y siempre sin contrato. Sus cotizaciones en la Seguridad Social son frutos de empleos en el sector de la hostelería. Una tras otra ha visto cómo la decena de solicitudes para obtener una beca en instituciones públicas o privadas han sido inútiles y frustrantes. Sin embargo, probó suerte fuera de España y en poco tiempo ha recibido la invitación de dos universidades de Estados Unidos, una de ellas Princeton, que en el campo de la biología es como “el Real Madrid en el mundo del fútbol”, según Cabal. Allí pasará, entre probetas y enfundado en la bata de científico, los próximos cinco años.

La fuga de cerebros (el exministro de Educación José Ignacio Wert la llamaría movilidad internacional) es un mal negocio para cualquier país. El sistema educativo español —nutrido mayoritariamente con fondos públicos— invierte mucho dinero en la formación de investigadores que, si se ven obligados a migrar por falta de oportunidades, revertirán en otro país. No es lo mismo ampliar en el extranjero el adiestramiento en cualquier disciplina que formar parte de una diáspora impulsada por la falta de proyectos, como ha ocurrido con los miles de científicos que en los últimos años han huido de las insoportables tasas de paro. Muchos doctores, graduados y becarios que han emprendido el camino del exilio en busca de mejores perspectivas para desarrollar su labor consideran el retorno a corto plazo un mero espejismo.

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¿Será posible que biólogos como Ciro Cabal puedan algún día desarrollar sus proyectos en laboratorios españoles? Como expone el científico Mariano Barbacid, el problema no es la salida al extranjero de científicos españoles para completar su formación. Lo grave es no saber cómo recuperarlos y dejar escapar irremediablemente su talento. Si la ciencia española quiere jugar en primera división necesita incrementar de manera urgente los recursos económicos y cuidar la cantera.

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