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Porque lo digo yo
Columna
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Críticas en Twitter

Son una queja, un lamento alzado. Proviene de alguien que sufre, un alma sensible que al ver nuestro último trabajo ha sentido asco y repugnancia y vértigo y hastío

Joaquín Reyes, en el 'Club de la comedia'.
Joaquín Reyes, en el 'Club de la comedia'.

Nada debería importarnos más (sobretodo a los artistas) que la opinión de un desconocido vertida en el Twitter. Pero no me refiero a los halagos vacíos y dóciles, si no a los exabruptos salpicados de impertinencias y descalificaciones (y en muchos casos faltas de ortografía). Esos y solo esos son los que nos tiene que causar una honda impresión, como no podría ser de otra forma; están hechos para espolearnos, para que no nos durmamos en los laureles. Que son merecidos está fuera de toda duda razonable, y que nos vienen fenomenal creo que ha quedado claro en lo expuesto anteriormente. Pero hay algo más: son una queja, un lamento alzado. Proviene de alguien que sufre, un alma sensible que al ver nuestro último trabajo ha sentido asco y repugnancia y vértigo y hastío. Y que seguramente harto ya de guardar silencio, y después de una profunda reflexión, ha decidido valientemente hacérnoslo saber sin asomo de cinismo. Hay algunos compañeros míos que reaccionan de una forma airada, heridos en su ego. Error. Los conmino a que cambien de actitud y que con humildad digamos a esas personas que hemos disgustado o decepcionado o aburrido o las tres cosas combinadas en infinitos cócteles amargos: perdón, nos hemos equivocado, no volverá a ocurrir. Y sobre todo gracias, gracias y gracias por ser el látigo que todo creador necesita.

PD: Me aposté con Juan Cruz a que era capaz de utilizar en esta columna las palabras: Exabrupto, repugnancia y cinismo y los verbos “espolear” y “conminar”, así es que… ¡Juan Cruz, ya puedes ir soltándome mis cinco euros!

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