Vegetarianos vs carnívoros: la nueva lucha de clases
La amistad entre un carnívoro y un vegetariano no es fácil. Hay resquemores, odios, pensamientos políticamente incorrectos y mucha –pero que mucha– tensión. ¿Es posible esta unión?
Desde siempre ha habido clases… y gustos. Sentarse en una mesa ya era complicado desde que llega la carta hasta que hay que sacar la calculadora móvil para dividir el precio de lo que nos hemos llevado a la boca sin que hayan enfados ni roces. Para darle todavía más alegría a una quedada 'zampona', ahora hay que empezar a tener en cuenta alergias, intolerancias y, por supuesto, las convicciones personales de cada uno. Vegetarianos vs carnívoros. Empieza la diversión. Agrégale un par de niños a la ecuación y ya tienes todos los ingredientes para crear una bomba de relojería que a la primera botella de vino, empezará a crear controversias y debates.
Una pelea silenciosa
Así parece a veces la relación entre carnívoros y vegetarianos cuando no logran llegar a un acuerdo –lo cual es casi siempre– sobre dónde y qué comer. No quieres herir los sentimientos de nadie, pero por un lado o por el otro siempre hay alguien que termina escaldado cuando es imposible irse por las ramas cada vez que sale el tema de animales SÍ o animales NO. Pon una careta de cerdo –el plato estrella del restaurante que ha puesto de moda la casquería– en tus redes sociales y gánate el odiopara que varios de tus amigos dejen de seguirte en redes sociales; lo mismo si eres David Muñoz y pones la foto de un pato salvaje asado en Noma. Se te van a echar encima.
Y así fue, e incluso los carnívoros entraron al trapo: “Como carne pero ponerlo así es desagradable”. “De verdad así da mucho asco y soy carnívora”. “Para que el pato se vea así imaginar cómo lo habrán matado..." ¡Lamentable! Desde luego que horror de cocinero y si no te gusta lo que lees no te hagas redes sociales que para eso están”. “No sé si estará bueno o no porque hay ciertos animales que no como , pero la presentación es un puñetero asco y de muy mal gusto”.
A lo que el Sr. Muñoz contestó: “Es cierto, ese pato del restaurante Noma fue probablemente lo mejor del menú, probablemente el mejor pato que yo me haya comido nunca, del que se comía absolutamente todo, incluida la cabeza que tanto os horroriza. Amo comer, amo cocinar y amo esta forma de entender la vida, así soy yo y así soy infinitamente feliz. ¡Qué aproveche!”
Como carnívoro llevas la letra escarlata C en el pecho y una de dos, o la aireas por todo lo alto o la escondes y comes a escondidas cual bulímica (casi) arrepentida. Eres de los que se regodea a la hora de trincharle el tenedor a un entrecot sangriento y de los que salta de la felicidad cada vez que lee la palabra panceta en una carta, pero la vida se te complica cuando tienes a tu mejor amigo viéndote de reojo juzgándote cada bocado.
Y es que es complicado, ¿cómo diantres logras salir de cañas o a comer con tu colega sin terminar untando pan de pita en hummus? Aunque si mencionas este hecho probablemente recibas como respuesta una larga lista de argumentos que afirman y reafirman que comer sin la necesidad de proteína animal lo peta. Que hay recetas vegetarianas para aburrir que se salen del seitán y del tofu lo sabes, aunque te interesa más bien poco. Pero sinceramente, no te atreves a decirle al que tienes enfrente que no te interesa vivir en un mundo en el que tengas que renunciar a untar tus arterias con la grasa de un bocadillo de chorizo. O sí que te atreves, pero sabes que es empezar mal la jugada.
El chef Anthony Bourdain dice que “Los vegetarianos son el enemigo de todo lo que considero bueno y decente en el espíritu humano, una ofensa a todo lo que defiendo, que es el puro disfrute de la comida”. Sabias palabras para algunos…. Aunque mejor para tu amistad si no empiezas a recitarlas. Guárdatelas para cuando estés por meditando solo en casa.
“No me entiendes”
Cuántas parejas han roto después de una bronca que ha empezado con dicha frase, la misma que define como te sientes cada vez que empiezas una discusión para defender tus preferencias cárnicas frente alguien que sabes que no las aprueba. Ellos no te entienden, pero tu a ellos, menos. No distingues entre un vegetariano y un vegano, no entiendes el por qué de que coman huevos pero no lácteos, o lácteos pero no huevos. O que se llamen vegetarianos pero que coman mariscos o pescado. Incluso algo de jamón cuando les da la vena. Y acéptalo, no te interesa. Pregúntales exactamente que es lo que come por enésima vez y gánate la mirada de la discordia. No sabes ni lo que te gusta a ti, vas a saber cada una y todas de las filias de quienes te rodean.
