París se aferra a la tradición
La capital francesa abre su semana del 'prêt-à-porter' y se opone al nuevo calendario de la moda
París inauguró este martes su semana del prêt-à-porter para la temporada otoño-invierno erigida en gran defensora de la tradición frente a los cambios que se anuncian en el calendario de desfiles. Los diseñadores estadounidenses, secundados por reconocidas marcas británicas, aspiran a acercar las fechas de presentación y venta de las colecciones, hoy separadas por un lapso de cinco meses. Su voluntad es responder a la demanda de inmediatez de muchos clientes, además de terminar con una demora favorable a las copias elaboradas por las cadenas de moda rápida. Lo llaman see now, buy now: apenas lo ves y ya puedes comprarlo.
El actual sistema obliga a los diseñadores a entregar dos colecciones anuales de prêt-à-porter: una de primavera-verano y la otra, de otoño-invierno, presentadas medio año antes de su llegada a las tiendas. El calendario existe desde los tiempos de Luis XIV, que intentó favorecer así la incipiente industria textil obligando a quienes podían permitírselo a renovar sus armarios dos veces al año (y no solo una). A partir de 1910, la cámara sindical de la alta costura, el todopoderoso organismo que rige el funcionamiento de la moda parisina, sistematizó esas dos estaciones anuales, acompañadas de desfiles con modelos de carne y hueso, organizados unos meses antes de la llegada de las prendas a las tiendas, que permitían contar con medio año consagrado a su producción y distribución. Así nacieron las primeras fashion weeks.
Un siglo más tarde, ese férreo modelo se empieza a agrietar. En Nueva York, distintas marcas han empezado a mover ficha. Tom Ford no participó en la última semana de la moda y esperará hasta septiembre para presentar ante la prensa su colección de otoño. Es decir, al mismo tiempo que llegue a las tiendas. “Funcionamos con un calendario de otra época. En un mundo convertido en instantáneo, esta manera de hacer ya no tiene sentido”, expresó. Durante la presentación de su última colección, Proenza Schouler obligó a los periodistas a respetar un embargo sobre su cobertura, que no podrá ser publicada hasta que la ropa llegue a las tiendas esta primavera. Desde Londres, Burberry ha anunciado que reducirá sus cuatro colecciones anuales a solo dos, que además no obedecerán al calendario estacional.
Frente a esta insurrección, París resiste aferrándose a la tradición, apoyada también por Milán. “El sistema no está roto. La industria de la moda es un éxito inmenso, nuestras compañías crecen de manera muy saludable y el negocio es excelente”, afirmó el presidente de la cámara sindical parisina, Ralph Toledano, a WWD. “El deseo y la espera son parte integrante del placer de comprar una prenda o producto de calidad”, añadió.
Marcas parisinas como Chanel, Dior, Hermès, Lanvin, Balenciaga, Margiela o Kenzo ya han anunciado que no se sumarán al cambio. El diseñador de la primera, Karl Lagerfeld, dijo la semana pasada en Milán que el sistema propuesto le parecía “un caos”, porque negaba “el sueño del lujo”. Pero, a la vez, anunció que experimentará con nuevos formatos, proponiendo una colección de quince prendas que se podrá comprar inmediatamente por internet y no estará sujeta al calendario de desfiles.
Las primeras presentaciones tuvieron lugar este martes en una jornada dedicada a los modistos ascendentes, como el belga Anthony Vaccarello, a quien muchos sitúan como sucesor de Hedi Slimane al frente de Saint Laurent. Durante la semana podrían esclarecerse algunos de los numerosos misterios que sobrevuelan la moda parisina, que podría dar inicio a una especie de juego de las sillas entre diseñadores. Stefano Pilati, que en febrero dimitió como director creativo de Ermenegildo Zegna, suena como sustituto de Alber Elbaz en Lanvin. La diseñadora de Alexander McQueen, Sarah Burton, podría llegar a Dior para reemplazar a Raf Simons tras su dimisión, si el cargo no recae en Olivier Rousteing (Balmain) y Riccardo Tisci (Givenchy), como ha apuntado The New York Times.
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