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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El Papa Francisco, la esperanza de los indígenas latinoamericanos

El Pontífice exhortó a reconocer el dolor que los indígenas sufren en América Latina, con tantos bienes naturales en riesgo por la voracidad mundial por la soja o el aceite de palma

Fieles esperan la llegada del papa Francisco en San Cristóbal de las Casas donde celebró su segunda misa en el estado de Chiapas.
Fieles esperan la llegada del papa Francisco en San Cristóbal de las Casas donde celebró su segunda misa en el estado de Chiapas.RONALDO SCHEMIDT (AFP)

He servido en la Iglesia 45 años como sacerdote y 27 como obispo y Dios me ha dado el privilegio de vivir en contacto muy cercano con los hermanos y hermanas indígenas. De este modo, he sido testigo de sus valores y convicciones, también de sus debilidades como seres humanos que son, pero sobre todo he tocado con mis manos y mi corazón sus sufrimientos y discriminaciones, sus sueños y esperanzas. Por ello fue para mí reconfortante y esperanzador el mensaje del Papa Francisco en su reciente visita a los pueblos indígenas de Chiapas. Es un mensaje que atravesando bosques remotos y montañas ha resonado con fuerza desde México hasta la Patagonia.

"Ustedes tienen mucho que enseñar a la Humanidad", dijo el Papa Francisco a los indígenas, hombres, mujeres y niños, muchos de los cuales esperaron durante horas para escucharle hablar en las instalaciones del Sedem en San Cristóbal de las Casas. "Sus pueblos, como han reconocido los obispos de América Latina”, agregó el Papa, “saben relacionarse armónicamente con la naturaleza, a la que respetan como 'fuente de alimento, casa común y altar del compartir humano”.

El Papa, en su mensaje, exhortó a reconocer el dolor que los indígenas sufren aún ahora en nuestros países, bendecidos con tantos bienes naturales —tierras, ríos, fauna, flora— todo ahora en riesgo debido a la voracidad mundial por la soja, el aceite de palma, el petróleo, el oro y muchas otras fuentes de riqueza que sólo benefician a unos pocos.

"Sus pueblos han sido incomprendidos y excluidos de la sociedad. Algunos han considerado inferiores sus valores, sus culturas y sus tradiciones. Otros, mareados por el poder, el dinero y las leyes del mercado, los han despojado de sus tierras o han realizado acciones que las contaminaban", continuó el Papa Francisco, hablando frente a la multitud que bajo el sol lo escuchaba con atención. Era una multitud de hombres y mujeres que viven en una de las regiones más marginadas y abandonadas de México.

En su mensaje, ha recordado que la humanidad ha fallado en el cuidado de la tierra. "Nuestra casa común". Sin embargo, su mensaje está lleno de esperanza porque después de pintar un retrato contundente del impacto destructivo del hombre moderno en esta tierra, el sucesor de Pedro sostiene que la sabiduría milenaria de los pueblos indígenas es fuente de inspiración para encontrar soluciones. Quienes, a pesar de todo, mantienen respeto por la madre tierra son a quienes hay que acudir en busca de respuesta“.

En diciembre del año pasado, el Papa Francisco escribió en la carta encíclica Laudato si que los bosques y cultivos de los pueblos indígenas no son una mercancía, sino "un espacio sagrado con el que tienen que interactuar para lograr mantener su identidad y sus valores". Y llamó a estos pueblos antiguos los mejores cuidadores de estas tierras, "nuestro hogar común".

Su visita inspiró a varios de los líderes electos de los habitantes de los bosques de América Latina para viajar a Chiapas este fin de semana y reunirse con funcionarios de la iglesia. Ellos vinieron para dar testimonio del terrible impacto del creciente apetito mundial por el oro, el petróleo, las maderas preciosas, el aceite de palma y de soja. Por esto, sus bosques están siendo diezmados y sus comunidades divididas y enfrentadas.

Llegaron con el mensaje que las palabras no bastan. Exigen a los gobiernos y a las empresas que invierten en nuestros países a colaborar con los pueblos que respetan a la madre tierra, a detener el envenenamiento del medio ambiente como precio de un desarrollo que no beneficia a los pueblos originarios, ni a la mayoría de los ciudadanos de América Latina. Así expresaron una vez más su capacidad y voluntad de salvar los bosques y proteger los bienes naturales.

Un deseo profundo que nace del corazón es que el Papa Francisco, con sus mensajes y su talante, propicie un cambio en los corazones y las mentes de quienes causan estragos en las tierras de aquellos pueblos originarios, que ya estaban aquí cuando llegaron los europeos con su espíritu de dominación.

¿Es un deseo imposible de cumplirse? De ningún modo para quienes tenemos fe en un Dios providente que cuida de sus hijos e hijas.

De todos modos, si lo que deja la visita del Papa Francisco es una nueva manera de cómo los pueblos indígenas se ven a sí mismos, se habrá logrado algo grande. Si aquellos que han sido tan gravemente pisoteados en la historia son capaces de verse a sí mismos como los cuidadores amorosos del planeta, poseedores de un camino sabio de solución, seguramente serán lo suficientemente fuertes para alzar su voz y luchar por su propia causa. Así tal vez podremos ver en el horizonte el comienzo de una nueva era en la que los pueblos indígenas de las Américas —y de hecho, del mundo entero— se ofrecen para ayudar, no sólo a sí mismos, sino a todas aquellas personas que compartan su visión de la vida y de nuestro hogar común como algo sagrado.

Álvaro Leonel Ramazzini Imeri es un obispo de la Iglesia Católica en Guatemala, sirviendo en la Diócesis de Huehuetenango.

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