_
_
_
_
_
PALEONTOLOGÍA

La extinción del hobbit de Flores coincide con la llegada humana

Una nueva datación de los restos del 'Homo floresiensis' indica que vivió solo hasta hace unos 50.000 años, cuando los humanos modernos se expandieron por la región

Caverna de Lian Bua en la que se encontró la mujer de Flores
Caverna de Lian Bua en la que se encontró la mujer de FloresLiang Bua Team

La hobbit de la isla de Flores, en Indonesia, no llegó a convivir con los humanos, o quizá lo hizo, para su desgracia, durante un breve periodo antes de desaparecer para siempre. Estas son dos de las posibilidades que se plantean tras la noticia que hoy se publica en la revista Nature. Los parientes de aquella humana que dejó su cráneo en la cueva de Liang Bua no sobrevivieron hasta hace 12.000 años, como sugería la datación de los restos hecha cuando se descubrieron.

La antigua fecha implicaba que aquella especie de un metro de altura y cráneo diminuto, pero una sorprendente capacidad para crear sofisticadas herramientas, habitó Flores decenas de miles de años después de que los humanos modernos comenzasen a colonizar los archipiélagos del Índico. Ahora, un grupo internacional de investigadores, después de siete años de excavaciones y de análisis de los estratos de nuevas partes de la cueva, estiman que, a la vista de los restos descubiertos hasta ahora, aquellos pequeños humanos solo ocuparon Liang Bua hasta hace 50.000 años.

Algunos investigadores consideran que el hombre de flores es un humano enfermo

Desde que en 2004 se anunció al mundo el descubrimiento de un nuevo pariente humano llamado Homo floresiensis, el hobbit, como lo bautizó el geocronologista Bert Roberts, ha provocado algunos de los debates más interesantes sobre evolución humana del último siglo. En un lado, aquellos que opinan que se trata de una especie de ancestros de los Homo erectus que después, al vivir en una isla, habían evolucionado hasta convertirse en unos homínidos de menor tamaño, pero muy inteligentes a la vista de los útiles encontrados junto a ellos. En el otro, aquellos que veían en aquel cráneo minúsculo simplemente una especie de humano moderno similar a los pigmeos actuales o incluso un persona con síndrome de Down.

“Este debate en torno al hombre de Flores es inevitable mientras no aparezcan más fósiles que puedan determinar que se trata de una singularidad evolutiva”, afirma Antonio Rosas, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC. “La discusión me recuerda a la que se dio con los neandertales”. Los primeros restos de aquella especie aparecieron en 1856, en una cueva cerca de Düsseldorf, en Alemania. “Entonces como ahora hubo algunos que creían que era un nuevo fenómeno evolutivo, y otros que lo identificaron como una rareza dentro de nuestra propia especie”, continúa. Algunos científicos de la época afirmaron que los trozos de cráneo encontrados eran de un jinete cosaco y otros, como Rudolf Virchow, al que se considera padre de la patología moderna, aseguraron que los huesos pertenecían a una persona con raquitismo. La aparición de nuevos restos de neandertal acabó con la discusión.

Según el mismo Rosas, el nuevo hallazgo no cambia en lo fundamental el debate, que mantiene su intensidad y su interés. Lo que sí se modifica es la posibilidad de una convivencia con humanos modernos. La primera datación, tan reciente, daba pie a pensar que los Homo floresiensis podían haber convivido con los sapiens. Esta hipótesis coincidía oportunamente con una antigua leyenda de la isla de Flores que hablaba de unos seres pequeñitos y podía ser una memoria histórica de aquella convivencia entre especies humanas. El hecho es que hasta ahora no se han encontrado pruebas de que esa convivencia se produjese.

En Australia, muchos grandes animales desaparecieron con la llegada de los humanos modernos

La nueva datación, no obstante, hace coincidir la desaparición de los hobbits con el avance de los Homo sapiens hacia Oceanía. En Flores, como en muchas otras islas de ese continente, coincide la llegada de los humanos modernos con la desaparición de varias especies animales. Buitres, cigüeñas gigantes, elefantes pigmeos e incluso dragones de Komodo desaparecieron también de Flores hace unos 50.000 años. Sin embargo, como recuerda el profesor de la Universidad de Wollongong y coautor del nuevo estudio Bert Roberts, “aún no tenemos pruebas de que hubiese humanos modernos en Flores hace 50.000 años”. “La evidencia más antigua de humanos modernos en Flores es de hace unos 11.000 años, pero sabemos que estaban en otras islas de la región mucho antes y que llegaron a Australia hace 50.000 años”, continúa el investigador australiano. “Al menos en Australia, las pruebas apuntan a que los humanos desempeñaron un papel decisivo en la extinción de animales endémicos gigantes, así que: ¿fue Homo floresiensis otra baja del avance de nuestra especie? Esta es una posibilidad que consideramos seriamente, pero necesitamos pruebas sólidas para demostrarla”, concluye.

Thomas Sutikna, autor principal del estudio, tiene claro que la visión que se tiene sobre estos pequeños seres aún es muy limitada y que supone solo “una pequeña ventana a su historia en Liang Bua, en otros lugares de Flores y, posiblemente, incluso en otras islas”. “Necesitamos más descubrimientos para completar nuestras lagunas de conocimiento sobre esta enigmática especie”, señala. Rosas está de acuerdo y considera probable que dentro de la cueva, “que es muy grande y solo se ha excavado en un área pequeña”, es posible que aparezcan más restos. Además, “pasado mañana se pueden encontrar nuevos restos de Homo floresiensis o de sus antepasados en islas más grandes de Indonesia como Borneo o en el continente”, añade. De estos descubrimientos dependerá que se resuelvan o no los misterios que aún rodean al hobbit de Flores.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_