Vegetarianos, carnívoros y viceversa
Pero siempre hay dos caras de toda moneda y en este caso, no iba a ser diferente la cosa. Si en cambio eres de los del bando que apoya el consumo de vegetales y legumbres, la cosa es todavía más difícil para ti –y eso que según la encuesta ENIDE de 2011, el número de personas que no comen carne y pescado se acerca a los 700.000 en España– porque te conviertes en el último eslabón en ser escuchado y valorado. Vale que los carnívoros llevan la letra escarlata en el pecho, pero tú eres el que tiene que rogar al camarero para que te de algo qué comer que no venga chorreante de sangre o bañado en su propia grasa y que no sea una mísera ensalada de la huerta.
Aunque sabes que al final, lechuga es probablemente lo que terminarás comiendo. Los chefs se jactan del "producto, producto y producto"… pero parece ser que poco producto han encontrado en la huerta. Sabes que los chefs te odian y que eres su peor pesadilla porque les demuestras que son incapaces de innovar o destacar si no es con platos hechos con carne. Si quieren tener clientela tendrán que acoplarse a las preferencias alimentarias de todos, ¿no? Loser el que sea incapaz de cocinar sin productos de origen animal.
En noviembre del año pasado la revista GQ nombró a la hamburguesa vegana de Superiority Burger (hecha con una combinación secreta de nueces y plantas y servida con queso Muenster) como la mejor del mundo. Más que una hamburguesa es un slider que a 6 dólares la porción parece estar ganando cada vez más adeptos tanto del bando carnívoro como del vegetariano. José Andrés ya anunció que está a punto de abrir una cadena de restaurantes de comida rápida en EE UU bajo el nombre de Beefsteak, dándole un absoluto protagonismo a los vegetales (tanto en la decoración como en la carta), la versión americana de Taco Bell ya cuenta con un menú vegetariano certificado de trece platos, Ikea planea introducir albóndigas vegetarianas a sus menús en un esfuerzo para ser más eco friendly... por lo visto no es tan difícil cocinar y dar de comer (bien) a un vegetariano.
Y es que es verdad, no te entienden, y parece ser que nadie hace el más mínimo esfuerzo por entenderte. Porque si te preguntan una vez más qué es exactamente lo que has escogido como alimento dentro de tu dieta diaria, revientas. Si tu abuela te vuelve a decir: “Pero jamón sí que comes, ¿no? Eso no es carne”, explotas. Y si tienes que pagar más de lo ‘normal’ por la opción vegetariana en cualquier restaurante es que lo mismo arde Troya.
Diles aquella frase de Morrisey “no veo ninguna diferencia entre comer carne y la pedofilia”, lo mismo así relajan todos y te dejan en paz. Y es que a nadie le importa lo que comes hasta que dices las palabras malditas para oídos omnívoros: “soy ve-ge-ta-ria-no”. Nadie le había preocupado de dónde sacas la proteína necesaria (guisantes verdes, quinoa, nueces, garbanzos, tempeh, soja, judías… hay opciones para aburrir) para llevar una vida sana y de repente, a todos les interesa lo que haces o dejas de hacer con lo que pones en tu plato.
Según la Asociación Americana de Dietética, “las dietas vegetarianas adecuadamente planificadas, incluidas las dietas totalmente vegetarianas o veganas, son saludables, nutricionalmente adecuadas, y pueden proporcionar beneficios para la salud en la prevención y en el tratamiento de ciertas enfermedades”. Así que digan lo que digan, parece ser que lo estás haciendo bien. Mal lo estarán haciendo otros entre embutidos y fritangas. Y es que se comenta que los vegetarianos siempre están dando sermones sobre sus preferencias y filosofías de vida, pero es que resulta difícil no hacerlo cuando se vive en una sociedad en la que las opciones en hostelería en la que predominen vegetales y legumbres son bastante escasas.
Así que llegamos a la conclusión: ¿Es posible la convivencia entre veganos y vegetarianos? Pues claro que sí, porque hablar y quejarse es gratis, pero convivir en paz y disfrutar de una buena mesa con amigos es una auténtica joya.
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