Las cuatro señas de identidad de Anna Wintour
Por un lado está su conocido corte de pelo: un bob con flequillo, le siguen sus inconfundibles ‘Manolos’, sus inherentes collares y últimamente sus abrigos también son objeto de estudio
A pesar de ser la persona más poderosa del mundo de la moda, Anna Wintour (Londres, 1949) no sigue las tendencias. Su estilo está basado en cuatro grandes pilares que no cambian con el paso de los años. Como mucho se modifican ligeramente.
Por un lado está su archiconocido corte de pelo: un bob con flequillo redondeado, que lleva luciendo desde su juventud. Esta temporada es tendencia y hasta Taylor Swift se lo ha copiado. Hace unos años Katie Holmes hizo lo propio, aunque pocos meses después dejó crecer su melena. La actriz no era tan constante como la editora de moda más influyente del planeta. Al fin y al cabo, llevar un peinado que refleje a la perfección tu personalidad requiere de pequeños ‘sacrificios’. Un peluquero peina a Wintour a diario y le corta el flequillo una vez a la semana. Además, si el trabajo lo permite, acude una vez al mes a su estilista capilar de confianza en Londres para que mantenga el color y la textura a raya.
El segundo de los grandes pilares que identifican su estilo está en los pies. Anna Wintour es fiel a los ‘Manolos’ y pase lo que pase nunca lleva las uñas de los pies pintadas. En primavera y en verano, la editora jefe de la edición estadounidense de Vogue y directora artística de Condé Nast luce en todas sus apariciones públicas unas sandalias de doble tira firmadas por Manolo Blahnik. El zapatero, nacido en Canarias, asegura que de vez en cuando se reúnen para cambiar el grosor de las tiras o la altura del tacón y que, alguna vez y haciendo una excepción, varían el material y el tono. Pero la esencia es siempre la misma. El calzado de Wintour solo cambia en invierno. En plena época de pasarelas, acude a los desfiles enfundada en unas botas de caña alta y tacón, que también responden siempre al mismo corte, aunque en ocasiones están hechas de diferentes tipos de piel. En la industria respiran tranquilos cuando ven que, al menos cuando hace mucho frío, Anna prescinde de sus inseparables sandalias.
Últimamente, sus abrigos se han convertido también en objeto de estudio en el mundo de la moda. Como no podía ser de otra manera están todos cortados por el mismo patrón. Su largura baja ligeramente de la altura de la rodilla y normalmente son estampados o de piel. Aunque haya recibido en alguna ocasión la reprimenda de PETA –organización que lucha por el tratamiento ético de los animales– e incluso Armani haya anunciado recientemente que cesará la producción de prendas que procedan de animales, Anna es fiel a sus gustos. Incluso cuando son políticamente incorrectos. Eso sí, detrás de estos abrigos están marcas muy diferentes. En este área Wintour, cuyo sueldo asciende a los dos millones de dólares anuales (1.750.000 euros), no es fiel a nadie. Sus preferidos: los que fabrican grandes casas de moda como Óscar de la Renta, Chanel, Fendi, Givenchy, Prada, Louis Vuitton y Saint Laurent. Cuanto más llamativos y extravagantes, mejor. Que la sencillez ya se la guarda para el calzado.
Por último hay un accesorio del que nunca prescinde ya sea para combinarlo con prendas de día o de noche: sus inherentes collares. Es tan fiel a ellos como al partido demócrata al que apoya campaña tras campaña. Son de cristal, los tiene de varios colores y los combina con maestría escabulléndose de lo que para cualquier otro mortal sería excesivo y recargado. Imposible encontrarlos exactamente iguales porque se rumorea que los consiguió en un anticuario. Su estilo, por mucho que se intente, es imposible de imitar. Es único. Como ella.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.